¿Qué es y cómo entrenar la esperanza?

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Espoir en francés, tama en maltés, sperare para los italianos, umut en turco, hope en inglés y hasta en el idioma suajili de tanzanos y keniatas, matumaini tienen la misma traducción al español: esperanza, sentir que se representa con el color de la naturaleza, el verde, que agoniza para volver a renacer.

Verde primavera, señal de nuevas cosechas; verde naturaleza, que muere para volver de nuevo a la vida; verde heráldico, que comparte con el valor de la fortaleza y verde en el mundo oriental, relativo al equilibrio y la armonía. Todo esto y mucho más es la esperanza, que a su vez forma parte del amor. Más, ¿para qué nos vale la esperanza?

Según la mitología, la diosa griega Pandora contravino la prohibición de destapar su cofre, dejando escapar dos de los grandes males de la humanidad: la enfermedad y la muerte. Al darse cuenta de lo que había provocado, lo cerró precipitadamente, dejando en su fondo algo muy valioso no liberado, el don de la esperanza. Quizá sea por eso que, según la acepción popular, dicho valor sea “lo último que se pierde”.

 

Deseo y motivación

Sentirse esperanzado, esperanzar, tener y/o dar esperanza son términos relativos a una actitud que surge cuando algo que se desea se ve alcanzable. Dicha voluntad nos ofrece una lectura más completa y diferente de nuestras acciones, al tiempo que sirve de contrapeso frente a algunas de nuestras creencias limitantes.

La esperanza se tiene, se da, se comparte y también se entrena. Desde el Coaching, el para qué de la esperanza tiene nombre de motivación, de positivismo, de búsqueda de objetivos, de fijación del reto y de su proceso para lograrlo. Es decir, es un término 100% Coaching. Te propongo una reflexión sobre qué es para ti la esperanza:

  1. ¿Cómo defines la esperanza? ¿Cómo la sientes?
  2. ¿Qué otra palabra se te viene a la mente cuando piensas en la esperanza?
  3. ¿Qué representa para ti? Te invito a que recuerdes alguna escena en la que sentiste que algo era posible, o cuando alguien te mostró que podía serlo. ¿Cómo fue la experiencia? ¿Recuerdas qué te dijiste? ¿Cuál fue tu reto? ¿Cómo y cuándo lo llevaste a cabo?
  4. ¿Cómo te influye en tus acciones día a día? ¿Le das espacio en la toma de decisiones?
  5. ¿Qué pasa cuando no sientes esperanza? ¿Qué le ocurre a tu motivación?
  6. ¿Cuál es tu reacción ante un imprevisto que frena la consecución de tu objetivo?
  7. ¿Cómo actúas cuando crees que se te cierran todas las puertas?

Te propongo que escribas tus respuestas en tu Diario Coaching. Al releerlas, te invito a que también tengas en cuenta los siguientes aspectos:

  • La esperanza contiene el valor de la confianza. Confías primero en ti misma, pero también en otros e incluso en la situación, si fuera preciso. A su vez, la confianza conlleva un riesgo. En Coaching tal riesgo se contempla como parte del proceso de aprendizaje.
  • La esperanza hace guiños a la motivación. Al identificar un reto, al centrar un objetivo y al seguir un proceso, ese estímulo es valioso.
  • La esperanza compensa las creencias limitantes. A veces nos ponemos etiquetas, a nosotros y/o nuestras acciones, emitiendo juicios que frenan nuestro avance. El ego nos hace creer que las cosas son de una determinada forma para mantenernos “seguros”. Sin embargo, al romper ese filtro, podemos sentir que nuestro objetivo es alcanzable.
  • La esperanza implica valentía. La confrontación de nuestro ego supone salir del “área de confort”, vencer al miedo y dejar entrar a la esperanza.
  • La esperanza es parte del amor. Enamorarse de una idea, de un reto o de un objetivo implica un proceso en el que la creencia en ese valor “último” puede ayudarnos al surgir cualquier dificultad, aunque sea extrema.
  • La esperanza es fortaleza. El hecho de creer en que algo sea posible fortalece nuestro ánimo frente a las adversidades.
  • La esperanza promueve la armonía y el equilibrio. Actúa como una balanza frente a las sombras, nuestras zonas oscuras, iluminando en parte el camino hacia nuestro objetivo.

 

La esperanza nos cura, nos sana; es como un bálsamo frente a las erosiones causadas por la frustración, el pesimismo, la culpa o los errores cometidos. Desde el Coaching te invito a que le des una oportunidad a la tuya.

¡Feliz Esperanza! ¡Feliz Coaching!

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