Así de rotundo se muestra el psicólogo, profesor de Psicología Evolutiva de la Universidad de Santiago de Compostela y socio de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología, SEGG, David Facal, en el programa de radio Palabras Mayores, al analizar las consecuencias del confinamiento y la importancia de la comunicación en esta situación.
Hablando de salud y calidad de vida en el proceso de desescalada tras el confinamiento por el COVID-19, David Facal ha comentado que “como seres sociales y racionales necesitamos estar en contacto con los demás y la situación de confinamiento, aunque se vaya flexibilizando, supone un desafío para esta comunicación.” Según el experto los primeros estudios que los profesionales realizan sobre la situación actual reflejan que el grado de comunicación o conversación por teléfono o nuevas tecnologías ha sido alto. “Se ha mantenido la comunicación que a los gerontólogos nos preocupaba mucho porque sabemos que hay un gran grupo de personas mayores que viven solas, especialmente mujeres, que, en situación de confinamiento, no tenían con quien comunicarse frente a los que estamos confinados, pero vivimos con otras personas y tenemos con quien hablar.”
Esa realidad de soledad y la incomunicación se ha compensado con muchas llamadas, Internet… y eso ha sido una realidad interesante. “Estamos elaborando un estudio con el Grupo de Dependencia de la Facultad de Enfermería de la Universidad de Santiago de Compostela para comprobar los efectos de esta situación y estamos empezando a ver que el nivel de comunicación, de alguna forma, se ha compensado frente a la soledad impuesta por la situación.
A la pregunta de si las personas mayores se van a sentir temerosas a la hora de retomar sus rutinas y de salir a la calle, David Facal responde que “la ruptura de los hábitos diarios supone un freno para todo. Se conoce, por procesos de cuarentenas en otras partes del mundo, que la cuarentena y su fin genera situaciones de estrés, incluso problemas psicológicos a medio y largo plazo. Nos preocupa especialmente que haya mayores con problemas de dependencia o fragilidad y también aquellas personas que han tenido miedo al salir a la calle. En este trabajo se ven tres grandes grupos: uno, el de aquellos que han salido a acciones normales como hacer la compra, salir a la farmacia, de una manera regularizada; en segundo lugar, los que no han salido en absoluto por su salud y han hecho confinamiento total. Pero hay otro grupo que es el de que los que sienten miedo o temor a salir y es el que nos preocupa porque pueden producirse problemas de estrés, postraumáticos, con problemas de tipo fóbico, con más disconfort a la hora de retomar la vida normal.”
Son interesantes los consejos que puede dar un psicólogo en estas situaciones y su repuesta es que “a la hora de manejar el miedo hay algo muy claro. Nos hemos manejado con información alarmante en situación muy grave; en el sentido de que no teníamos claro, por ejemplo, si ponernos mascarillas o guantes, qué tipo de medidas había que tomar en distancia social… había sensación de intranquilidad o temor y lo podemos entender como normal. Pero si esto genera disconfort, tendremos que buscar soluciones con los profesionales. Yo creo que podemos darnos permiso para experimentar cierto temor. No es momento de superhéroes ni nada parecido porque esta situación nos ha puesto a todos en una nueva realidad. Hay aspectos relacionales, económicos… que nos pueden provocar inquietud. Ese tener amigos o familiares cercanos a los que llamar por una preocupación cotidiana es importante. No debemos olvidar también que hay un efecto de los años en la salud. El cuerpo no es lo mismo con 70 años que con 50 aunque hayamos mejorado mucho con el envejecimiento psicológico. Hay que asumir que hay un efecto de los años en la salud.”
En Palabras Mayores se ha recomendado que nos permitamos tener miedo, pero también pidamos ayuda a los profesionales que están para ayudarnos.
