Lo positivo del lenguaje

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Risa, emoción, abrazo, beso, libertad, compasión, agradecer, vibrar, bailar. Y ahora quizá más que nunca, cariño, abrazo, pareja, bebé o vida. ¿Qué te parecen estas palabras? ¿Qué te hacen sentir? ¿Alguna de ellas es tu favorita? ¿Quieres jugar al lenguaje positivo?

Dicen los expertos que el lenguaje que empleamos cada día influye tanto en el funcionamiento de nuestra mente como en el comportamiento de otras personas. Ello es porque las palabras y el lenguaje condicionan nuestra manera de percibir el mundo y las relaciones con los demás. Determinan nuestra forma de recordar el pasado, por lo que los momentos de alegría y felicidad se van sumando para así construir una vida más larga y saludable. Además, la historia de nuestro propio lenguaje, aquellas palabras que nos gusta pronunciar, cuyo contenido nos define y a las que somos fieles, impulsan las decisiones que tomamos sobre el futuro.

Luis Castellanos, autor entre otros libros de La ciencia del lenguaje positivo y El lenguaje de la felicidad sostiene que las palabras que pronunciamos influyen en nuestro comportamiento “son energía y actúan en el cerebro, dejan huella física, cognitiva y emocional”. De ahí que “cuantos más términos positivos pronunciemos, mayor será la propensión del cerebro a construir momentos felices”.

Entre los beneficios que aporta el lenguaje positivo los expertos destacan:

  1. Mejora el funcionamiento cerebral; nos vuelve mentalmente saludables.
  2. Favorece la autoestima, incrementando la motivación.
  3. Reduce la rumia o pensamiento negativo interno.
  4. Mejora la atención y la concentración. Potencia el mindfulness.
  5. Promueve la creatividad.
  6. Permite al cerebro construir momentos felices. La felicidad está en el presente.
  7. Nuestras relaciones con los demás mejoran. La expresión en positivo hace que nos perciban de forma cordial.
  8. Alargan nuestra vida y, por efecto contagio, la de los demás.
  9. Favorece la asertividad, a partir de la comunicación eficiente y eficaz.
  10. Nos ayuda a construir la afirmación, frase en la que expresamos nuestra definición como personas y nuestro objetivo vital.

La buena noticia es que el lenguaje positivo se puede entrenar, de manera que podemos sumar poco a poco nuevas palabras, las cuales podemos ir usando, incorporándolas a nuestro vocabulario. Desde el Coaching os invito a practicar un ejercicio, como es comprobar qué efecto tiene en vosotros y en los demás la utilización de los términos positivos, es decir, cómo resuenan primero en uno mismo y después en las otras personas, las nuevas palabras.

En una reciente sesión de Coaching telefónico, la coachee recordaba a un familiar fallecido con el que había mantenido una relación algo tensa; sin embargo, cuando la invité a recordar los aspectos destacables de su tía destacó su lenguaje amable y dulce, “cada vez que se dirigía a mí me decía bonita o linda, también preciosa”. A partir de este momento, Laura empezó a recordar escenas más amables entre ella y su tía. En este caso, el lenguaje ha contribuido a mejorar la imagen de la otra persona, a suavizar el recuerdo animoso provocado quizá por las tensiones existentes en la comunicación entre tía y sobrina.

Entrenar las buenas palabras constituye un ejercicio de primer orden para la práctica posterior del reconocimiento, esto es, darse cuenta de los aspectos positivos que hay en el día a día de cada uno. Autorreconocimiento y reconocimiento de los demás mediante un lenguaje en positivo, que mejora la asertividad y la empatía. Desde el Coaching te propongo otro ejercicio, mejor si es a diario: elegir tu palabra positiva.

Para ello te invito a que cojas lápiz y papel y escribas 15 palabras que, bien por su significado, bien por su musicalidad al pronunciarlas, o porque te evoquen momentos felices, te produzcan un efecto positivo. Seguidamente y a lo largo de la semana, selecciona una de ellas y escríbela en tu agenda, bien sea de papel o bien en el móvil. Y así toda la semana y la siguiente. Para completar el ejercicio, ve anotando aquellas acciones o aspectos que, a lo largo de la jornada, vayan enlazando con el significado que para ti tenga esa palabra. Por ejemplo, si escoges el término ilusión, puedes anotar que ese día has pensado dónde irás a vivir una vez que haya terminado la cuarentena, o también el hecho de que te hayas emocionado al escuchar en las noticias que alguien le ha bajado un poco de sopa a la persona sin techo que duerme en el portal.

A propósito, Mangata es un término sueco que designa el camino de luz que deja la luna al reflejarse en el agua. Es mi palabra de hoy. ¿Cuál es la tuya?

¡Feliz vocabulario! ¡Feliz Coaching!

 

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