El último que ponga la fecha.
Humo de opio,
en la sauna solitaria del bosque.
Perros con hambre en la puerta,
lluvia de leche que apesta,
frágil inocencia en la voz de tus palabras
amanece…
me quedo por noche
al otro lado del ombligo,
disimulando.
Acorde suspendido,
el arañazo del aire en los surcos
de unos labios secos.
Comiéndose su piel a oscuras.
¿No buscabas besos?
Lengua en paso
arde en comisuras.
Sin botas
pies tocando hojas mojadas
en la noche de los lobos
que esperan tu carnaza.
El olor de la muerte
es un plato en un lienzo bien caliente,
óleos de sangre de vena
pelos en paleta de madera,
buscando azul de agua corriente
para verte circular entre la tela
de ese cuadro,
la mitad está en tu mente
la otra mitad solo es verbena…
Cuento los pasos hacia mi cabaña.
Vuelvo al presente,
tú que me dejaste
vivo hasta mañana.
Muerto en la noche…
de mente.
Un pequeño giro,
y una nota en ruleta.
Dice:
Frío… mucho frío… taparme joder
y el solo… sentirse vivo…
en los bordes.
Los bordes
esquinas de los centros
llamas de fuegos cobardes
llamas en rojo…
Lamentos.
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