¿Sabes qué es Slow Life?

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¿Eres de las personas que casi siempre van deprisa? ¿Utilizas expresiones del tipo “no me da la vida” o “siempre voy acelerada? ¿Eres consciente desde dónde te mueves habitualmente? ¿Conoces cuál es tu ritmo natural? ¿Sabes en qué consiste el movimiento Slow Life? Desde el Coaching, te acompaño en este proceso de adecuarse al propio ritmo de vida, sea rápido o lento.

Tengo una anécdota relativa a mi abuela Celsa, gallega por más señas. Una mujer acostumbrada a ahorrar y aprovechar todo lo que cayera en sus manos. Recuerdo que le gustaba usar una bata de esas de guatiné mientras estaba en su casa, en uno de los barrios más bonitos de Madrid, en el área de Noviciado.

Casa centenaria con un sistema de calefacción casi de la misma edad; de ahí lo del guatiné. Cuando alguna de sus hijas le preguntaba qué es lo que deseaba por su cumpleaños, ella pedía una de esas batas “para estar calentita”.

De universitaria acudía alguna vez a verla a su casa y ella solía llevar puesta una de esas prendas, aunque desgastada, incluso remendada.

Ella guardaba cada una de las batas, que anualmente le regalaban, en su armario, como si las coleccionara. Apuraba al máximo el uso de cada una, sucesivamente, si bien siempre tenía un superávit de batas sin estrenar.

Un día le pregunté a propósito de ello y, con toda naturalidad, me respondió que había aprendido a cuidar las cosas y que hasta que no estaban irrecuperables ella seguía utilizándolas. Además, cabía la posibilidad de que enfermara, que sería justo cuando empleara la prenda más nueva, “por si tienen que ingresarme en el hospital”.

No podía por menos que sonreír ante la peculiaridad de la conducta de mi abuela, que quizá alguno hubiera calificado de extravagancia. Sin embargo, yo sabía que esta gran mujer pertenecía a esa generación dispuesta al sacrificio, entendido éste como la forma de amor más genuina.

Era lo que había hecho durante toda su vida. Ahora lo sé. Así que no hizo más que continuar con lo que había sido su propio ritmo, su naturaleza más auténtica.

“Esta conexión entre el sacrificio y el amor está muy extendido”, dice Lucía Terol, organizadora profesional; “y se expresa mediante el mantra de que cuanto más me sacrifico y renuncio a mí, más amor estoy dando”.

Lucía ha participado recientemente en el congreso virtual Movimiento Slow, organizado a su vez por la coach Alicia González, con la ponencia sobre cómo simplificar la vida a través del orden y el minimalismo.

“El movimiento Slow no tiene nada que ver con un ritmo lento o acelerado”, dice Lucía; “Pues supone identificar cuál es nuestro ritmo natural y amarlo, sin entrar en conflicto con ello”.

“Significa no sentirse presionada por el entorno, manteniendo el ritmo que es natural para cada una”.

ruido

Acercarse al ruido

Quizá alguna vez nos desesperemos cuando, al circular por una vía, el vehículo que nos precede lleva una velocidad que consideramos excesivamente lenta. O también por todo lo contrario, por ejemplo, al hablar con alguien muy activo que, a la vez que nos pregunta sobre un tema, atiende el teléfono y hace planes para el día siguiente.

Puede que en ninguno de los dos casos coincidamos con la pauta seguida por esas personas. La razón es que nuestra marcha es otra, pues cada cual tiene su propio ritmo.

Es importante conectar con esa velocidad personal para pensar, sentir, decir y hacer ya que, como reconoce Terol, “si llevamos un ritmo que no es el nuestro, es posible que tengamos la sensación de que, pese a lo que hagamos y aunque sea mucho, no será nunca suficiente”.

“Es entonces un hacer que te vacía, en lugar de llenarte, provocando un desgaste”. Esto ocurre cuando nos movemos desde el automatismo, “desde lo que tengo que hacer, desde lo que los demás esperan de mí o desde lo que el resto esté haciendo”.

Es en el punto opuesto donde se sitúa la Slow Life, entendida como un estilo de vida en el que se respetan los ritmos con los que nos identificamos. “No se trata de hacer cosas distintas, son las mismas”, dice Lucía Terol; “Lo que cambia es desde dónde las estamos haciendo”.

Y nos propone: “en el silencio de la noche, antes de dormir, es un buen momento para reflexionar sobre cuál es la posición desde la que nos movemos y de cuáles son los beneficios del ritmo que sea para nosotros más natural”.

Dice Lucía que en su propio proceso identificó que, al intentar huir de su desorden, de su ruido, lo que estaba haciendo, en realidad, era evitar estar con ella misma; “si me rechazo e intento mejorarme continuamente, por ejemplo, mediante la realización de nuevos cursos, lo que hago es huir de mí, de lo que me resulta incómodo y que identifico como ruido interno”.

“El primer paso consiste en acercarnos a esa interferencia de cada uno; a partir de ahí podremos lograr que fuera de nosotros exista algo que perdure”, dice Lucía Terol; “la manera de encontrar orden duradero en mí ha sido abrazando mi ruido interno, con quien he hecho las paces”.

desorden

La clave del desorden

“Cuando nos acercamos a aquello de lo que escapamos es cuando encontramos lo que deseamos, o el aprendizaje que requerimos”, dice esta organizadora profesional, quien se reconoce como alguien que no tenía la habilidad del orden como algo innato.

Su proceso de autodescubrimiento llegó precisamente abrazando tal conducta, hasta el punto que hizo del defecto virtud y hoy se dedica al mundo del orden y el minimalismo.

“Sólo cuando hay coherencia, sin poner parches a lo que una está sintiendo, es cuando el cambio es duradero”, dice Terol, que nos propone un proceso basado en el reflejo de nuestro hogar; “Me gusta centrar el orden en la casa, pues es tangible, amorosa y no permite el autoengaño”; “Es un ente material que nos refleja muy bien”.

En su caso, la revolución real “no ha tenido que ver tanto con la cantidad o el volumen de las cosas, cuanto con la forma en la que he detectado los desórdenes fuera”.

Y es que a partir de los objetos podemos identificar los patrones, hábitos y conductas relacionadas con la forma en la que nos movemos en el mundo; “cada cual tiene los desórdenes que requiere para aprender, aunque no siempre nos gusten”, dice la organizadora.

orden en casa

La casa como herramienta

Lucía Terol nos invita a utilizar nuestra propia casa como herramienta: “Cuando vienen visitas a nuestro hogar, podemos observar los movimientos que hacemos, esas áreas que queremos esconder o eso otro que recogemos”. Partiendo de las experiencias de esta organizadora profesional, desde el Coaching os propongo los siguientes tips:

  • Simulación. Podemos imaginar que vamos a recibir a alguien que recorrerá nuestra casa. Hacer esa ruta simulada e ir anotando en nuestro Diario Coaching todo aquello que recogerías, esconderías o colocarías en otro lugar. “Eso que identificas como desorden es tu propio ruido y es ahí donde has de poner el foco”.
  • Curiosidad. Evitar identificar aquello que detectes como algo negativo, “prueba a verlo con curiosidad y hacerte preguntas del tipo ¿cuál es el cajón que no querría que alguien abriera?. O el armario, o la habitación. Cuestiónate el para qué de tu respuesta, qué es lo que lo explica y qué estás calificando como exceso o como carencia: ¿qué se supone que no tendrías que tener?.
  • Minimalismo y orden. Para Lucía Terol, ambos términos tienen que ver con la armonía, “concepto variable que no sólo guarda relación con la persona, sino también con el momento que esté viviendo; se trata de un elemento que se adapta a ti y no al revés”; “no es una pauta impuesta desde lo externo, sino un concepto que se adapta a tus condiciones distintas, de modo flexible y en presente”.
  • Orden interior y exterior. Van de la mano en el ámbito físico y se expresan en aquello que compras o en las donaciones que recibes; “es un permiso que te estás dando, sea consciente o inconscientemente”, dice esta coach experta en organización.
  • Categorías. En los procesos en los que Lucía Terol acompaña a sus coachees, realiza una división por categorías “dentro de cada una les invito a indicar aquello que les encanta, como una toalla tamaño sábana que le gusta y que sin embargo guarda para mejor ocasión”. Ese objeto “abre el movimiento hacia otras áreas de su vida”.
  • Evitación. Terol nos propone evitar los “debería hacer esto o aquello”; “juega a ver qué esconderías, disfrázate con ese vestido que nunca te pones, atiende a los aspectos que no mostrarías porque interpretas como desórdenes”.
  • Ritmo natural. Dice Lucía Terol que cada cual tiene presente la casa que desea, por lo que nos invita a identificar nuestro propio ritmo natural, evitando el juicio: “toca y divide las cosas, contempla qué te sobra e incluso qué echas en falta; si te gusta, pues adelante”. Puede ser desde pintarnos las uñas de rojo intenso a ponernos un traje de fiesta que preservamos para mejor ocasión, pues así nos percataremos de aquello para lo que no estamos dejando espacio en nuestra vida.

Para esta coach del orden y la organización, el proceso suele empezar por la estancia con menor número de enlaces emocionales: el cuarto de baño. Al no existir allí fotografías ni adornos específicos, permite una mayor libertad a la hora de “abrir, mirar e investigar hasta encontrarse con una misma”.

La Organizadora profesional Lucía Terol comparte una última reflexión: “Si no eres feliz con lo que tienes, tampoco lo serás con lo que te falta, por lo que, en lugar de huir del ruido, acércate a él; aunque en muchos casos sea doloroso, suele ser sanador”.

¡Feliz Slow Life! ¡Feliz Coaching!

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