¿Quieres casarte contigo?

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¿Quieres casarte contigo? Se le ha dado el nombre de sologamia y consiste en casarse con uno mismo. La práctica, iniciada según unos en Japón y según otros en los Estados Unidos en la segunda década del actual milenio, se centra en alcanzar un autocompromiso. Desde el Coaching te invito a entrar en el nuevo mundo del self marriage o automatrimonio.

Da igual la edad que tengas, es lo mismo cuál sea tu estado civil, tu identidad sexual o incluso tu nivel de renta: para alcanzar el compromiso del que hablamos te basta con tenerte a ti misma y el objetivo de quererte.

¿Para qué casarse con uno mismo? ¿Qué hay detrás de este ritual al que estamos acostumbrados que se haga en pareja? En uno de los últimos estrenos del cine español, La boda de Rosa, la protagonista, encarnada por la actriz Candela Peña, decide casarse consigo misma y celebrarlo.

Hace un par de semanas, alguien me envió por WhatsApp la foto de un anillo. Era el primer paso para su ritual de autoboda, que tiene pensado celebrar en breve. El hecho me dio en qué pensar; ¿para qué casarse, justo en este momento de su vida? ¿Cuál sería su objetivo? ¿Qué había detrás?

Desde la intuición elegí algunas respuestas, que aún no he tenido ocasión de contrastar con esa persona. Conceptos como el de autoestima, empoderamiento y compromiso, pero también los de lealtad, fidelidad, sinceridad, respeto, compasión o autenticidad. Y todo ello para sí. La idea me ha resultado apasionante y, dado que como coach soy la primera en experimentar técnicas y sistemas, he decidido celebrar mi propia ceremonia de self marriage. Comparto contigo cómo lo voy a hacer.

Prometo serme fiel

Ya he planeado mi autoboda. Va a ser en un lugar escogido, al igual que la fecha, que tiene un gran significado para mí; será en la más estricta intimidad, puesto que yo misma haré de oficiante y de inminente desposada. He seleccionado un vestido gris perla muy bonito de mi armario. Se trata de una prenda con la que “me siento muy yo”, a la que sumaré una chaqueta, por aquello de los vientos otoñales, zapatos o botas dependiendo del clima, y un bolso en el que cabe un anillo que, éste sí, he comprado para la ocasión.

Todo este atrezzo sirve como soporte del verdadero significado, expresado a través de mis votos. Sin duda el anuncio de sologamia compartido por esa persona resonó en mí, por lo que me puse a trabajar en qué es lo que había detrás. Te invito a que, si también te resuena a ti, te hagas las siguientes preguntas:

  1. ¿Quiero casarme conmigo?
  2. ¿Para qué deseo hacerlo?
  3. ¿Qué hay detrás de tal objetivo?
  4. ¿Qué es lo que me aportará?
  5. ¿De qué me doy cuenta?
  6. ¿Cómo lo voy a hacer?
  7. ¿Cuándo?

Mis respuestas me han llevado a plasmar mis votos. Ha sido precisamente al redactarlos cuando me he dado cuenta de cuál era mi para qué. La autoestima es una herramienta poderosa, de la que partimos para establecer un vínculo de apego seguro con nosotros mismos. Pues bien, al experimentar los preparativos de la boda conmigo, me he dado cuenta de que dicha herramienta puede oxidarse. Me explico: nuestro cerebro es experto en preservarnos, manteniéndonos vivos y a salvo.

Ese gran músculo se vale para ello del rincón de confort, el lugar en el que cree que estaremos seguros. Sin embargo, tras ese mecanismo hay una emoción: miedo. Sentimos temor a muchas cosas; por ejemplo, a estar fuera de la tribu, a ser expulsados del grupo, a no poder contar con la familia.

En mi caso, tal actitud me ha llevado en varias ocasiones a retroceder incluso en valores clave para mí, como la lealtad o el respeto hacia mí misma, en favor de los demás. Ser coach me ha permitido entrenar herramientas y sistemas con las que he colocado dichos valores en el lugar que les correspondía. No obstante, de vez en cuando necesito quitarle el óxido a mi autoestima. El self marriage me ha recordado lo importante que es amarse, sobre todo a una misma. Me encanta compartir contigo mis votos:

“Yo estoy aquí, en este día y hora, para pronunciar mis votos de unión inquebrantable conmigo:

Prometo serme fiel.

Prometo serme leal.

Prometo serme sincera.

Prometo amarme.

Prometo quererme.

Prometo respetarme.

Prometo compadecerme.

Prometo evitar el juicio y la culpa.

Prometo evitar el resentimiento.

Prometo confrontar el miedo.

Prometo ser auténtica.

Estos once votos los cumplo en la alegría y la tristeza, en el bienestar y en el malestar, todos los días de esta vida, hasta que la muerte me una a la gran Luz del Espíritu”.

¡Feliz Autocompromiso! ¡Feliz Coaching!

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