¿Cambia la edad la manera de adaptarse a la jubilación?

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En mi estudio sobre la jubilación (La jubilación, una nueva oportunidad, LID Editorial) encontré que el número de años puede condicionar el tipo y el número de actividades del jubilado. Con menos edad y más energías, hay una mayor capacidad de ilusionarse con nuevos propósitos y se dispone de una expectativa de vida más prolongada y de un recorrido más amplio para hacerlos realidad y disfrutarlos. Pero, ¿quiere esto decir que los jubilados y jubiladas de edad avanzada abandonan sus intereses y tienden a instalarse en una vida sin estímulos?

Para contestar a esta pregunta comparé a los jubilados por debajo de los 60 años con los mayores de 80. Y comprobé que estos últimos, expertos en la materia, disminuyen el número de actividades en las que participan y concentran sus recursos para compensar las mermas que van experimentando: «Noto menos energías y que estoy más indolente. Aprovecho mientras puedo porque me canso más”.

El momento de jubilarse ha quedado muy atrás y su desafío es otro: vivir una vejez avanzada, con lo que supone de pérdidas y limitaciones, pero también conservando sus intereses y sus espacios de funcionamiento independiente. En sus respuestas a mis preguntas se mezclan su disposición a aprovechar el tiempo que les queda con referencias a enfermedades, visitas médicas y tratamientos.

Hablan de rebajar sus expectativas y reordenar sus objetivos para adaptarse al estado actual de sus capacidades. Con ello continúan dirigiendo su vida y generando autoestima y satisfacción personal. La mayoría no abandona los propósitos que forman parte de quienes son y que hacen que su vida siga teniendo interés. También se esfuerzan por mantener algunos hábitos que preservan su autonomía, como conducir su coche. Hay también algún propósito de compensar alguna “asignatura pendiente” como adquirir mayor habilidad manejando el ordenador.

El Estudio del Desarrollo Humano de la Universidad de Harvard encontró que la mayoría de los hombres estudiados a lo largo de 75 años reinventaba sus vidas constantemente pero no perdía de vista sus motivos para seguir viviendo: «Los que mantienen su compromiso con la vida conservan una relación positiva entre entusiasmo y resignación y siguen aprendiendo, tanto de los más mayores como de los más jóvenes”.

Llega un momento en que la vejez, como última etapa de la vida se sobrepone a la jubilación planteando nuevos retos y exigiendo nuevas respuestas. Sin embargo, la edad no es una condición exclusiva del compromiso activo con la vida. Aunque la edad avanzada recorte el nivel de actividad y la amplitud o el tipo de intereses, la realización de actividades significativas perdura mientras la salud lo permite.

 

Bartolomé Freire. Psiquiatra. 

 

 

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