El labrador

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Soñadores de vida
que se levantan temprano
para acostarse tarde
después de servirla
destrozándose las manos.

Soñadores de campo
agarrados a una manta en el invierno,
quemándose la piel en el verano.

Hay un hombre
que sueña con frutos en desierto.
Hay un hombre
que por las noches sueña
con seguir soñando despierto.

Un hombre que labra
y perfila surcos imposibles
tan rectos como esas líneas invisibles
que separan a un olivo de otro,
y que llegan a la tierra
desde el sol,
y que cada día,
después de desayunar en Maura,
vuelve y se encuentra
con que cada una de esas semillas
se han convertido en cuerpos presentes.

Y es que en Extremadura
las estrellas nacen de la tierra.

Hay un nombre, José.
Pude verlo paseando silencioso
por la tierra que lo vio nacer.
Y pude ver cómo era el silencio
quien conversaba con él.
Y pude ver cómo su mirada templada
como el tacto a la seda
que despierta junto al brasero,
arropaba con su piel descalza
la piel desnuda al extranjero.

La luna es la tela
con dos gotas de agua
y del color de la primavera.
El sol un corazón
en forma de pincel.
Vuelven sus manos a por él
para pintar la pradera.

Madre tierra,
que besas para crecer,
creciendo y
siempre junto a ella.

 

 

losangelesnosmirandurmiendo.blogspot.com.es

 

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