Desde las organizaciones de mayores y desde los colectivos que trabajan con los mayores, se sigue levantando la voz para reclamar una mayor visibilización de la mujer mayor y de sus necesidade. Solo así se alcanzará la igualdad.
Una mayor visilibidad que suponga darle a la mujer mayor el reconociento social que merece, y poniendo sobre la mesa todos esos aspectos en los que la mujer mayor sigue sufriendo hoy una doble discriminación, por edad y por género. Una discriminación que se hace notar en el ámbito económico, en el social, en el sanitario y hasta en el familiar.
La invisibilidad sigue siendo «el rasgo que mejor define a la mujer mayor», como se afirma desde la Plataforma de Mayores y Pensionistas, PMP. La discriminación por razón de edad «amplifica la discriminación que ya sufrían las mujeres en etapas anteriores por ser mujer». Además, como recuendan desde la PMP, las mujeres mayores de hoy son aquellas que materializaron los movimientos sociales siendo pioneras en su lucha feminista. Por eso es necesario «promover los derechos de la mujer en todas las etapas de la vida desde una perspectiva generacional», haciendo posible que las nuevas generaciones aprenden del amplísimo conocimiento que atesoran las mujeres mayores.
Así, el presidente de la Plataforma, Lázaro González, ha afirmado que «las experiencias y aprendizajes que las mujeres mayores han acumulado no suelen ser reconocidas». Circunstancia que imposibilita que se acepten «sus contribuciones sociales y se reconozcan sus logros en la conquista de derechos y en el avance de la igualdad en nuestra sociedad».
La mujer cuidadora
Otra de las facetas más importantes de la mujer mayor es su papel como cuidadora, ya que el peso del cuidado suele recaer en ella desde su juventud. Un «peso» que lleva a que, al hacerse mayor «sufra las consecuencias físicas y psicológicas de ese trabajo poco valorado, invisible y que apenas nadie reconoce». Así se ha manifestado Sabina Camacho, presidenta de la Confederación Española de Organizaciones de Mayores, CEOMA.
Además, esa «vida dedicada al cuidado» tiene un impacto negativo en la economía de la mujer. Muchas mujeres «tienen unas pensiones más bajas que los hombres por no haber podido trabajar fuera de casa». Camacho insiste en que el peso de la mujer sénior en la sociedad es «grande», por lo que no es justo que si el colectivo femenino ya está infrarrepresentado en los puestos de liderazgo y decisión, «las mayores lo están aún más, por ser mujeres y mayores».
