Conocemos ya la importancia de mantener nuestra microbiota en el mejor estado de salud, para encontrarnos mejor. Recordamos que esa microbiota intestinal tiene unas funciones esenciales para el organismo, como defenderlo frente a bacterias y virus, asegurar el correcto funcionamiento del sistema digestivo y colaborar en la producción de vitaminas así como en la correcta absorción de minerales.
La clave para cuidar nuestra flora intestinal está en una buena alimentación donde los probióticos, prebióticos y fermentados son fundamentales. Por eso, hoy recurrimos a alguna de las recetas que se enseñan en el curso de cocina Scoolinary, donde el chef Robert Ruiz nos muestra cómo elaborar Kéfir, Hidromiel, fermentados y Kombuchas, probióticos muy importantes.
Los probióticos son complementos alimenticios a base de microorganismos
vivos que ayudan a mejorar, restaurar y mantener la microbiota intestinal. La Kombucha es uno de ellos y estas son sus indicaciones.
Ingredientes para la kombucha base: 1 l agua, 65 gr de azúcar blanco, 65 gr de té negro, y 300 ml de kombucha y scoby.
Elaboración:
En primer lugar tienes que infusionar el té, a 90 ºC durante 20 minutos. A continuación, disuelve el azúcar en esa infusión. Cuela y reserva, hasta que el agua esté por debajo de los 40 ºC. Llegados a este punto, es el momento de añadir el scoby y la kombucha, para que comience la fermentación entre 7, 14 a 20 días aproximadamente (ir probando hasta lograr un toque asidrado) a una temperatura de 20 °C, tapado con un paño.
Cuando ya tengas la kombucha deseada, retira 1 litro de kombucha y
reserva en frío. Debes dejar un poco de kombucha para hacer una nueva tirada.
Y debes saber que a la kombucha base, se le pueden añadir arándanos, trocitos de piña, zumo de naranja, café, etc., para aportar notas diferentes a su sabor y, así, convertirla en la bebida que todos quieran tomar.
