Deja que el tiempo te empape,
aunque sea por el que perdiste,
que sin darte cuenta
dejaste escapar.
Caliéntate las manos
con la llama de una vela
y entierra la ceniza de lo ya olvidado
con el pulso del que cruza la cornisa,
con los ojos cerrados.
Caminar.
Desnudo,
a los pies de la montaña
el frío me hiela el alma.
La cueva
es un pijama en la espalda.
La luna siempre está.
La muerte es una sirena
que viene y se va.