La soledad percibida

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soledad percibida

Hablamos hoy de soledad, aunque no tanto de la inesperada, ni siquiera de la no deseada, sino de la soledad percibida, ésa que se nos ha venido encima como una ola, tras los últimos giros experimentados en el ámbito universal, de toda la humanidad. ¿Crees que estamos solos? ¿Cómo te percibes en relación al resto del mundo? ¿Qué es lo que sientes con respecto a este nuevo tipo de soledad?

 

Llevaba varios días dándole vueltas a un pensamiento que no terminaba de concretar; ha sido ayer, al despertar, cuando le he puesto palabras y lo he expresado en voz alta: “Siento una soledad extraña”, le he dicho a una de mis personas favoritas; “Es como si la gente, en general, creyera que son seres individuales que carecen de la habilidad de la comunicación o del poder de la empatía”.

Pantallas de todo tipo atraen nuestra atención de forma instantánea, aislándonos casi sin remisión de nuestros semejantes.

Con esta idea en mente, me he dedicado a observar a la gente en distintos escenarios: sentada en una terraza, mientras recorría los pasillos del súper, en el autobús y el metro o, simplemente, mientras caminaba por la calle.

La conclusión ha sido la misma: a día de hoy, los seres humanos caminan en solitario, expresando lo que podría denominarse como la soledad percibida.

 

 

soledad

Adentro y afuera

La Ley de Correspondencia recoge que “todo lo que sucede alrededor de una persona refleja lo que le está ocurriendo por dentro”; se trata de uno de los siete principios del Hermetismo, incluidos en Le Kybalión, obra anónima publicada en 1908.

Opinión similar es la de la psicóloga Silvia Congost, autora de A solas, cuando dice: “la armonía de nuestro entorno es un reflejo de la armonía interna que habita en cada persona y va más allá de nuestros miedos, juicios o creencias”.

Dice esta experta que lo importante es aprender a llevarse bien con la soledad, “descubrir su belleza y saborear su fondo y su forma”; “Nuestra conciencia, pensamientos y sentimientos son imprescindibles para el crecimiento; forman parte de nuestro mundo interior, ése al que sólo podemos acceder estando a solas”.

La paradoja reside ahora en que, siendo como somos seres sociales, ese miedo cuasiapocalíptico, contagiado por la pandemia, parece que nos haya anulado las habilidades relacionales, provocando que vaguemos, móvil en mano, por calles, plazas, centros comerciales y de trabajo.

Da la sensación de que no tuviéramos nada que decirnos, como si lo urgente y lo importante se fundieran en cada instante digital, sin dejarnos ni tiempo ni espacio para mirar siquiera a nuestro alrededor.

 

adentro

Parte de un gran todo

“Todo es energía en distintos estados de vibración que, al no destruirse nunca sino sólo transformarse, provoca una profunda interconexión entre la totalidad de lo que existe en el Universo”, dice Vero Fernández, creadora de Crecimiento con Conciencia y experta en espiritualidad cuántica.

“Estamos interconectados con él, por lo que continuamente captamos energía e información de esa matriz a la que pertenecemos en origen”.

Esa pertenencia a un todo parece quebrarse en el momento de la encarnación, nada más nacer; “el hecho de vivir dentro de una cápsula, el cuerpo, facilita que, de entrada, nos sintamos aislados”, dice Silvia Congost; “Apartados, divididos y solos”.

Sin embargo, los expertos creen que la realidad no es así, pues seguimos conectados con ese todo del que partimos y al que algún día regresaremos. Es por esto que la interpretación moderna del pecado original, exento de culpa, se refiere a esa ceguera a la hora de reconocer que, en esencia, no estamos ni solos ni aislados.

Se dice que el despertar de la consciencia permite que el ser humano se dé cuenta de esa interconexión, mediante la que es posible alcanzar la plenitud.

Para quienes habéis llegado hasta aquí, os cuento algo más acerca de mi soledad percibida: lejos de experimentar miedo o enfado, me ha resultado interesante situarme como observadora.

Intentando ser lo más objetiva posible, me he colocado desde fuera, en un plano externo desde el que me veía como observadora entre una muchedumbre de seres que se perciben como solitarios.

De hecho, yo misma he tenido esa percepción al principio, aunque juego con la baza de sentirme parte de toda la humanidad, como un gran haz de luz que sólo simula dividirse al tomar tierra. Lo he descubierto al hacerme consciente de esa soledad percibida.

 

¡Feliz Soledad Percibida! ¡Feliz Coaching!

 

 

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