La apuesta segura de las habilidades sénior

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Todos hemos tenido ocasión de leer últimamente sobre talentos y habilidades, aunque en muchas ocasiones ambos términos se utilizan indiscriminadamente y de manera confusa, incluso por los profesionales del sector.

Hablamos de talento cuando nos referimos a una capacidad especial que no ha sido aprendida, a un don para realizar y perfeccionar una determinada actividad con más facilidad que el resto de las personas. Por otro lado, hablamos de habilidades cuando hemos desarrollado de manera consciente y mediante el aprendizaje y/o experiencia una capacidad para realizar una actividad. Por ejemplo, las habilidades técnicas las desarrollan los estudiantes que estudian carreras técnicas. O bien, es posible llegar a tocar el piano sin un entrenamiento especial, porque se tiene talento para ello. Aunque también es posible aprender a tocar el piano a base de horas de entrenamiento porque se ha desarrollado la habilidad.

Si trasladamos esto al ámbito laboral, observamos que actualmente se están demandando en mayor medida competencias y recursos que raramente se imparten en la educación formal. Es decir, raramente se desarrollan como habilidades durante la época de estudios de un profesional. Se trata de las habilidades blandas o “soft skills”, que se definen como aquellas vinculadas con la capacidad de gestionar lo imprevisible, la incertidumbre, saber escuchar, comunicar en público, gestionar la emocionalidad, flexibilidad a situaciones y horarios, capacidad de evolución, liderazgo, trabajo en equipo, tolerancia a la diversidad, creatividad, capacidad de transmitir el conocimiento, la gestión de contactos, la credibilidad o el compromiso, entre otras.

Una investigación realizada por la Universidad de Harvard, la Fundación Carnegie y el Centro de Investigación de Stanford, publicado en la National Soft Skills Association (www.nationalsoftskills.org), ofrece como resultado que el 85% del éxito profesional proviene de tener habilidades blandas y personales bien desarrolladas, y solo el 15% del éxito laboral proviene de habilidades y conocimientos técnicos.

Dichas habilidades blandas se adquieren con la experiencia y el entrenamiento y es complicado encontrar a un profesional con pocos años de experiencia que las tenga innatas, es decir que las tenga como talento intrínseco.

Algunas posiciones requieren de más habilidades blandas que otras, pero a medida que la persona evoluciona profesionalmente son las habilidades blandas las que le permiten progresar profesionalmente y conseguir resultados mejores y en menos tiempo. En la selección de puestos senior y directivos estas habilidades son las más requeridas, y es también para estos puestos donde encontramos los mejores candidatos entre los profesionales que denominamos actualmente como «talento sénior«. Profesionales que aparte de las destrezas aprendidas en su ámbito laboral (titulaciones universitarias, cursos, máster, etc.) nos aportan, gracias a sus años de experiencia y entrenamiento laboral muchas habilidades blandas.

Por lo tanto, y tal como indica la investigación de Harvard, aprovechemos las habilidades blandas y pongamos en valor el talento sénior en las empresas, notaremos los resultados tanto en el ámbito de negocio, motivación y diversidad como en el propio ambiente laboral.

 

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