Una poesía que te eleve del suelo.
Un beso entre la piel
y la carne que arde
por lo valiente del intento.
Amanecí junto al roce de tu mano
entre la lluvia soñada
de mi mente.
Te adiviné de repente,
por la voz que susurrada
dejabas que pasara lentamente
a la parte más sensible de mi alma,
que te esperaba
entre las nubes,
sonriente.