Reconciliar… se

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Hace tiempo que no hablas con esa persona con la que interrumpiste la comunicación… ¿Por qué motivo? Ya ni te acuerdas, ¿verdad? Hay un familiar por quien no preguntas hace meses, aunque intuyes que quizá necesite tu apoyo. Y luego está esa amiga a la que deseas ayudar, pero no se deja, así que decides no pensar demasiado en ella ¿Cómo vas de reconciliación? ¿Con quién quieres reconciliarte? ¿Y contigo?

Reconciliar significa “atraer y acordar los ánimos desunidos” o también “confesarse de algunas culpas ligeras u olvidadas en otra confesión reciente”. Desde la interpretación que hace el Coaching, lo primero hace referencia a una comunicación interrumpida, a una relación rota, a un desentendimiento que de algún modo deseamos reparar. Puede ser el caso de una discusión a propósito de quién lleva la razón. Cuando queremos tenerla puede existir una motivación de reafirmarnos; sin embargo, ¿qué hay detrás? Posiblemente estemos hablando del ego, ese personaje que nos hace ser quienes somos, aunque nos lleve a creer que estamos por encima o por debajo de otras personas, en un plano superior o inferior, provocándonos en ocasiones sufrimiento emocional. Las preguntas que te propongo que te hagas son: ¿cuál es el beneficio que obtienes al tener razón o creer que la llevas? ¿cómo puedes reconciliar ese ego con el de la otra persona?

 

Reconocimiento 

En un informe reciente del grupo Amstel se dice: “La capacidad de reconocer determina nuestra forma de ver la realidad que nos rodea; lo que no se reconoce se devalúa, se desprecia y deja de existir para nosotros, por lo que lo importante es la acción, hacerlo visible y tangible”. El reconocimiento supone darle valor a la habilidad demostrada por otra persona, también por nosotros mismos, a la hora de confrontar una situación.

En este sentido, crear el hábito del autorreconocimiento implica darnos cuenta de nuestras fortalezas y cualidades. Te invito a que cada vez que lleves a cabo una acción te pares un momento y reflexiones: ¿Has realizado un gran esfuerzo? ¿Crees que has hecho un buen trabajo? ¿Has puesto lo mejor de ti? ¿Opinas que obtendrás el resultado esperado? ¿Qué pasaría si no fuera así?

Por tu parte, puedes reconocer el valor del trabajo de los demás, el esfuerzo empleado, el tiempo de dedicación o el resultado brillante de su acción. Te propongo que expreses con generosidad ese reconocimiento. El entrenamiento se completa con la escucha activa: cada vez que alguien elogie algo en ti, bien por lo que hayas hecho, bien por las cualidades que te asigne, recréate un momento en ello; entrena tu cerebro para que se acostumbre al elogio sincero y agradece todo lo que puedas, a fin de atraer los ánimos desunidos, de reconciliarte con el otro y contigo mismo.

 

Gracias

El agradecimiento es el siguiente término de referencia en el proceso de reconciliación. Al igual que al reconocer, para entrenarnos en agradecer podemos empezar por nosotros mismos. En estas semanas de encierro te invito a que reflexiones un momento; quizá te ayuden algunas preguntas:

  1. ¿A qué valor deseo dar mi agradecimiento? (quizá sea algo que posees, sea o no material; a lo mejor prefieres dar gracias porque has logrado un reto o también agradecer el apoyo que te ha dado otra persona).
  2. ¿Cómo lo voy a concretar? (te propongo que cojas lápiz y papel para expresarlo de la manera más ajustada que puedas. Divide la hoja en tres columnas que, de izquierda a derecha pueden titularse: “A quién”, “Qué” y “Cuándo”, para referirse a la persona a quien vas a agradecer, qué vas a agradecerle y en qué momento, respectivamente).
  3. ¿Qué me impide dar (me) las gracias? (a veces las dificultades para reconocer bloquean nuestra capacidad de agradecimiento).
  4. ¿Cómo lo voy a lograr? (un ego entrenado permite reconocer y agradecer; te propongo que lo confrontes, al estilo del entrenamiento con las emociones).

 

Lealtades

Ser leal implica otorgar a uno mismo y/o a los demás fidelidad y amor. La lealtad puede ser uno de nuestros primeros valores, si bien desde el Coaching te propongo que le des la medida justa. Una excesiva lealtad hacia los demás puede provocar que descuidemos la que nos debemos a nosotros mismos, lo que a su vez evite un proceso de reconciliación. Por ejemplo, cuando otra persona con la que deseamos volver a conectar nos pide que hagamos algo que va contra nuestros principios. En este punto te propongo que te preguntes:

  • ¿Qué pondero más: el proceso de reconciliación con mi amiga o mis principios y/o mi lealtad hacia mí?
  • ¿Qué pasaría si accediera a la petición de la otra persona?
  • ¿Qué ocurrirá si no consintiera? ¿qué es lo que ganaría? ¿qué es lo que perdería?
  • ¿Qué es lo que elijo?
  • ¿Cuál o cuáles son los impedimentos?
  • ¿Cómo lo voy a lograr?
  • ¿Cuándo?

Desde el Coaching invito a la observación hacia nuestros valores propios y la lealtad que nos merezcan; en el caso de que entren en conflicto con la petición del otro, la comunicación asertiva nos permitirá expresárselo. Os propongo que confiéis en que así lo entenderá y, en caso de no aceptarlo, será su responsabilidad. En cualquier caso, es una cuestión de contrapeso: te propongo que observes tus capacidades para reconocer, agradecer, dar valor y otorgar lealtades. Te invito a que las midas y las integres en tu proceso de reconciliación.

¡Feliz proceso! ¡Feliz Coaching!

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