Príncipe de principio de tormenta

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Nieva en la tarde del silencioso agosto.
La calle se ha convertido por un instante en un barco
y la ciudad se ha transformado en un océano.

Asomado a la ventana me dejé llevar.
El mismo viento que sacudía las ramas de los árboles que,
sin poderlo remediar, deshacía sus pulseras de pétalos amarillos
coloreando el asfalto gris por donde a nadie ahora veo pasar,
se adentró en mis pulmones por la boca,
acariciando el alma que soñaba
que la casa de la calle era un barco
sobre el mar que imaginaba en el centro de su ciudad.

La cara muerta era un reflejo de sí mismo.
Con una poesía escrita en palabras plateadas
desde el principio de su frente
hasta la parte perfilada de su barbilla.

Sus ojos no miraban el mismo cielo
y sus mejillas sí estaban amordazadas.
El vicio es amigo de la muerte,
cuchilla tan helada, tan fría
como lo caliente del cristal, cuerpo de ti
cuando iluminas por horas bombilla
soñando ser incandescente.

Ahora me cubro con las manos las pupilas
y me dejo llevar donde siempre quise ir.

Vuelven las ramas y las hojas de esos árboles a la vida.
Las oigo respirar, danzar sobre el espejo,
reflejo de no mirar hacia arriba
o hacerlo boca abajo en su cristal, por alcanzar
lo que antes de morir siempre suspira.

La luna está a punto de partir

hacia el corazón del sueño que le espera.

No hay nubes en el cielo, solo estrellas.
El perfume del aire lleva sonido.
Las notas quedan quietas si te sienten que has dormido.
Las caricias son las palabras
que van a susurrarte sin molestar
y muy cerca de tu oído.

Siento el sonido del río desde aquí.
Puedo atravesarlo en la distancia
y hacerme un hueco al sentirle sonreír.

El niño de la infancia se hace adulto al pensarlo
y se queda quieto, mirándonte…
una por una, gota por cada una de ti.

Vuelvo a la ventana a intentar volver a sentir
lo que sin estar dormido soñaba.
Todo está en calma,
menos lo que dibujaron esos pétalos amarillos
que antes de caer al suelo
flotaban con música imaginada.

Ahora son huellas
en el asfalto gris de una ciudad sin mar,
de una pradera sin gente.
En el jardín presente de aguas frías
hay una casa sin barco
y unos remos esperando navegar.

 

 

losangelesnosmirandurmiendo.blogspot.com.es

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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