El desconfinamiento y los retos para los mayores

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El desconfinamiento presenta diferentes retos para todos, también para las personas mayores. Un asunto sobre el que disertó el psiquiatra Bartolomé Freire, autor de La jubilación, una nueva oportunidad, en una jornada virtual con Esade Alumni. En este foro explicó cómo se han sentido las personas mayores durante estos meses de confinamiento, y cuáles son esos retos, que resume a continuación.

Muchos, por primera vez, tenemos la conciencia de pertenecer a un grupo de riesgo, con la posibilidad de enfermar gravemente o incluso de morir. La realidad no solo se ha transformado, de manera inesperada, si no que amenaza nuestra supervivencia. (En España el 68% del total de hospitalizaciones por coronavirus corresponden a los mayores de 60 años).
La presencia de la muerte entre nuestros coetáneos nos obliga a poner al día la imagen que tenemos de nosotros mismos, nos induce a tomar conciencia de una mayor vulnerabilidad personal y nos hace sentir aislados del resto de la sociedad. A ello se añade una mayor conciencia de finitud, lo que convierte al tiempo en un bien aún más precioso y su aprovechamiento en perentorio.
Al obligarnos, los cambios drásticos de nuestro entorno, a pensar de otra manera, se abre un tiempo para la introspección, para profundizar en el significado de nuestras vidas y de lo que vamos a hacer a partir de ahora. Tenemos que ser conscientes de este aprendizaje potencial para aprovecharlo mientras sucede. Porque del proceso de reflexión pueden resultar nuevas maneras de comprender el mundo, enfoques diferentes, incluso llegar a ser una persona diferente. (Lodge y Carnel).
Según avanzamos en edad somos más conscientes de la importancia que tiene el tiempo en nuestras vidas y varía la forma de vivirlo, en vez de medirlo desde el nacimiento tenemos en cuenta el tiempo que nos queda. Muchos autores coinciden en afirmar que en la primera mitad de la vida nos esforzamos por satisfacer las demandas sociales, mientras que en la segunda se refuerza una tendencia centrípeta en la que prima la reflexión sobre lo vivido y la búsqueda de felicidad y sentido.
Según la Teoría de la selectividad socio-emocional de Laura Carstensen  los adultos jóvenes dan mucha importancia a actividades de las que piensan obtener frutos en el futuro. Pero cuando aumenta la conciencia de que el tiempo es limitado los objetivos cambian y se pasa a priorizar los que derivan en estados emocionales placenteros, como estar en paz, sentirse bien o buscar la compañía de los amigos.
Julie Glück propone que los desafíos que vamos encontrando a lo largo de la vida funcionan como catalizadores para el desarrollo de la sabiduría y que los recursos personales determinan como evaluamos, afrontamos e integramos esos desafíos. De acuerdo con su modelo los recursos que funcionan como precursores de la sabiduría son: el éxito en el  manejo de situaciones inciertas e incontrolables, la disposición a abrirse a nuevas experiencias, la capacidad de reflexión y el equilibrio emocional incluyendo la empatía. Los recursos externos, como amigos y profesores y las diferentes situaciones que atravesamos en nuestra evolución también son determinantes.
Desde esta óptica la adaptación al desconfinamiento nos reta a poner en juego nuestros recursos personales utilizando lo que hemos vivido y aprendido a lo largo del camino. Se entiende por sabiduría la capacidad de emplear el bagaje almacenado de conocimientos y experiencias para ver conexiones  entre cosas que previamente no estaban conectadas, detectar patrones comunes y establecer analogías. Al alcanzar una visión global de los problemas que van surgiendo, tanto propios como colectivos, se pueden hacer predicciones acerca de lo que va a pasar y encontrar nuevas soluciones. Esta capacidad, patrimonio de los seniors, favorece la adaptación a entornos cambiantes. Así vamos desarrollando más y más sabiduría según envejecemos.
Pero no todo el mundo se hace más sabio con la edad. La sabiduría evoluciona a partir de cómo procesamos e integramos lo que hemos conocido y experimentado. Sus fundamentos son: la empatía, el pensamiento crítico y la gestión adecuada de las emociones que pueden aprenderse o ser estimulados desde la infancia. Es un recurso que parece tener una base neurológica, ya que como consecuencia del paso de los años se producen cambios cerebrales que permiten que los dos hemisferios se comuniquen más libremente (combinar lo lógico con lo intuitivo, el pensamiento basado en hechos con el artístico, etc.).
Así pues, en la tercera fase, echemos mano de la sabiduría que hayamos adquirido para llevar adelante nuestros proyectos, preservando la salud y neutralizar la incertidumbre con nuevas soluciones a los problemas creados por la pandemia. Los seniors podemos aportar empatía y tolerancia para buscar la concordia en vez de la división y estimular la solidaridad y la cooperación tan necesarias en tiempos de crisis. También tenemos la oportunidad de cambiar, con nuestra conducta y nuestras manifestaciones, el papel que desempeñan los mayores en la vida cotidiana. En particular, nos interesa cambiar la visión social de los mayores en un momento en que aparecemos  como seres vulnerables o incapacitados.
Porqué la vejez es un periodo de crecimiento, una etapa con sus propias características, la culminación del ciclo vital más que un periodo exclusivo de pérdidas y deterioro. Hay recursos que se refuerzan y otros nuevos que florecen. Y mucho ánimo a todos, por que la edad reportada en múltiples encuestas como la más feliz es ¡la de 82 años!

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