¿Conoces qué es la inteligencia consciente?

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inteligencia consciente

Cuando hablamos de inteligencia, distinguimos entre la cognitiva, la emocional y la consciente. Mientras la primera está basada en datos y la segunda se centra en la gestión y confrontación de las emociones, la inteligencia consciente nos aproxima a una energía de paz y amor casi infinita. Desde el Coaching, te propongo entrenar tu Inteligencia Consciente.

 

Hace unos días he tenido una discusión con una de mis personas favoritas. El motivo de la controversia es ahora lo de menos, aunque ambos empleamos tanto nuestras respectivas inteligencias cognitivas como las emocionales.

Así que a la sucesión de hechos relatada por cada uno se añadieron las emociones (enfado, miedo y tristeza) que, al menos en mi caso, identifiqué y gestioné.

Sin embargo, en el momento en que iba a confrontarlas, algo más saltó dentro de mí que logró apartar al ego, con sus datos y emociones, para dar paso a dos preguntas: ¿Cómo habría resuelto este conflicto una persona a quien considero bondadosa? ¿Qué efecto tendría aplicar el amor incondicional?

“Las personas nos movemos en círculos viciosos que nos limitan, de modo que los mayores obstáculos no son exteriores, sino que están en nuestro interior”, dice Irina de la Flor, coach experta en Inteligencia Consciente, que está llevando a cabo un estudio sobre dicho tema en la universidad de Alcalá de Henares, en Madrid.

Según la directora del proyecto “Lo Mejor de Mí”, en las organizaciones actualmente se miden las conocidas como hard skills (habilidades relacionadas con la tecnología, el manejo de idiomas y el desempeño congnitivo) y las soft skills (todo aquello que tiene que ver con la identificación, gestión y confrontación de las emociones propias y ajenas).

“Frente a los patrones mentales que tienen que ver con la inteligencia cognitiva y las emociones que se relacionan con ellos y que pueden dejarnos atrapados, incluso aunque las gestionemos adecuadamente mediante la inteligencia emocional, la inteligencia consciente consigue deshacer los nudos de nuestro interior”, dice Irina de la Flor, que defiende entrenar esta última desde la meditación.

amor incondicional

Paz y amor reales

“La mente es una herramienta de juicio de lo que es bueno y malo para nosotros mismos”, dice De la Flor; “Etiqueta y generaliza para simplificar y a veces se equivoca, rechazando lo que le disgusta y creando un personaje que constituye nuestra versión esquematizada”.

Dice esta experta que la consciencia precede a la mente: “Puede apreciarse en un bebé, que en momentos tranquilos muestra esa energía de paz y de amor infinitos”; “Ese niño pequeño actúa desde un plano de inocencia e ignorancia en su sentido más puro, es decir, no razona, tampoco juzga”.

Reconoce Irina de la Flor que, aunque no podemos llegar a ese mismo estado, puesto que somos adultos, podemos alcanzar el nivel de paz y de amor incondicional “con compasión, con aceptación y sin juicios”.

“Ante un conflicto que se nos presenta, disponemos de una capacidad infinita de soluciones, si bien todas ellas parten del amor incondicional”, dice De la Flor, quien nos invita a seguir los siguientes pasos para despertar la Inteligencia Consciente:

  • Aceptación. Es conveniente aceptar todo lo que hay.
  • Evitación. Simplificaciones y juicios son evitables. De la Flor lo resume en un reconocimiento, a partir de la frase “no tengo ni idea”.
  • Desidentificación. Evito identificarme con lo que mi mente me dice, o con lo que opinan los demás.

“Existe la realidad de nuestra familia, de nuestra cultura o religión a la que estamos enganchados, sin pensar que quizá podemos salir de ese bucle”, dice Irina de la Flor, quien nos propone “saltar de la rueda del hámster, donde repetimos una y otra vez los mismos patrones, para ver el problema desde otra perspectiva, sin tanta emocionalidad condicionada”.

inteligencia emocional Para esta experta en Inteligencia Consciente, “la toma de consciencia permite solucionar, supone un despertar” y pone como ejemplo el caso en el que nos dañemos con un cactus, “si no le prestamos atención, la herida se puede infectar; entonces le ponemos una venda y ¿qué ocurre después? ¿Nos limitamos a evitar los cactus o en cambio limpiamos y curamos nuestra herida?”

Y es que, al tomar consciencia de la herida es cuando se produce el despertar de la Inteligencia Consciente.

Para quienes habéis llegado hasta aquí, os cuento cómo terminó el episodio con mi persona favorita. Tras hacerme las dos preguntas, se produjo en mí una especie de brinco no sólo emocional, sino sobre todo espiritual.

Y llegó una tercera cuestión: ¿Por dónde empiezo? Porque ya tenía claro que mi objetivo, tras respirar hondo varias veces y calmar mi ira, era aplicar el amor incondicional.

No obstante, ésta fue la parte más simple: confiando en mis valores (compasión empática, honestidad, lealtad, respeto y amor) me dejé fluir, evitando juzgar tanto a mi persona favorita como a mí misma e incluso a la propia situación creada entre ambos.

En un momento determinado, a mí no me importaba lo que hubiéramos dicho o hecho, pues lo relevante era el sentimiento de base que nos unía. Ahí los egos no tenían nada que decir. Tampoco había nada que perdonar, ya que la interpretación que le di fue la de un aprendizaje, la del entrenamiento de mi Inteligencia Consciente, hasta conseguir el amor infinito.

Se trata de un reto al que no le he puesto fecha, aunque desde ese momento reconozco que he empezado a cogerle el “truquillo” a esta Inteligencia Consciente redescubierta en mí misma.

¡Feliz Inteligencia Consciente! ¡Feliz Coaching!

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