Me lo sé de memoria

0
744
olvidos

 

Pequeños y grandes olvidos, como cuando alguien te saluda y no sabes de quién se trata, si no recuerdas el nombre de tu vecino, si dejas las llaves del coche en el frigorífico o buscas durante horas la carpeta con los documentos que necesitas para ir al banco. Este tipo de cosas se asocian a la pérdida de memoria, que suele ir pareja al incremento de la edad. Sin embargo, ser mayor no es sinónimo de desmemoriado. Desde el Coaching te acompaño en tu reflexión sobre la memoria pues, ¿sabes la buena noticia? Que también se puede entrenar.

 

Según un estudio de Nutricia, la división especializada de nutrición del grupo Danone, más del 65% de las personas mayores de sesenta años experimentan pequeños olvidos en el día a día, como no saber dónde están las llaves o la cartera.

Es una de las conclusiones del Estudio Sociológico de Memoria en mayores de 60 años en España, elaborado por dicha empresa, “para conocer el comportamiento respecto a las dificultades de memoria y su grado de conocimiento con respecto a lo que se denomina el deterioro cognitivo leve o DCL”.

“Los despistes y olvidos están presentes en más del 65% de los mayores de 60, aunque la mayoría no les da importancia ya que consideran que es algo normal, asociado a su edad”, se recoge en el citado informe.

Según algunos expertos, “los despistes suelen ser episodios normales a lo largo de toda la vida y se dan con mayor frecuencia a medida que nos vamos haciendo mayores”.

No obstante, el estudio de Nutricia recoge que “en el momento en el que el declive cognitivo está por encima de lo que se considera normal para la edad y el nivel educativo de una persona, podría tratarse de síntomas asociados al deterioro cognitivo leve, que en España afecta a tres de cada diez personas mayores de 65 años”.

¿Cuáles son los principales síntomas del DCL? En el estudio sociológico se citan algunos como no recordar las fechas con facilidad, presentar menor destreza en las pequeñas tareas cotidianas, olvidar los nombres de personas o cosas conocidas, perder el hilo de las conversaciones o los pensamientos y también experimentar cambios de comportamiento (se aguza la sensación de apatía o desgana, desorientación e incluso la pérdida de habilidades sociales).

“Este deterioro es un problema de salud al que hay que prestar atención en las consultas de atención primaria”, dice Enrique Arrieta, médico miembro del grupo de Neurología de SEMERGEN (Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria); “Ante una queja de memoria, en primer lugar, es preciso confirmarla, tanto con el paciente como con su entorno, e incluso mediante un test cognitivo breve”.

Dice el doctor Arrieta que con esta información “podemos dar unas pautas de prevención a los pacientes y, si sospechamos de DCL, hacer la derivación al neurólogo quien completará el diagnóstico”.

“Es necesario crear conciencia social de que los pequeños olvidos pueden no ser simples pérdidas de memoria y que el tratamiento precoz de estos síntomas puede prevenir el progreso de la enfermedad hacia estadios más severos”, dice la doctora Amparo Bonilla, farmacéutica coordinadora del grupo de Abordaje y Tratamiento de Salud Mental de SEFAC.

 

memoria

Ganarle la carrera al olvido

Hay numerosas prácticas que pueden ayudar a entrenar la memoria. Según el estudio citado, algunos hábitos son más conocidos por la población para frenar la evolución de los olvidos.

Es el caso de los ejercicios de memoria (80%), tener una vida activa y practicar ejercicio físico (63%).

El 37% de los encuestados, con edades comprendidas entre los 60 y los 75 años, ven la alimentación como una vía para frenar su evolución y el 26% tienen en cuenta la suplementación nutricional.

 

Desde el Coaching, te propongo algunas pautas para entrenar tu fortaleza frente al olvido:

  • Atención al momento presente. Si te vas al pasado, puedes caer en la angustia y en la culpa por lo que hiciste o dejaste de hacer. Si te vas al futuro, quizá idees escenas que te llevarán a la preocupación. Si estás en el presente, tu cerebro funcionará mejor, pues serás consciente de lo que vives.
  • Date cuenta de las pequeñas cosas. Hay personas que sienten un vacío existencial, incluso teniendo todo aquello que, en principio, podría hacerlas felices. Expertas como la psicóloga y coach Sandra Martínez considera que “independientemente de lo material, has de preguntarte qué es lo que deseas sentir, qué es lo que estás dando por sentado”; “puedes buscar esas actividades que te llenan en lo pequeño, en lo cotidiano, para empezar a apreciar lo que tienes”.
  • Entrena tu pensamiento para modular tus emociones. De los 60.000 pensamientos que, de media, tenemos cada día, el 80% nos producen malestar. Te invito a que, cada vez que imagines un evento o situación que te produzca miedo o ira lo deseches, dándote permiso para sentir cualquier emoción, aunque sin que te desborde. Así modulas tus emociones, mediante el control o dirección de tus pensamientos.
  • Procura no tomarte nada por lo personal. Es uno de los Cuatro Acuerdos, propuestos por el doctor Miguel Ruiz, que se basa en la filosofía tolteca. “La importancia personal o tomarse las cosas personalmente, es la expresión máxima del egoísmo, al considerar que todo gira a tu alrededor”.
  • Agradece por quien eres y por lo que tienes. Te propongo que redactes una lista con cinco cosas por las que puedas agradecer cada día. Colócala en un lugar visible para que puedas enunciarlas por la mañana, o por la noche, al acostarte.
  • Aprende a meditar. Y practica cada día. La neurocientífica Nazareth Castellanos asegura que “la mayor causa de infelicidad es la divagación mental, es decir, el ajetreo, la falta de paz interior y el exceso de diálogo interno, que tienen su correlato neuronal, causando sufrimiento e insatisfacción”
  • Comparte alegrías y penas. Confía en tus personas favoritas y, sobre todo, practica el amor incondicional. Hace unos días mi amiga Vicky ha publicado en su estado de wasap esta inspiradora frase: “No te sientas mal si la gente sólo se acuerda de ti cuando te necesita; siéntete privilegiado por ser como una vela que viene a su mente cuando hay oscuridad”.

 

 

Para quienes habéis llegado hasta aquí, comparto con vosotros una anécdota entrañable de uno de mis seres favoritos, que hace unos meses trascendió.

Ella era una persona muy activa, con muchos quehaceres y responsabilidades por lo que, a veces, su memoria “le hacía trampas”, tal y como ella decía.

Sin embargo, manejaba una herramienta muy eficaz: la invocación a San Antonio. A él le pedía que apareciera lo que quisiera que hubiera perdido y lo cierto es que el santo no fallaba, pues al poco tiempo encontraba el objeto buscado.

El entrenamiento en la atención al momento presente hace que, por ahora, yo no tenga que recurrir a tal magia, aunque me encantará continuar con esa estupenda tradición, llegado el caso.

In Memoriam, Mamá querida.

 

¡Felices Memorias! ¡Feliz Coaching!

 

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí