Descubre el mapa de tu carácter

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Herencia y entorno determinan tu personalidad; es lo mismo que decir temperamento y carácter, siendo este último el que se forma según las trazas que hayas desarrollado en la infancia, para obtener más amor y seguridad. De todo esto y más nos habla el Eneagrama, un sistema milenario de autoconocimiento que describe, al menos, nueve estrategias adaptativas.

 

Cuando era pequeña, en un hogar en donde convivíamos siete personas, tuve que desarrollar mi propio personaje para sobrevivir. Lo mismo que mis otros tres hermanos pues, aunque había amor en aquel hogar, es posible que lo percibiera como “mal repartido”, por así decirlo.

“Al nacer y hasta aproximadamente los siete años, nuestra infancia sufre interferencias para las que diseñamos un plan estratégico destinado a la supervivencia”, dice Miriam Ortíz de Zárate, coach especializada en Eneagrama en el Centro de Estudios del Coaching (CEC).

Según esta experta, todas esas estrategias determinan el carácter, el cual se va forjando a partir del juego de ir destacando los aspectos que los demás aplauden y escondiendo aquéllos que rechazan. Aunque a lo largo de este proceso hay cosas que perdemos: “nos vamos limitando, dejamos recursos fuera”, dice Ortíz de Zárate; “por ejemplo, al esconder la tristeza, por no ser un valor aceptado en nuestra casa, se reduce nuestra capacidad para afrontar el duelo”.

Aunque tener un carácter u otro no significa el determinismo del “soy así y no puedo hacer más”, tal y como explica la cofundadora de CEC: “dichas estrategias, que han sido útiles en su momento, seguimos repitiéndolas de adultos, aunque sería preciso soltarlas ahora”.

En este punto es útil el Eneagrama, “un mapa del carácter que habla de la ira, el orgullo, la vanidad, la envidia, la avaricia, el miedo, la gula, la lujuria y la pereza”, dice Ortíz de Zarate.

Sin embargo y aunque pueda asociarse a la tradición cristiana de “pecados capitales”, cada una de esas pasiones que identifican a sus eneatipos correspondientes describen lo que en términos psicológicos se define como disonancia cognitiva, es decir, la forma en la que percibimos.

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El triángulo mágico

“Averiguar cuál es tu eneatipo es parte del proceso de autoconocimiento”, dice esta experta; “existen algunos test que son fiables al 60%, ya que sólo miden las conductas”.

Sin embargo, lo interesante es darse cuenta desde dónde provienen esos comportamientos. “Es importante trabajar con todo el símbolo del Eneagrama y no solamente buscar la identificación con un eneatipo”, dice Diana Zicer, psicóloga, que define la magia del 3, a partir de la figura de un triángulo “que nos muestra el drama de la personalidad”.

Según Zicer, en el eneatipo 9 “tenemos el punto de la pereza espiritual, del descuido y olvido de sí, lo que simboliza que la consciencia se ha distraído y desde una sensación de unidad empezamos a percibir separación”.

Al tener una parte desconectada, empezamos a sentir miedo, lo que representa el eneatipo 6, por lo que “buscamos qué hacer con ese miedo y el mundo nos dice que hay que ser de alguna forma, y que ésta mitigará el miedo al darnos el amor con el podremos sentirnos de nuevo en unidad”.

Es entonces cuando aparece el eneatipo 3 “nos ponemos el traje, la forma, porque contiene una promesa tal que si soy de esta manera, si persigo esto o aquello, ahí me sentiré completo de nuevo», dice esta experta en Eneagrama.

Aunque cuanto más tiempo usamos la máscara, “más nos desconectamos de la esencia y menos recuerdo nos queda de la unidad de la que provenimos y somos”.

Esta inercia del triángulo puede hacernos sentir “en la rueda del hámster”; lo que nos lleva a la conclusión, según esta experta, de que “tengo que ser más fuerte, más correcta, más bueno, más bella, más servicial, más cauteloso, más inteligente, más poderoso, más… más neurosis»

Este triángulo describe el drama de nuestra personalidad, si bien” cuando elegimos aprender, nos da la posibilidad de volver a casa, de vivirnos en plenitud, en la totalidad, en la unidad con todo lo que es”, dice Diana Zicer.

 

personalidades

Pasiones y fijaciones

Los nueve eneatipos se agrupan por triadas. La que engloba los arquetipos 2, 3 y 4 se caracteriza porque se procesa desde la emoción. Los eneatipos 5, 6 y 7 pertenecen a la triada mental, es decir, procesan desde lo cognitivo.

La acción es lo que define a los eneatipos 8, 9 y 1 cuya vibración es instintiva, desde la impulsividad.

Para Miriam Ortíz de Zárate identificar el origen del carácter supone darse cuenta de en qué triada nos encontramos, ¿procesamos lo que nos ocurre y sentimos desde lo emocional, lo mental o desde la acción?

La pasión del eneatipo 1 es la ira, que define su forma de percibir; “surge de la constante oposición a la realidad imperfecta”, dice Ortíz de Zárate; “con una fijación en el perfeccionismo que se expresa en la creencia de que si se esfuerza por ser perfecto, lo querrán”.

El orgullo es la pasión del eneatipo 2, que considera que ha de adornarse para tener la mirada de las personas que son importantes para él. “Su fijación se centra en el ‘demuestra que me quieres’, ya que considera que merece una atención especial”.

Para el eneatipo 3 es la vanidad lo que identifica su manera de percibir, pues construye una imagen según lo que se espera de él. “Aquí la fijación es el autoengaño, creyendo que lo quieren por lo que hace y que la prueba de que alguien es valioso es por el éxito”.

A la envidia llegamos al identificar la pasión del eneatipo 4, que tiende a compararse y que suele quejarse, reclamar y mostrarse insatisfecho. “Su fijación se sostiene en la creencia de que quien más necesita, más derecho tiene a ser amado”, dice la coach Miriam Ortíz de Zárate.

En el eneatipo 5 la pasión es la avaricia, que se expresa mediante la supervivencia sin necesitar nada del exterior. “Su fijación es el desapego y el aislamiento, de manera que no pide para no quedarse en deuda con los demás”.

El miedo rige la pasión del eneatipo 6, de modo que llega a experimentar lo que en Psicología se denomina “parálisis por análisis”, esto es, la búsqueda incesante de seguridad. “Su fijación es la duda y la acusación, también hacia él mismo, de modo que no se fía ni de sus sentimientos, ni de sus intuiciones”, dice la directora de CEC.

El eneatipo 7 tiene la pasión de la gula, entendida como la intensidad, el gusto por la diversión y el placer. “La indulgencia es su fijación, ya que considera que está aquí para disfrutar y pasarlo bien”.

La lujuria del eneatipo 8 expresa la intensidad para sentirse vivo, la estrategia para negar el miedo y el dolor. “Su fijación es el castigo, pues según deduce, quien lo pasa mal tiene derecho a vengarse”, dice Ortíz de Zárate.

En el eneatipo 9, la pasión es la pereza, por lo que se olvida de sí mismo y busca narcotizarse mediante la acción. “Su fijación es el olvido, creyendo que cuanto más se ocupe de los demás y menos egoísta sea, más lo van a querer”.

“Caes en el eneatipo justo en el momento en el que te ves el ego”, dice la coach Miriam Ortíz de Zárate; “por lo que el tuyo es muy posible que sea el que te cae peor de todos”.

Si has llegado hasta aquí, te explico un poco más acerca de la construcción de mi personaje. Cuando lo diseñé era una niña que aún no había cumplido los siete años. Es por esto que mi percepción a propósito de la seguridad, de sentirme querida y protegida fuera por entonces la idónea.

Y es que era tan sólo una pequeña cuyo objetivo se centraba en sentir todo el amor y la protección que fueran posibles, para sobrevivir en un mundo ante el que todavía no me sentía preparada.

Así que fui creando un personaje de niña ideal, perfecta, fuerte y siempre dispuesta a cumplir con las expectativas de mis padres, fueran las que fueran, sin rechistar.

Tuve la gran suerte de convivir con una de mis abuelas, Mercedes, quien contribuyó en parte a afianzar mi seguridad en la vida, haciéndome ver la posibilidad de un resquicio en esa personalidad tan firme y rígida que estaba creando. (Gracias, abuela)

Es ahora, como adulta, cuando sé que ha llegado el momento de soltar a este bello personaje. No obstante, de todo ese proceso extraigo aprendizajes; por ejemplo, mi estrategia de supervivencia me ha dado herramientas tales como mi amor, que no obsesión, por el orden, la organización. Es una habilidad tremendamente funcional que me ha servido de mucho a lo largo de mi vida, tanto en el trabajo como en mi vida personal. Y lo sigue haciendo hoy.

Desarrollé también una fuerza vital que, llegado el caso, he empezado a reconvertir en fortaleza, a través de un carácter firme que, a su vez, va reduciendo rigideces, para permitirme fluir en mi proceso.

Así que me siento muy agradecida por todo ello pues, aunque ha habido algunos momentos difíciles, he sido capaz de rescatar la mejor y más brillante herramienta de supervivencia: el amor incondicional.

¡Felices Estrategias de Supervivencia! ¡Feliz Coaching!

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