¿De quién es tu mente?

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¿Sabes que en ocasiones tenemos conocimiento sin conocimiento? Se trata de información a la que accedemos y que no integramos. Es por ello que, a veces, los pensamientos y la actividad mental están sobrevalorados, incluso sobreexplotados. La buena noticia es que podemos desidentificarnos, pues nosotros no somos nuestra mente.

Me contaba ayer mismo una amiga que, al ir a comprar a un herbolario, entabló conversación con la dependienta. Ésta, una chica joven, empezó a relatarle sus creencias a propósito de la existencia de una confabulación del mal en la tierra.

Gente, incluso llegada de otros planetas, a la que lo único que le interesa es el poder, tanto económico como político. Seres capaces de acabar con la especie humana, que al parecer es excesiva en número; manipuladores con poder infinito, a través del miedo.

La luna también jugaría su papel, con un cambio de eje que tendría efecto negativo por la acción de las mareas, creando zonas donde no dejaría de llover durante días.

Durante su exposición, la vendedora aseguraba que iremos perdiendo nuestra parte humana y quedaremos con cuerpos mecánicos, pues es el objetivo de tales seres malignos. Mi amiga se dejó contagiar de tal visión, pensando que tal era la idea que ella misma tenía de lo que estaba ocurriendo.

Según me lo iba refiriendo Iratxe (y, desde el respeto, a la par que intentaba dejar de lado la imagen de Dani Rovira cuando advierte mediante la expresión: “Ojo, ojo y ojo”, y señala tres áreas distintas de nuestra anatomía) la palabra “miedo” aparecía de fondo. En ese momento, Iratxe se había asociado, identificado, con una creencia que, a pesar de que no lo perciba a simple vista, le produce sufrimiento.

 

Yo no soy mi mente

“Podemos desidentificarnos, ya que nosotros no somos nuestra mente”, dice Irina de la Flor, especializada en Coaching de la Consciencia; “LLos pensamientos y la actividad mental están sobrevalorados, de modo que existe conocimiento sin conocimiento, es decir, información que recibimos y no integramos”.

Para esta experta, que durante diez semanas ha llevado a cabo el ciclo de webinarios bajo el lema Entrena tu mente, despierta tu consciencia: “Yo no soy mi mente, ésta es sólo una herramienta; si yo fuera mi mente, sería todo lo que me pasa por ella”; “Es decir, cuanto más me identifique, menos libre seré”.

La mente es, pues, una herramienta a nuestro servicio, resultado de la actividad neuronal y cuyo producto es el pensamiento. La consciencia nos permite discernir qué somos en realidad; “Para saber qué soy he de saber qué ocurre cuando no pienso”, dice Irina de la Flor; “Es entonces cuando puedo observar y llegar a saber qué soy, por ejemplo, mediante la meditación”.

Es así como podemos llegar al estado del amor incondicional, algo que nuestra mente “no entiende”; “Lo que somos más allá de nuestra mente tiene un potencial infinito”, dice esta coach de la Consciencia; “Como la intuición, habilidad que implica traer información, pero sin procesar; es lo contrario al pensamiento lógico, abstracto y de inferencias”.

Dolor y sufrimiento

“Al creer, creamos; constantemente ponemos en marcha proyecciones que nos alejan de la verdad, de la fuente”, dice Irina de la Flor para quien, aunque el dolor es inevitable, no así el sufrimiento, que define como desviación de la verdad; “El sufrimiento nos aporta información que nos permite conocer nuestro interior mediante el uso de herramientas físicas, mentales y emocionales”.

La relación entre creencias limitantes y sufrimiento es directa, ya que, si no “nunca nos acercaríamos a la verdad”, dice la coach, “puesto que cuando vemos la mente a través de las mentiras generamos una desviación que nos lleva, a su vez, al sufrimiento el cual, por supuesto, tiene un propósito: tomar consciencia de qué soy”.

Siguiendo este hilo argumental, casi el 100% del sufrimiento es autogenerado, ya que estamos abonados a creencias: “Mi nivel de sufrimiento está asociado a una desviación, bien sea por exceso, bien por defecto”, dice Irina de la Flor, directora del programa de formación Lo Mejor de Mí; “El mensaje que me envía es lo que me permite retar a esa creencia y desmontar la desviación, pues las mentiras que nos contamos determinan nuestro sufrimiento”.

La toma de responsabilidad y de consciencia es lo que nos permite salir de este bucle, tal y como nos explica Irina de la Flor: “La mente opera mediante tres elementos tales como el juicio para la supervivencia y el rechazo e identificación, los cuales parten del juicio”; “la consciencia, por su parte, se basa en la aceptación, evitación del juicio y la desidentificación con respecto a las creencias”.

Como herramientas, la reputada coach nos propone ejercicios de meditación “para experimentar mi ser sin pensar” y la Rueda de la Vida “identificando las áreas en las que hallemos sufrimiento”.

En relación con esta última idea, Irina de la Flor nos invita a “evitar tener la mente llena de generalizaciones, ya que en ese caso no hay espacio para nada más”; “Hay personas que están abiertas, preparadas para comprender que una parte del sufrimiento está en nosotros, apuntando hacia el área de nuestra vida que no está funcionando”

Trabajo, dinero, familia, pareja amigos, casa, salud, ocio, intelectual y emocional son las diez áreas que, desde el Coaching y valiéndote de la herramienta Rueda de la Vida, te invito a contemplar. Te propongo que identifiques en cuál o cuáles de ellas reside tu sufrimiento, para así poder sanarlo.

¡Feliz Identificación! ¡Feliz Coaching!

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