La salud ocular en la tercera edad: prevenir, detectar y tratar a tiempo

A partir de los 40-50 años, y especialmente en la tercera edad, es común que empiecen a aparecer diversas alteraciones visuales como consecuencia del envejecimiento natural del ojo. Desde Grupo Miranza destacan la importancia de realizar revisiones oftalmológicas periódicas, ya que la salud ocular es una parte fundamental del bienestar general. Los ojos también envejecen y, como cualquier otra parte del cuerpo, necesitan cuidados específicos para preservar la visión y mantener una buena calidad de vida en las etapas más avanzadas.

 

Entre las enfermedades oculares asociadas al paso del tiempo, la presbicia es una de las primeras en manifestarse, normalmente a partir de los 40-45 años. Esta condición, también conocida como “vista cansada”, aparece de forma progresiva como parte del proceso natural de degeneración, cuando el cristalino (la lente interna del ojo) pierde su elasticidad y, con ella, la acomodación o capacidad para enfocar correctamente de cerca. A partir de un diagnóstico preciso, el especialista puede valorar la mejor opción para corregirla. En fases iniciales, lo más habitual es recurrir al uso de gafas, si bien, a medida que la presbicia avanza, muchos pacientes optan por la cirugía del cristalino como solución definitiva. Este procedimiento consiste en sustituir el cristalino por una lente intraocular que restaura la capacidad de enfoque de forma eficaz y segura. Se trata de una técnica mínimamente invasiva, que permite una recuperación rápida. En la mayoría de los casos el paciente puede retomar su rutina normal en tan solo 24 horas. De este modo, se consigue corregir la patología y contribuir a reducir o eliminar la dependencia de las gafas.

Otra de las patologías oculares más frecuentes asociadas al proceso natural de envejecimiento es la catarata, que afecta a prácticamente todas las personas con el paso de los años. Esta enfermedad se produce cuando el cristalino, la lente natural del ojo encargada de enfocar, va perdiendo su transparencia, impidiendo el paso nítido de la luz. Tratarla de manera precoz evita que una mala visión limite de forma importante las actividades cotidianas, incluso muchos pacientes, tras volver a ver nítido, declaran que hubieran decidido operarse antes, de haber conocido a priori los resultados. La cirugía de cataratas consiste en tres pasos: se accede al cristalino con una microincisión, se disuelve la catarata con ultrasonidos y se sustituye por una lente intraocular. Es una técnica segura, mínimamente invasiva y con resultados duraderos. De hecho, es la misma que se utiliza en la presibicia.

 

En ambos casos, en los centros Miranza, son expertos en implantar lentes conocidas como Premium y destacan por ser pioneros en la incorporación de nuevos modelos, que ponen a disposición de los pacientes con todas las garantías de seguridad. Estas lentes permiten ver bien de cerca, en distancias medias y de lejos, corrigiendo la catarata y permitiendo mejorar o eliminar la presbicia, pero, además, corrigiendo también posibles defectos refractivos previos, como miopía.

 

Actuar frente a la DMAE y el glaucoma

Pero además de la presbicia y las cataratas, una de las principales causas de pérdida de visión en personas mayores es la Degeneración Macular Asociada a la Edad (DMAE), en sus formas seca y húmeda. Esta enfermedad afecta aproximadamente a un tercio de la población mayor de 70 años y constituye la primera causa de ceguera en mayores de 55 años en los países desarrollados.

Por un lado, la DMAE húmeda se trata con inyecciones intravítreas, el tratamiento de referencia para esta afección. Los fármacos se aplican mediante una aguja muy fina y actúan de forma localizada, lo que permite frenar la progresión de la enfermedad de manera eficaz y con mínimos efectos secundarios a nivel general. Para lograr resultados sostenidos, es necesario repetir las inyecciones de forma periódica.

Por otro lado, la DMAE seca afecta directamente a la mácula, la zona central de la retina. Ante esta situación, la fotobiomodulación, también conocida como terapia lumínica de baja energía, ofrece una alternativa terapéutica no invasiva, que se está empezando a aplicar ahora de forma pionera. El tratamiento consiste en la aplicación de luz LED de baja intensidad sobre la retina, con el objetivo de mantener y mejorar la función visual sin necesidad de recurrir a cirugías. Los ensayos clínicos han demostrado que pueden observarse mejoras desde el primer mes de tratamiento, con efectos sostenidos durante 4 a 6 meses tras un segundo ciclo terapéutico.

A diferencia de otras enfermedades oculares, el glaucoma es una enfermedad cuyo   avance suele ser silencioso, ya que la pérdida del campo visual ocurre de forma gradual y puede pasar desapercibida hasta fases muy avanzadas. Por ello, los especialistas de Miranza insisten en la importancia de la prevención, recomendando revisiones oculares anuales a partir de los 40-50 años, especialmente en personas con antecedentes familiares u otros factores de riesgo. En cuanto al tratamiento, existen diversas opciones como colirios, procedimientos con láser y cirugías cada vez menos invasivas, orientadas a controlar la presión ocular y preservar la visión, mejorando así la calidad de vida del paciente.

En definitiva, cuidar la salud visual en la tercera edad contribuye de forma decisiva al bienestar y la autonomía de las personas mayores. Desde Miranza apuntan que el envejecimiento ocular es un proceso natural, pero no por ello debe asumirse con resignación. Con un seguimiento oftalmológico adecuado y tratamientos cada vez más avanzados, es posible envejecer viendo bien y disfrutando plenamente de cada etapa de la vida.

 

Más información en www.miranza.es

 

Patologías visuales hereditarias

Muchas enfermedades oculares tienen origen genético y pueden transmitirse de forma recesiva, es decir, sin manifestarse durante generaciones, hasta aparecer en nietos o descendientes lejanos.  El Departamento de Genética de IMO Grupo Miranza es pionero en España en el diagnóstico y consejo genético de más de 30 patologías visuales hereditarias, ayudando a detectar su origen y prevenir su avance.