Alegres y felices

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Mañana viernes 20 de marzo es el Día Mundial de la Felicidad, que celebramos desde hace siete años; pero ¿dónde está la felicidad: en los grandes logros, o en las pequeñas cosas? ¿Cómo y cuándo somos felices? ¿Qué es lo que desencadena ese proceso en las personas? ¿Cuánto dura? Y tú ¿eres feliz?

Los que saben de emociones dicen de la felicidad que es un estado, una forma de gestionar lo que nos ocurre cada día y que nos proporciona bienestar emocional. Para alcanzarla cada cual tiene su método y existen diversas herramientas, aunque son muchos los que coinciden en que se trata de algo no permanente, esto es, que viene y que va. La felicidad está asociada a la emoción de alegría, palabra que proviene del latín alicer, que significa vivo o animado, en referencia a que el sentimiento que nos provoca es de vigor y energía. “Es una emoción de tendencia extrovertida, que nos mueve a actuar, a expresar y a compartir con los demás”, dice Anna Llenas, en su libro “Diario de las emociones”

Considerado como sentimiento positivo, expertos como Fernández Abascal definen la alegría como aquello que surge “cuando la persona consigue alguna meta u objetivo deseado, o también a partir de una experiencia estética, por ejemplo, la contemplación de una obra de arte” A la felicidad se llega desde la alegría y ésta a su vez puede provenir de la eliminación de contingencias negativas como en el caso de alivio de un dolor o también por el desencadenamiento de hechos positivos, por ejemplo, al recibir el reconocimiento profesional.

Entre los beneficios para nuestro organismo, la alegría y su expresión máxima en la felicidad promueven la homeostasis, el equilibrio de nuestros sistemas endocrino, inmunológico, neuronal y psíquico, que nos acerca al nivel idóneo de salud. Pero alegría y felicidad provocan más efectos: mejora de la memoria, aumento de la flexibilidad cognitiva (que a su vez facilita la creatividad) y de nuestra predisposición a experimentar nuevas situaciones; “cuando nos embarga la alegría”, dice Fernández Abascal; “nos resulta más fácil planificar y adoptamos decisiones de forma mucho más rápida, aunque no por ello de manera irreflexiva”.

 

Cómo puede ser feliz

Sabemos que la emoción contraria a la alegría es la tristeza, produciéndose una escala entre la ausencia total de alegría, la tristeza y el nivel máximo de felicidad, la euforia; “En ambos casos hay mucha sensación de aislamiento”, dice Anna Llenas; “en los extremos la persona está bastante desconectada del entorno y no tiene relación con otros individuos”; Se refiere esta experta a que tanto si la persona está triste como eufórica, no atiende al otro en su realidad, ya que “estará centrado en sí mismo y su emoción” De ahí que en el término medio es donde mejor podemos acercarnos a los otros; “por eso es importante aprender a reconocer y gestionar nuestras emociones, incluso la alegría, para percibir lo que sentimos, cómo, por qué y en qué grado, así como también darnos cuenta de cómo nos afecta a nosotros y a nuestro entorno”.

El amor, la ternura, el entusiasmo, la ilusión, la diversión, pero también la curiosidad, el placer, las ganas de reír, de comunicarse, de bailar o de compartir son expresiones de la alegría, emoción protagonista en la felicidad.

Para ser felices, por tanto, el primer paso debería ser sentirnos alegres, teniendo en cuenta que en ocasiones son las pequeñas cosas o gestos los que desencadenan esa sensación de bienestar emocional tan placentera. Si quieres ser feliz, desde el Coaching te invito a que reflexiones un momento y te preguntes qué es lo que más te gusta en la vida: estar con tus amigos, con tu pareja, con tus hijos, tu trabajo, la lectura, tu afición a la música clásica, dar paseos por el campo, cuidarte física y/o emocionalmente, compartir, colaborar con quienes lo necesitan… ¿están tus deseos entre ellos o tienes otros?

Al tratarse de un proceso de Coaching, te propongo que te preguntes ¿cuál es tu objetivo: ser feliz? ¿qué es lo que te lo impide? ¿cómo lo vas a lograr? ¿cuándo? El reto de ser feliz puede parecer muy amplio; de ahí que te invito a que lo perfiles y ajustes a tus necesidades emocionales. Por ejemplo, ¿deseas entenderte mejor con tus hijos? ¿es con tu pareja?

Como herramientas, la práctica del mindfulness o atención plena nos lleva a vivir el presente, abstrayéndonos de lo que ocurrió en el pasado y de lo que pensamos que pueda suceder en el futuro. El aquí y ahora se puede practicar en cualquier momento. La risa promueve la alegría y por tanto la felicidad; te invito a que la ensayes, a que busques historias en libros, películas, anuncios y situaciones que activen tu buen humor.

Agradecer y reconocer son también acciones que nos dan alegría. El agradecimiento nos acerca al otro, aunque no estemos físicamente juntos. Te propongo que entrenes tu modo de agradecimiento, que tanto tu voz como tus gestos acompañen el mensaje de gratitud. En cuanto al reconocimiento, supone valorar al otro y/o sus acciones, despejando cualquier fleco de celos o envidia; es, por decirlo de alguna manera, una forma de que salga lo mejor de nosotros mismos.

Y ya que hablamos de agradecer y reconocer, ¿qué te parece si te paras a pensar en todo lo que eres y tienes? ¿Qué tal si te reconoces, si pones en valor tus éxitos? ¿Cuáles son tus logros? ¿Qué es lo que has conseguido últimamente de lo cual te sientes orgulloso? Te invito a que lo escribas, a que concretes por escrito qué es lo que sientes al reconocerte y agradecerte.

¡Feliz Día de la Felicidad! ¡Feliz Coaching!

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