En los últimos tiempos hablamos más de la depresión. Pero, ¿lo hacemos correctamente? ¿Conocemos exactamente cuándo este trastorno debe hacernos acudir al especialista a pedir ayuda? ¿Cuáles son sus causas?
La depresión afecta a más de 300 millones de personas en todo el mundo. Personas que ven cómo sus vidas quedan marcadas por este trastorno a todos los niveles. Y decimos trastorno porque así lo especifica el doctor en Psicología Clínica y profesor en Psicología de la Universidad Europea, Ricardo de Pascual. Para él, e mejor utilizar el término «trastorno, problema psicológico, porque en el sentido médido del término es un trastorno psicológico», lo que no le quita ni un ápice de gravedad.
El hecho de que se hable más de este trastorno facilita que nos cueste menos reconocer que no estamos bien. La gente, como afirma el doctor, «tiene menos reparos a la hora de buscar ayuda cuando no se siente bien».
La que es considerada como primera causa de discapacidad en el mundo, ha visto aumentar su incidencia en los últimos años. Y, además, se habla con más frecuencia de ella. Aunque, el hecho de que hablemos más de depresión no quiere decir que siempre lo hagamos bien.
Por ejemplo, «con cierta frecuencia se vende la depresión como algo que casi parece un fracaso personal». El doctor reconoce que esto es un gran error ya que la depresión, «como cualquier otro problema psicológico, depende más de nuestra historia de aprendizaje, de nuestro contexto, que de algo que nos salga de dentro». Es decir, que la historia personal, las circunstancias personales de cada uno, «llevan un poco la batuta en estas situaciones».
Otra de las imprecisiones que suelen decirse sobre la depresión es que es para siempre. Y no es así. «Puede haber historias personales que hagan que la depresión sea un poco más complicada, pero en ningún caso por haber estado deprimido diez años, estarás así el resto de tu vida».
«La depresión es producto de nuestra historia y de nuestro contexto»
El peso de la incertidumbre
Ya lo explicaba el doctor, el que una persona llegue a sufrir depresión y otra, en la misma situación, no lo haga, depende en gran medida de sus características personales y su trayectoria de vida. Aunque es cierto que existen situaciones «que nos convierten en personas más vulnerables psicológicamente». Como ha ocurrido durante la pandemia. La incertidumbre que supuso enfrentarse a una situación completamente desconocida, marcó la diferencia.
«La incertidumbre y la precariedad son dos situaciones que, desgraciadamente, muchas personas viven a diario. Una persona no puede estar psicológicamente feliz en esas situaciones. Y es lo que ha ocurrido durante la pandemia.
Pero, ¿cómo diferenciar una situación de tristeza de una depresión? De Pascual asegura que, más allá de la tristeza, hay que pedir ayuda a un profesional cuando esa situación que me provoca una tristeza «superlativa, no puedo superarla, cuando no puedo cambiarla de ningún modo». Todos podemos tener un mal día, o una mala racha, pero, cuando «no tengo ganas de hacer las cosas que antes me divertían, cuando lo que antes me funcionaba ya no me funciona, tengo que buscar ayuda». Y, como asegura el doctor, en este sentido «más vale pecar por exceso que por defecto».
Más incisiva con jóvenes y con personas mayores
Como señalábamos anteriormente, en los últimos años se han incrementado los casos de depresión. Según los datos de la Organización Mundial de la Salud, OMT, en el primer año de la pandemia, los casos aumentaron más de un 25 %.
Y algún estudio refiere que la incidencia ha crecido de forma especial en dos grupos de población muy concretos: adolescentes y personas mayores. Aunque el doctor especifica que estos dos grupos de población son los «que más ayuda han pedido». De hecho, los más jovénes tienen menos «miedos» a pedir ayuda, tratan estas situaciones con «más naturalidad».
Según el doctor, se trata además de dos de los grupos de población que pueden vivir en situaciones más precarias o ser más vulnerables. Y no podemos olvidar que en situaciones de crisis como la que vivimos ahora, «las personas mayores sufren de situaciones de soledad no deseada que imprimen una mayor vulnerabilidad».
