«Los niños de hoy no son como los de antes»

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Cuántas veces habremos oído esta frase y siempre con un tono de resignación, pena o añoranza de esos tiempos en los que había un respeto por los mayores, por la autoridad… Hoy día, lo que vemos son niños con falta de límites, baja tolerancia a la frustración, consentidos, «malcriados» materialistas y un largo etcétera, pero… ¿Qué hay de cierto en todo esto? Y, sobre todo, si esto es verdad ¿a qué se debe?

Bien, veámoslo por partes.

Los tiempos han cambiado, esto ya no pilla a nadie por sorpresa. Atrás quedaron esas infancias al aire libre, en la calle, con más libertad, sin tanta supervisión adulta. Aprendiendo a resolver conflictos a medida que la vida iba poniendo obstáculos. Mucho aprendizaje a través de consecuencias (naturales generalmente, aquellas que ocurrían a partir de un suceso) y una manera de irse abriendo paso por la vida hacia la edad adulta. ¿Y qué decir de los adultos?

¿Los padres de hoy son como los padres de antes? ¿Acaso estos adultos no han cambiado?

Nada tienen que ver las madres y padres de antes con los de hoy día, por poner un ejemplo, los horarios de trabajo y ritmo de vida han cambiado mucho, sobre todo los de las madres.

Recuerdo a mi madre, que siendo una mujer “adelantada” a su época, estaba siempre disponible para nosotros, yo sabía que podía contar con ella si me caía enferma, si necesitaba ayuda en los estudios o incluso podía comer en casa cada día porque ella estaba allí.

Pero ¿en qué se parece esto a lo que vivimos hoy día? Madres que salen muy temprano de sus hogares para ir a su puesto de trabajo, que hacen “juegos malabares” para que los niños no enfermen, para poder dejarles en comedor, porque si no ellas no llegan a tiempo a recogerles al colegio, que lo que más hacen a diario es llevarles de un cumpleaños a otro, donde su vida social se reduce a la de las madres y padres de los amigos de sus hijos.

Pero claro, no nos hemos dado cuenta de que el foco está puesto nuevamente sobre el niño “los niños de ahora son unos malcriados…” bien, vale, imaginemos que esto es así, ¿acaso no son los adultos los que educan a los niños?

Cómo ya imaginas, con este panorama, la educación también ha cambiado mucho, y a esto tenemos que sumar los avances en las nuevas tecnologías ¿recuerdas cuando llegabas a casa cruzando los dedos para que el teléfono (fijo) de casa estuviera libre? O tus padres te hacían una foto y hasta que no completabas el carrete, lo llevaban a revelar y con suerte no salía velada la foto no tenías tu ansiado recuerdo, esperar, era algo propio de esa época.

Ahora sin embargo todo es inmediato. Ya ni siquiera vas a la tienda de barrio a encargar un libro, porque lo pides por internet y te llega al día siguiente, en ocasiones ¡¡¡hasta en el mismo día!!!

¿Y pensamos que esto no influye en la crianza? ¿No influye en nuestra paternidad? Seguimos creyendo que son los niños, que no saben esperar, que no toleran la frustración, que son materialistas… pero detrás de cada niño hay un adulto que no supo gestionar sus emociones, formarse adecuadamente, estar presente, ser consciente de su influencia.

Es curioso, pero en todo este tiempo hemos invertido mucho en ciencia, sanidad, nuevas tecnologías, comunicación, construcción…. ¿Y en educación? ¿Y en paternidad y maternidad? Pretendemos seguir aplicando las mismas herramientas que aplicaron con nosotros cuando éramos niños: castigos, chantajes, premios, amenazas, sin darnos cuenta que la sociedad ha cambiado, los valores también.

Poniendo un ejemplo, hace unos 50 años, por poner una cifra, cuando querías acceder a un puesto de trabajo, ¿qué se pedía? Que obedecieras: “Usted estará en esta cadena y hará caso a lo que le diga el capataz. Será responsable de lo que ocurra en su puesto y su jornada laboral será de …” y poco más ¿Qué se pide hoy día? Don de gentes, liderazgo, dotes de mando, trabajo en equipo, resiliencia, responsabilidad, compromiso… Por eso a los niños les decimos cosas como: “tu reivindica tus derechos, no te dejes avasallar, sé tu mismo, aprende a decir no, no acates injusticias, muéstrate tal cual eres”, pero eso sí, todo esto lo haces fuera de casa, cuando seas mayor, no conmigo mientras sea tu madre/padre.

¿Resulta muy difícil educar así, no crees? Cuando sabemos que los niños aprenden por ensayo y error y con el ejemplo. ¿Si quiero que mi hijo sea responsable, respetuoso, considerado, comprometido, empático… ¿Cuándo voy a empezar a enseñarle esas cualidades? ¿Y cómo lo voy a hacer? ¿Y si a mi no me las enseñaron porque me educaron en la obediencia? ¿Cómo voy a saber trasmitir todos esos valores si las herramientas que tengo son el castigo, la amenaza, el azote, la indiferencia?

Necesitamos formarnos e informarnos para adecuar la maternidad y paternidad a la sociedad y el momento que estamos viviendo hoy. No tiene mucho sentido tener los mejores avances en tecnología y seguir usando la frase “toda la vida se ha hecho así y no ha pasado nada” en lo que a crianza se refiere.

Lo creas o no, lo que tenemos es resultado de lo que hacemos. Estamos envolviendo lo viejo con papel nuevo, pero así no nos salen “buenos regalos”.

¿Y todavía sigues pensando que los niños de hoy no son los de antes?

Si quieres disfrutar de tu maternidad/paternidad o de la educación de hoy, te invito a visitar mi web infanciaenpositivo.com o mis redes sociales para profundizar sobre el tema y estar formado acorde al momento y sociedad que estamos viviendo porque recuerda: sólo tienes que ser el padre que necesitaste cuando eras niño y a partir de ahí, hacer la transformación.

Diana C. Jiménez, madre, psicóloga, educadora de Disciplina Positiva y autora del libro: Infancia en positivo (Editorial Toromítico)

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