«Mantener un umbral de estrés alto es dañino para la microbiota»

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doctora de la puerta

Así lo explica la doctora de la Puerta en su libro Un intestino feliz, una obra que da un paso más en el conocimiento de la relación que existe entre microbiota y salud física y mental. Una relación en la que el estrés juega un papel decisivo ya que «el cortisol mantenido alto favorece la producción de sustancias pro inflamatorias». Tal vez uno de los aspectos más novedosos del libro es la conexión que estable con las emociones, con la personalidad, y el hecho de que se presente como una «caja de herramientas» con la que sí alcanzar ese «intestino feliz». 

 

 

¿Qué tiene de original, de diferente este libro sobre los demás que también nos hablan de la microbiota?

Nuestra idea era, y creo que lo hemos conseguido, hacer un libro divulgativo que nos ayudara a entender la conexión de la microbiota intestinal con el sistema nervioso, con el cerebro y con el sistema nervioso de la tripa, además de dar herramientas prácticas para ayudarnos a mejorar esta microbiota.Y, es cierto que hay muchos libros sobre este ema, pero creo que el matiz diferente es la conexión que desarrollamos con las emociones, con los pensamientos, con los estados de ánimo, con la personalidad. Además de toda la parte de práctica, donde aprendemos qué podemos hacer, por ejemplo, con nuestra alimentación, con el ejercicio físico, el sueño, cómo manejar el estrés…

 

¿Cuál es la relación que existe entre nuestro intestino y nuestro cerebro?

El intestino y el cerebro están comunidaados en tiempo real de muchas formas. Hay una conexión física a través del nervio vago, que comunica directamente el cerebro con todos los órganos del abdomen. Es un nervio con una actividad funcional bidirección, conecta de arriba a abajo y de abajo a arriba. Y tiene la particularidad de ser un nervio que es eminentemente sensitivo. Los nervios pueden ser de actividad motora, que nos ayudan a mover músculos o pueden ser nervios que nos ayudan a percibir sensaciones en la tripa. Sería, pues, el dolor, el hambre, la saciedad. Ese nervio conecta el cerebro con el intestino directamente. Pero luego, además, la microbiota que vive en nuestro intestino produce sustancias que se absorben, pasan a sangre y van rápidamente a la cabeza. O sea que hay varios caminos de conexión entre el intestino y la tripa.

 

A grandes rasgos, ¿cuáles serían las consecuencias más importantes de tener una microbiota debilitada? 

Una microbiota alterada puede tener impacto sobre la salud de muchas formas, por ejemplo a nivel digestivo, con problemas en la piel, con migrañas o cefaleas, con fatiga, a través de inflamación a nivel articular. La microbiota deseodenada puede llegar muy lejos en su actividad.

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«El instestino y el cerebro están comunicados en tiempo real de muchas formas»

 

¿Existe, por tanto, una relación también entre una microbiota debilitada y enfermedades autoinmunes?

Sí. En el intestino se produce el 90 % de las reacciones del sistema inmunitario. La microbiota en el intestino lo que hace es modular la torelancia epistémica o tolerancia inmunológica, la capacidad de diferenciación y reacción. Si la microbiota está bien, el sistema inmunitario está funcionando bien, y si la microbiota está desordenada, la actividad inmunitaria también se desordena. En muchas ocasiones, anormalidades de respuesta inmunitaria tienen un origen en el desorden de la microbiota intestinal. Si bien las enfermedades autoinmunes son multifactoriales, la microbiota es un determinante importante.

¿Cuáles son los principales factores que influyen en nuestra microbiota?

Como contamos en el libro, mantener una microbiota sana se apoya en cuatro patas, en cómo nos alimentamos y qué estilo de vida llevamos, en cómo dormimos y en cómo somos capaces de manejar el estrés. Es decir, estrés, sueño, ejercicio y alimentación son los cuatro pilares que mantienen un normal rendimiento de la microbiota.

 

Si empezamos por el pilar de la alimentación, ¿qué alimentos son los que más ayudan a modular la microbiota?

Los alimentos que más nos ayudan son, por ejemplo, los alimentos fermentados, el yogur, el kefir, chucrut, kombucha, tempeh, miso, que nos aportan probióticos, microorganismos vivos que contribuyen a estabilizar el ecosistema. Además, la fibra alimentaria tiene una gran valor para la microbiota, lo que llamamos carbohidratos de cadena larga, que lo aportan por ejemplo, los tubérculos, patata, boniato, yuca y batata, cocidos, dejados enfriar y tomados al día siguiente. Otro grupo de alimentos que también son muy importantes son los polifenoles que encontramos, por ejemplo, en la fruta, los frutos rojos, granada, mango, cúrcuma o aceite de oliva, o en el chocolate de calidad. Creo que estos serían los tres grupos más importantes para favorecer el buen estado de la microbiota. En el lado contrario están aquellos que más la destrozan, que más la inflaman, como los alimentos utraprocesados, refinados, los aditivos, colorantes, conservantes y las grasas saturadas.

 

encurtidos

 

La segunda de las patas que mencionaba es el ejercicio. ¿Cualquier momento es adecuado para comenzar a ser activos en nuestra vida?

Por supesto. Siempre es buen momento para empezar a cuidar la microbiota, y para poner en marcha cualquier ejercicio adaptado a la edad o las circunstancias físicas de cada persona. A mí me gusta mucho recomendar ejercicios de fuerza, pero en las personas mayores que hayan hecho ejercicio nunca, está bien empezar, por ejemplo, subiendo y bajando escalera, dando la vuelta a la manzana, bajándose del autobús una parada antes o una parada después. Hay muchas formas de ponerse en modo proactivo con el ejercicio, más allá de ir al gimnasio o tener un entrenador personal.

 

¿Hasta qué punto están relacionadas las dos patas siguientes, el descanso y el estrés?

El sueño es una herramienta que tiene el cuerpo de reparación para muchos órganos, y la microbiota necesita ese sueño profundo de calidad, reparador, porque es en ese tiempo cuando la microbiota aprovecha pra poner en marcha sus propios mecanismos de reparación. Aunque, realmente es un camino bidireccional, ya que una microbiota sana también nos ayuda a dormir, porque activa sustancias como la melatonina.

 

«Anormalidades de respuesta inmunitaria, a veces tienen origen en el desorden de l microbiota intestinal»

 

¿Qué hacer para que el estrés no dañe la microbiota?

El problema es el estrés crónico, cuando el estrés se convierte ya en una situación pro inflamatoria, cuando se mantiene en el tiempo. Ese estrés mantenido favorece la producción de sustancias como el famoso cortisol, una hormona que produce la glándula suprarrenal que es pro inflamatorio. Mantener un umbral de estrés alto es dañino para la microbiota. Y aunque en muchas ocasiones no podamos cambiar las cosas que suceden, sí podemos ayudarnos de técnicas como las que explico en el libro, como las técnicas de relajación o de meditación, para intentar modular el impacto del estrés cuando no podamos modificar las circunstancias que lo generan.

 

intestino feliz ¿Cómo influye el estado de la microbiota en nuestra salud mental?

La microbiota produce una serie de sustancias que se llaman ácidos grasos de cadena corta que ayudan a madurar el neurodesarrollo del sistema nervioso en la infancia. Después, en los adultos, la relación de la microbiota con el sistema nervioso es a través de estos mismos ácidos grasos de cadena corta, y de la capacidad que tiene la microbiota y el sistema nervioso que tenemos en la tripa de producir los neurotransmisores. De ahí que la salud mental puede estar comprometida en un escenario de inflamación, dependiente de una microbiota desordenada que produzca otra serie de sustancias que favorecen la inflamación y los desórdenes psicológicos.

 

 

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