El Coaching de las pelis

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¿Cuál es tu película favorita? ¿Qué es lo que te dice cada vez que la vuelves a ver? ¿Te identificas con la historia que cuenta? ¿Quizá con cómo lo cuenta? ¿O es por uno de los personajes? ¿Qué es lo que te resuena en tu cine predilecto? Te invito a averiguarlo a través de la fórmula “Coaching + Cine

Cadena perpetua, Doce hombres sin piedad, El apartamento, Eva al desnudo, La vida de Brian, El discurso del rey, Amélie, Gente corriente, American beauty, En busca de la felicidad, y hasta la cuestionada Lo que el viento se llevó. Pero también El guerrero pacífico, Matrix, Mi vida sin mí, Interstellar o Bajo el sol de la Toscana. Todas ellas tienen en común formar parte del cine contemporáneo, cada cual a su estilo y con su propio mensaje. Más, ¿qué hay detrás de nuestra elección de uno u otro filme? ¿Qué es lo que nos engancha de un personaje protagonista o secundario? En definitiva: ¿Para qué nos sirve el cine en nuestra vida diaria?

Estoy enganchada. Lo confieso. Se trata de la serie norteamericana The Blacklist, que consumo a velocidad de vértigo, a pesar de que ya rozo la temporada final. La historia en sí no es lo que me tiene atrapada, pues cuenta las idas y venidas de un gánster de apariencia un tanto trasnochada que intenta sobrevivir en la era digital. Hasta ahí bien, pero nada nuevo. Sin embargo, lo que me atrae como la luz a una polilla es, precisamente, el personaje de Raymond Reddington, un antihéroe que por más que entrene la mentira resulta verosímil, que por más que sea dual inspira confianza, que por más que tenga un aspecto corriente, casi anodino, resulta muy atractivo.

Su atracción reside, precisamente, en su realidad, en su cotidianidad, en sus prioridades, en su forma, en suma, de querer a los suyos, a la familia que se ha creado. El personaje encarnado por el actor James Spader consigue que piense con su lógica, que sienta con sus emociones, que diga con su voz y que desee hacer lo que él hace. Bueno, no todo, pero casi. Me he sorprendido a mí misma en mi necesidad: ser querida de la forma en que el personaje Raymond Reddington sabe querer. Tal ha sido mi epifanía. Así he empezado mi nuevo proceso y gracias al cine.

A través de películas, cortometrajes, documentales y, hasta si me apuran, los anuncios, es posible conectar con nuestro interior, con esa emoción, esa necesidad o esa realidad que nos falta, nos sobra o es preciso confrontar. El cine constituye una herramienta terapéutica, pero también para el Coaching. Precisamente desde este último enfoque te invito a profundizar en tu mundo onírico, aquello con lo que sueñas despierta a través de historias de celuloide.

Como recoge Juan Antonio Gómez, crítico de cine de la Universidad de Educación a Distancia (UNED), en “Una aproximación general al tratamiento de la Psicología en el Cine”: “Los protagonistas de la mayoría de las películas son seres humanos en relación consigo mismos, con el mundo y con los demás hombres”.

 

Identificar necesidades

“¿En qué se parece el cine a tu vida?”, se pregunta Juan de Dios Carrascosa, experto en simbología; Si quieres cambiar tu vida, debes modificar primero el cartucho de tu película mental, de forma previa a que se proyecte en tu vida, es decir, debes mudar tu mundo intangible para que con ello tu mundo tangible o físico se convierta en otro”.

Juan de Dios Carrascosa lanza otra pregunta: “¿Podrías cambiar la emisión de una película modificando la pantalla dónde se visualiza, pero dejando el mismo proyector que está emitiéndola? Posiblemente me dirás que es al revés; entonces, ¿te das cuenta de cómo muchas veces intentamos cambiar la pantalla cuando en realidad lo prioritario sería hacer lo propio con la cinta de la película?”. Este especialista nos invita a modificar la historia que nos contamos, trayendo a nuestro consciente aquello que tenemos bien guardado en el inconsciente.

La herramienta del Cine aplicada al Coaching tiene que ver con la forma de lenguaje con el que nos hablamos. Para exteriorizar nuestras emociones solemos recalar en la que es dominante, de forma que si estamos tristes lo habitual es escuchar música, leer libros o ver películas donde se hable o se plasme la tristeza. Te propongo que aproveches tales ocasiones para entrenar tu inteligencia emocional. El método lleva varios pasos:

1º. Elige una película, serie, cortometraje, vídeo o incluso un anuncio cuyo contenido te resuene.

2º. Ten a mano tu Diario Coaching. Detén la imagen cada vez que la escena, el entorno, el contexto o el sonido te digan algo.

3º. ¿Puedes identificarlo? Si es así, anótalo mediante una palabra. Si no, expón la idea.

4º. ¿Cómo te sientes? ¿Qué es lo que sientes? ¿Cuál es la emoción?

5º. Corporalmente, ¿en qué parte lo sientes? ¿Qué sensación te produce?

6º. ¿Cuál es el recuerdo que te evoca esa escena, o ese personaje y/o lo que dice?

7º. ¿Para qué has escogido esa película? ¿Qué hay en su historia, en sus tramas o en sus personajes que te ha llevado a volverla a ver?

8º. ¿Cuál es tu necesidad? Trata de identificarla (Por ejemplo, si escojo El Apartamento es posible que mi necesidad esté relacionada con el respeto; Bajo el sol de la Toscana puede sugerir el deseo de construir una familia propia, alejada de la de origen; Tomates verdes fritos puede referirse al anhelo de encontrar un lugar en la vida y Matrix la necesidad de despertar).

9º. Puede ser útil tener en cuenta las cuatro toxinas de la comunicación: culpa, estar a la defensiva, menosprecio y blindaje que, al igual que cuando hablamos con otras personas utilizamos con nosotros mismos. Los expertos en (CNV) recomiendan otros tantos antídotos: para neutralizar la culpa, salir del pasado; reconocer que uno no está en la verdad absoluta reduce nuestra resistencia; el respeto consigue alejar el ego herido, que habla de menosprecio y frente al blindaje, al caparazón, permitirnos expresar lo que sentimos lo equilibra.

10º. Te propongo que seas consciente de que, sea cual sea tu necesidad, es legítima (siempre y cuando no dañe a otro o a uno mismo), por lo que te invito a iniciar tu proceso Coaching, a partir de las preguntas básicas: ¿Cuál es mi reto? ¿Qué me impide conseguirlo? ¿Cómo lo voy a lograr? y ¿Cuándo?

Ya sabes que, si lo precisas, los profesionales del Coaching podemos acompañarte en tu proceso, para que logres tu objetivo. Aquí estoy, para ti.

 

¡Feliz Cine! ¡Feliz Coaching!

 

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