Hay un banco de color rojo, Lucía,
con tu sueño dibujado en la pared.
Hay un mar muy cerquita de tus ojos,
en el sitio de tu recreo.
Y un escondite,
que aparece al amanecer
cada mañana para verte sonreír.
El aire dentro del agua.
El agua junto al aire
y tú respirando de la luz
para peinarte.
Cuatro nubes acariciándote el pelo.
Cuatro manos agarradas a la tuya
y un hada entre la tierra y el cielo.
22 de septiembre con flor,
en el jardín de Patricia.
Tu piel recién nacida
es un clavel,
pétalo y color
en el pecho de Manuel una caricia.
Lucia, tan hermosa, risueña, dulce, simpática,
alegre, buena y maravillosa.
Tantas cosas por hacer
y tantas por amor que has hecho.
Y tu imaginación,
como ver en la bañera un barco
y en sus aguas un océano.
Ahora salta,
vuela junto al aire con tus alas
hasta romper el azul del agua
con el viento.
Haz realidad tu sueño.
¿Los ves?
Han venido a buscarte
y hablan todos de ti,
con esa música fantástica
naciendo de sus ombligos.
Puedes tocarlos.
Están deseando jugar contigo.
Más de cien delfines
bailando para ti,
queriendo ser tus amigos.
Queda tu sonrisa prendida,
“pequeño desastrito”,
en el aula de tu Cecilia.
Quedará siempre tu voz
con el nombre de tus hermanos
Álvaro e Iván
muy cerquita de tu boca,
como el agua tan cerca de la roca
son sus manos.
Quedó para siempre tu perfume
en el alma de tus compañeros de clase.
Quedará siempre tu voz
besando a tu familia en una frase,
y el sonido de una canción.
Dulce de aroma y eterna,
tan llena de vida.
Vida eres mi niña
pues no te conocí
y te querré mientras viva.
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