¿Te haces responsable?

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En el mundo del Coaching y del desarrollo personal suele hablarse de la responsabilidad a distintos niveles; por ejemplo, la que tiene que ver con nuestro papel en una conversación difícil; también, la relacionada con el perfeccionismo que define la forma de hacer de algunas personas. Finalmente hablamos de la responsabilidad afectiva, que agrupa y engloba a las anteriores. Y tú: ¿te haces responsable?

 

“A las personas responsables les ha ido muy bien en la vida”, dice Patri Psicóloga; “asocian que ese nivel de perfeccionismo y responsabilidad son los causantes de su éxito, sea profesional, económico o social”.

Dice esta experta que valores como la seguridad y la calidad de vida “su cerebro los asocia con esa responsabilidad y nivel de perfeccionismo; no obstante, ¿son conscientes del precio que pagan?, ¿se dan cuenta de que nadie se lo pide? ¿Se aperciben de que las personas a su alrededor estarían igual de seguras, protegidas y felices si redujeran ese nivel de exigencia, de responsabilidad?”

Para esta terapeuta, que es también escritora y conferenciante, “estas personas entienden la responsabilidad de una manera extrema, culpabilizándose cuando algo falla, personalizando los errores y desarrollando un alto nivel de sufrimiento, lo que les genera frustración y una baja autoestima”.

¿Qué se entiende, entonces, por responsabilidad? Para la psicóloga Integral Adriana Méndez “es un aspecto de la vida que te permite ser autónomo y asumir las consecuencias de tus actos; forma parte de aquello que te hace crecer y madurar”.

“Se trata de una forma de establecer vínculos con lo que haces y de aprender de tus errores, además de crear compromisos con los demás”.

 

conversación

En una conversación difícil

“¿De qué eres responsable en una conversación difícil?” pregunta Nuria Carrasco, experta en esta forma de comunicación en el Centro de Estudios del Coaching, CEC, en Madrid; “hay una competencia que tiene que ver con la responsabilidad y que tiene que ver con hacerte cargo de aquello que está en tu mano, es decir, de ocuparte de lo que está dentro de tu ámbito de influencia”.

“Cuántas veces te das cuenta de que la conversación no ha resultado bien porque has ido más allá, porque has asumido una responsabilidad que no te correspondía”, dice Carrasco; “por ejemplo, poniendo sobreprotección en la otra persona, quien responde de una forma que no cubre tus expectativas”.

Dice esta experta que ocurre que, en ocasiones, “o bien no te estás haciendo cargo de lo que depende de ti, o bien te extralimitas en tu responsabilidad”.

Nuria Carrasco propone los siguientes tips sobre la responsabilidad en una conversación difícil:

  • Hazte preguntas. Cuando te colocas desde la responsabilidad en una conversación o en una relación, lo haces para hacerte preguntas tales como: ¿qué es lo que depende de mí en esta conversación?, ¿qué puedo hacer distinto para que marque la diferencia?, ¿cuál es la responsabilidad de mi interlocutor?
  • Has de ser concreto y preciso a la hora de comunicarte, particularmente durante una conversación difícil (esas que se evitan por diversas razones)
  • Ocupa tu sitio. Aprende a estar en el lugar que te corresponde en la relación con la otra persona y, especialmente, en la conversación en la que estás participando.
  • Sólo tu propia responsabilidad. Pásale al otro la parte de responsabilidad que no te corresponda, evitando cargar con lo que no sea tuyo.
  • Entrena los límites de tu responsabilidad. De cómo manejes tu propia responsabilidad dependerá el resultado que esperas en una conversación difícil.

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La responsabilidad afectiva

La habilidad de ser consecuente en nuestras relaciones afectivas constituye el ámbito de la responsabilidad tal y como se entiende en Psicología. En este sentido, “somos responsables afectivos cuando nuestra comunicación y acciones son coherentes, cuando somos conscientes de las implicaciones de aquéllas sobre la otra persona”.

Si no existe ese compromiso, la otra persona sentirá incertidumbre y, posiblemente, ansiedad.

El concepto de responsabilidad afectiva puede desvirtuarse por defecto (lo que prometes y no cumples) o por exceso (si cumples las expectativas de la otra persona, aunque sean exageradas o inalcanzables, pues sólo durará un tiempo).

¿Qué hay detrás de ambos extremos? En el último caso citado, la razón de fondo puede ser la de asegurar la relación; es el “le doy lo que creo que me pide para que me quiera”.

Ocurre que tal conducta no puede mantenerse por mucho tiempo lo que, según los expertos, acaba produciendo el aislamiento emocional de quien realiza tal esfuerzo. Tiene que ver también con la manera en la que se gestionan emociones como el miedo y la inseguridad.

Si te centras demasiado en la otra persona lo que estás haciendo es situar tu bienestar emocional afuera, en un elemento exterior que no vas a poder gestionar, por lo que es posible que tu autoestima se vea perjudicada o minusvalorada por ti.

¿Cómo saber si no existe una responsabilidad afectiva? Basta con observar si se producen conductas tales como que la persona te haga promesas que no puede cumplir, que afirme que te dará un apoyo incondicional que sabes que no será posible o que viva de los beneficios de vuestra relación sin implicarse en las responsabilidades compartidas.

Si has llegado hasta aquí, te dejo con una frase de Tony Robbins, experto en desarrollo y finanzas personales: “Ocurra lo que ocurra, toma responsabilidad”.

¡Feliz Toma de Responsabilidad! ¡Feliz Coaching!

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