Descubre las claves del juego de la vida

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Antonio Santos. El colectivo. 1996.

Uno de mis mayores placeres consiste en observar, sea en vivo, sea en formato audiovisual, a los felinos jugando. Desde que nacen, sus empujones, saltos, amagos de ataque y maullidos los convierten en adorables. No obstante, ya sabemos que esos pretendidos juegos son en realidad un aprendizaje para su desarrollo como adultos, para desenvolverse en su mundo, lo que los convierte en juegos de vida.

Y a ti, ¿te gusta jugar? ¿Cómo defines el juego? ¿Crees que la actividad lúdica corresponde a la infancia o a todo nuestro ciclo vital? ¿Qué tipo de juegos prefieres? ¿Se trata de una actividad a la que dedicas mucho o poco tiempo? ¿Valoras antes el aspecto recreativo o el de competición en esta actividad? Desde el Coaching te invito a conocer una de las peculiaridades del juego, como es que casi siempre se gana.

Un ejercicio recreativo o de competición, sometido a reglas y en el cual se gana o se pierde. Tal es la definición de juego. No obstante, desde el Coaching podemos darle varias lecturas a tal acción.

 

Efecto win-win

En términos de gestión empresarial, el efecto win-win se define como el que resulta de una negociación en la que todos ganan, es decir, obtienen un beneficio. En el juego casi siempre se puede ganar, aunque no sea el monto de la apuesta o el set deportivo, sino en términos emocionales y de aprendizaje.

¿Cómo puede explicarse que todo el mundo gane? Desde el Coaching, podemos aplicar la herramienta de las preguntas poderosas. Por ejemplo, para qué he perdido hoy al paddel, o también qué hay detrás de mi ventaja al jugar al Monopoly.

El aprendizaje al ganar o perder supone ya de por sí un trofeo emocional, pues si quedo el primero puedo compartirlo a partir de un “narcisismo saludable”, es decir, reconociendo mis habilidades y destrezas, aunque sin menospreciar a quien ha quedado en segunda posición.

Y cuando pierdo, el hecho de encajar que hay otra persona que me ha aventajado en destreza supone asumir quién soy, sin por ello minusvalorar mi propia estima.

¿Quién pierde?

Si nos preguntan si sabemos jugar, posiblemente la mayoría de nosotros asentirá; al fin y al cabo, se trata de un tipo de actividad que aprendemos y mimetizamos desde nuestra más tierna infancia. No obstante, a veces se nos queda una asignatura pendiente: la de saber perder. Se dice que estamos en una sociedad competitiva en la que lo que importa es llegar al éxito y, si puede ser, en primer lugar. Se cree en que aquél que llega el último es un perdedor.

Es más, hacemos chanza del periodo de entrenamiento en el manejo de un automóvil cuando se explica que la “L” que es preciso colocar en el parabrisas trasero del vehículo durante un año y que realmente se refiere al término inglés “learning”, aprendizaje, lo que indica es que es un “looser” o perdedor.

Hablamos de una broma, aunque en cierto modo revela nuestro afán por colocarnos en primera posición en casi todo.

Volvamos a la asignatura pendiente, la del perder. En una de sus acepciones, este término se refiere a “padecer un daño o ruina espiritual o corporal”. Desde el Coaching, te propongo darle la vuelta al concepto. Para ello, te invito a responderte a las siguientes preguntas, Diario Coaching en mano:

  1. ¿Qué te ocurre cuando pierdes? ¿Cuál o cuáles son tus respuestas? ¿Cómo interaccionas? ¿Sientes enfado, ira o resentimiento? ¿Te sientes avergonzado? Te invito a ponerle nombre a tus emociones. Evita para ello los juicios: lo que sientes es legítimo.
  2. ¿Se trata de sensaciones que puedes confrontar en unos minutos? ¿Qué necesitas para reducir tu enfado o vergüenza? Te propongo que, si no puedes físicamente, salgas mentalmente de ese entorno. Puedes imaginar que estás fuera de la escena, viéndote a ti y a los demás interactuando.

Puedes también utilizar la herramienta del conteo: “Piénsalo bien, piénsalo bien, antes de enfadarte cuenta hasta cien”; te invito a que respires profundamente tres veces y cuentes al menos hasta diez despacio, atendiendo a tu respiración y concentrándote en que tu enojo se disipa.

  1. ¿Con quién estás en esos momentos? ¿Son amigos? ¿Familiares, quizá? ¿Cuál es el nivel de aprecio que sientes por ellos? ¿Crees que merece la pena enfadarse con ellos por un juego? ¿O no son ellos el destino de tu ira?
  2. ¿Crees que los demás podrían ayudarte para confrontar esas emociones que sientes cuando crees que pierdes? ¿Qué pasaría si les pides apoyo? Te propongo que formules una petición en la que partas de un reconocimiento de cómo te sientes, seguido de la demanda de ayuda. (Pongamos un ejemplo: “tengo dificultades a la hora de encajar la pérdida, el hecho de no ser el primero; ello me genera enfado y vergüenza, entrando en un bucle del que no puedo salir solo; por eso te pido que me ayudes en la manera que consideres posible. Gracias)
  3. Si la otra persona o personas no saben cómo ayudarte, quizá tú puedas darles alguna pista. Para ello te propongo que pienses en qué detalles te resultan irritantes tras perder una partida: ¿Son las burlas? ¿Es la expresión de alegría y triunfo de la ganadora? ¿O quizá las frases de consuelo de otros?
  4. Te invito a darle la vuelta al argumento: cuando sientes que pierdes, ¿qué hay detrás? ¿Para qué crees que pierdes? ¿Qué beneficio obtienes cuando te instalas en el enfado?
  5. Tras este proceso, te propongo que te preguntes qué es lo que has aprendido; te invito a que lo apuntes en tu Diario Coaching y, sobre todo, a que lo entrenes cada vez que se te presente la ocasión.

 

El niño que llevamos

Sencillez, carencia de maldad e ingenuidad. Si a esto sumamos la creatividad, tenemos la fórmula mágica del juego, especialmente el infantil. Y como tal os propongo contemplar las exposiciones de estos días en Madrid y en Huesca, respectivamente nombradas como “Miradas Ingenuas” y “Arte Ingenuo. Colección Santos Lloro”, con objetos propiedad de este último, el coleccionista Javier Santos Lloro y del artista, escritor e ilustrador Antonio Santos.

A este último pertenecen 75 de las 300 obras de las que se compone la exposición madrileña. A través de ellas, Antonio Santos redescubre en el juego la naturalidad y la sencillez propias de la infancia.

Por su parte, las 225 obras restantes pertenecen a la Colección Santos Lloro, que en su totalidad está integrada por más tres mil obras y objetos “raros” que datan desde la Edad Media hasta nuestros días. Corresponden, entre otros, a los artistas Joaquín Torres García, Rafael Pérez Barradas, Rosario de Velasco, Carlos Sáenz de Tejada, Xavier Nogués, Mariá Pidelaserra, así como a otros autores anónimos y maestros artesanos.

Te invito a que en cuanto te sea posible te des una vuelta por alguna de las dos exposiciones. O también a que estés atento a la inauguración que en este 2021 tendrá lugar en la localidad pirenaica de Benasque: Centro Permanente del Arte Ingenuo.

Desde ese candor, ingenuidad y sencillez es como te propongo abordar tu siguiente partida; sea de parchís, damas, monopoly, ajedrez o póker. Porque, en suma y tal y como recoge uno de los últimos títulos del escritor Albert Espinosa: “Si nos enseñaran a perder, ganaríamos siempre”.

¡Feliz Juego! ¡Feliz Coaching!

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