Enrique Cornejo: «Me siento orgulloso de mi paso por la vida»

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Enrique Cornejo en su hábitat natural: el teatro.
Con esta frase resume el empresario teatral Enrique Cornejo su 60 años de profesión. Una trayectoria que ha sumado un galardón más a la larga lista de reconocimientos que ya posee. En esta ocasión, la Asociación de Trabajadores Autónomos, ATA, ha reconocido su trayectoria profesional y ha querido que forme parte de sus premiados en esta edición 2020. Una edición, por otra parte, muy especial, debido a la situación sanitaria y económica en la que estamos inmersos. Porque, es precisamente esta inestabilidad e incertidumbre la que suma valor a todos los premiados en esta nueva convocatoria.
Con la serenidad que le caracteriza, el empresario, productor teatral y miembro de CEIM, Enrique Cornejo, conversa con nosotros tras recibir este nuevo galardón. Y en sus palabras se respira empatía, agradecimiento a la vida, y ganas de continuar trabajando para que la cultura siga siendo esa herramienta de crecimiento social imprescindible, como ha venido haciendo en los últimos 60 años. A sus casi 80 de edad, Cornejo se muestra convencido de que hay que seguir mirando al futuro con honestidad y con ilusión.

 

Un premio más Enrique. Premio a tu trayectoria profesional que te conceden compañeros tuyos, empresarios, en un momento como el actual. Enhorabuena.

Sí, es un premio muy especial por eso, porque viene de mis compañeros, de los empresarios. Hay tres millones y medio de autónomos y que, de repente, me elijan a mí en esta edición, reconociendo toda una vida, es muy bonito. Estoy muy, muy agradecido.

Reconocimiento que podíamos interpretar como que siempre, también ahora con la que está cayendo, ¿debemos seguir mirando al futuro?

Claro, no hay otra fórmula. Es indudable que surje una nueva sociedad, un nuevo comportamiento, diferente. Este dichoso virus nos ha transformado en todo, pero lo que no varía, por ejemplo, es el teatro en sí. El teatro está al margen de cualquier acontemiento que no sea lo que significa un mensaje, una obra hecha por un autor, unos intérpretes maravillosos, el esparcimiento. El teatro va a seguir ahí. Pero, la forma del entorno, de la sociedad en cuanto al teatro y al resto de los movimientos sociales, van a cambiar, ya ha cambiado. Con la que está cayendo todo es distinto. ¿Qué no cambia? La sensibilidad de las personas, espero que no cambien. Y precisamente esa sensibilidad lleva a ATA a seguir con sus premios, a mí a seguir con los míos. En ese sentido, está muy bien que la sociedad no se aparte de una escala de valores, y entre ellos está el reconocimiento a las personas que nos entornan, de las que formamos parte.

 

«Me siento vanidosamente orgulloso de ser querido»

 

Enrique, este galardón reconoce 60 años de trayectoria. ¿Da vértigo esa cifra?

Este premio me sirve de orgullo y también de recordatorio. Me recuerdan los compañeros que llevo 60 años y parece que todo empezó ayer. ¡Como no he parado! Nunca he tenido ocho días de vacaciones en toda mi vida, lo que significa que para mí el día a día es un motivo de investigación, de creación de nuevos proyectos, de aprendizaje. Y como señalé en la entrega de premios delante de su Majestad el Rey, he disfrutado hasta el momento de grandes éxitos y de grandes fracasos. Están en la balanza bastante nivelados, porque 60 años ininterrumpidos tienen de todo. Y además, en una actividad como la nuestra, mi querida amiga, en la que todos los días en los que estrenamos una obra de teatro o tenemos una acción cultural, estamos estrenando y supeditándonos al criterio y al veredicto del público. El empresario de teatro y el hombre de la cultura está desarrollando continuamente las ideas, coordinando las de otros, y al final es el público el que dice voy o no voy, me gusta o no me gusta. Y vuelta a empezar. Y quizá esta inseguridad, que la tiene, el estar tan imbuido en lo que haces, no te das cuenta de que el tiempo transcurre.

Si miramos hacia atrás, a esos 60 años, ¿hay algo que cambiarías? 

Pues no, porque tratar de hacerlo entra en el túnel del tiempo, es imposible. Lo qué sí analizas con el paso del tiempo es que, con la experiencia acumulada, no hubiese incurrido en errores sufridos. ¿Qué cambiaría? Nada, porque los acontecimientos que han envuelto mi vida han estado en función al desarrollo de la misma. Es decir, he vivido con una sociedad que se ha ido transformando desde la post-guerra. Nací en 1941 y con 17, huérfano, estaba ya trabajando y estudiando, también hacía deporte. Todo me impulsaba a seguir hacia adelante. No, no cambiaría nada. Pediría disculpas a personas con las que, con el tiempo, he visto que quizá no he estado a su altura, y retornaría a fases de mi vida de gran felicidad, como haríamos todos. No miraría hacia atrás más que para rectificar errores, pero no con nostalgia porque el tiempo pasa.

Si seguimos mirando a esos 60 años, ¿hay algo de lo que te sientas especialmente orgulloso?

Pues fíjate que no tengo una respuesta rápida. Tengo que pensarlo. Me siento orgulloso de algo que estoy recogiendo ahora, de mi comportamiento ante la sociedad en la que me desenvuelvo. Mi comportamiento ha sido siempre, siempre, correcto, ha sido educado, y siempre he procurado aprender de los que saben más que yo. La verdad estoy orgulloso de que, cuando me dan un premio, mi teléfono se colapsa. Me siento vanidosamente orgulloso de ser querido porque es lo que yo he dado a cuantos me han rodeado y me rodean, mi cariño, mi bondad y mi sincera amistad. Soy una persona sencilla pero muy agradecido a la vida. Esa que me ha azotado cuando ha tenido que hacerlo. La vida es un puzzle, pero también me ha dado grandes satisfacciones. Estoy orgulloso de mi paso por la vida.

Una vida de la que aún queda mucho por recibir y mucho a la que dar. 

Sí. Yo sigo. En estos momentos sigo trabajando como siempre. Y estoy esperando a que me den algunos premios más que ya me han anunciado. Uno me emociona mucho porque mis paisanos de Valladolid me van a dar la Medalla de Oro a las Bellas Artes. Y estoy muy orgulloso de ello porque no es normal que un empresario teatral reciba este reconocimiento, porque se da a los creadores. Y en su día, cuando me la dieron la entonces Ministra de Cultura, Pilar del Castillo, le decía al Rey: «Se la damos no por ser productor sino por ser hombre de la cultura». Eso me gusta, que me consideren un hombre integrado en la cultura.

«Me gusta que me consideren un hombre integrado en la cultura»

 

Pese a los cambios que vivimos, ¿qué papel tiene hoy la cultura en nuestro país?

Básico, elemental, indispensable. Porque la cultura es donde nos aferramos, y en estos tiempos de pandemia lo hemos comprobado. El cine, el teatro, la música es cultura. Hemos tenido que recurrir a ellos, ha sido y es un remedio, no una solución, a los males, es un alivio permanente. La cultura es indispensable, es básica porque nos permite, entre otras muchas cosas, interpretar lo que está pasando, analizarlo desde nuestro ángulo y descansar en la esperanza que la propia cultura te da junto al conocimiento.

Con tu bagaje profesional y personal, ¿piensas que el futuro seguirá reportando satisfacciones?

La vida sigue hacia adelante. Son ciclos. Todos los acontecimientos que se producen, como el que estamos pasando ahora, se superan. Sin optimismo, sin esperanza y sin ilusión no se superará como debe hacerlo. Pasará, primero porque tenemos una población joven que a mí me preocupa mucho. Esos jóvenes que no están ubicados en sus vocaciones profesionales porque no hay demanda de ello, y me preocupan mucho los hijos de nuestros hijos, que se van a encontrar una sociedad muy cambiante, en pleno desarrollo por parte de ellos. Hay que ayudarles y pensar mucho en ellos. Ahora muchos tenemos ese desfondamiento económico, muchos estamos con créditos… pero siempre pienso en los demás. Por ejemplo en los bares y los restaurantes, sufriendo ahora el hachazo de cerrar a las 10 de la noche. Son negocios que son necesarios para superar con optimismo, como decía antes, esta situación. Señoras y señores esto va a pasar, tenemos que acostumbrarnos a convivir con el virus, como lo hemos hecho con otros. A mí me dicen que tengo anticuerpos, y ojalá me duren. La vida es esperanza siempre, siempre.

Y el miedo no es buen consejero.

El miedo no conduce más que al terror y al aniquilamiento del ser humano. No se puede caminar con miedo, por eso es inevitable que toquemos la parcela que les compete a nuestros responsables políticos. Todos, del color que sean, todos cuando se convierten vocacionalmente en políticos (espero que vocacionalmente y no por oportunismo), tienen que saber a lo que se enfrentan. Se enfrentan a la responsabilidad ética, comercial, económica, moral de toda la ciudadanía. Lo que no pueden es arrugarse, valga la expresión. Si ellos tienen miedo y desconcierto, es lo que transmiten. Y, por ejemplo, las noticias que recibimos a diario hablan de número de contagiados y de muertos, tal vez deberían darnos también las cifras de los que han recibido el alta. Y conocer las historias de aquellos que han superado la información. Yo lo he padecido, no lo he pasado bien, pero gracias a Dios estoy funcionando otra vez. Esto se supera, se sale hacia adelante y en cuanto salga la vacuna, ojalá sea inminente, volveremos a tener una sociedad tranquila.

 

 

 

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