Las nuevas generaciones han nacido con un aparato inteligente debajo del brazo, conforme avanza el mundo y aparecen nuevas tecnologías se va haciendo más complicado mantenerse al día y muchas veces nos encontramos con que nos hemos quedados descolgados de este mundo tan tecnológico y tenemos que pedir ayuda o asistir a cursos de alfabetización digital para no quedarnos aislados.
Pero, hay valores que están muy arraigados en nuestra educación y de los que carecen estas nuevas generaciones, uno de estos valores es el respeto por la intimidad. Internet aporta una gran facilidad a la hora de compartir nuestro día a día con otras personas, pero no aporta esa misma facilidad a la hora de eliminar esos datos compartidos, en muchas ocasiones se vuelve imposible conseguir que un comentario, una foto o que se ha enviado a internet pueda ser eliminada. Este problema se ha vuelto tan importante que los estados se han visto obligados a legislar el derecho al olvido para intentar proteger a sus ciudadanos.
Todos estos esfuerzos legislativos chocan con dos enormes barreras:
- La ausencia de fronteras en internet, la página que tiene los datos que desean ser eliminados puede estar ubicada en cualquier país, por lo que es posible que la legislación de nuestro país no tenga competencia en ese caso.
- La velocidad con la que se difunden los datos en internet, aunque la página que tiene los datos que se desean borrar esté dispuesta a colaborar en su eliminación, esos datos – sobre todo si son especialmente comprometidos – pueden haberse difundido a muchas más páginas, haciendo imposible eliminarlos a la misma velocidad a la que se difunden.
Todo esto, mezclado con una cultura exhibicionista, ahora parece que no has viajado si no publicas un publirreportaje en tus redes sociales y con la falsa idea de que existen cosas gratuitas hace que se multipliquen los casos de acoso por internet, de uso indebido de fotografías o de difusión de datos personales. Las compañías que operan todas estas redes sociales gratuitas se guardan derechos sobre los contenidos que se publican, de tal forma que a veces ni siquiera es posible asegurarse la eliminación de dichos contenidos pues ya no son propiedad de quien hace las fotos.
Además, incluso aunque no se compartan los datos, en muchas ocasiones las páginas captan datos sin el conocimiento del usuario.
Por supuesto, existen alternativas tecnológicas que permiten evitar la captación de todos estos datos de manera no deseada: navegadores privados, buscadores alternativos, redes privadas virtuales, …
Pero existen también armas mucho más poderosas que tenemos la obligación de transmitir a las nuevas generaciones, la cautela, el respeto de la intimidad, la reflexión…
Lo primero que hay que tener en cuenta es que nadie regala nada, los niños que han crecido con Google, con Facebook o con Twitter no son conscientes de que no es posible crear una empresa de ese tamaño regalando su trabajo, esas redes sociales son en realidad una forma de captar su verdadero producto, los datos personales de los usuarios, y convertirlos en dinero mediante el uso de publicidad orientada al usuario.
El respeto a la intimidad, tanto la nuestra como la de los demás es la mejor solución en estos casos, nadie puede apropiarse de algo si no lo publicas de forma activa, eso no quiere decir que haya que aislarse, sino que hay que saber equilibrar entre compartir algo con amigos y el exhibicionismo tecnológico.
La reflexión… cuántos casos hay de chicos y chicas que han sido acosados o chantajeados por compartir fotos inapropiadas… cuánto bien hubiera hecho pararse a pensar lo que están haciendo en lugar de hacerlo a lo loco sin contemplar las consecuencias.
Y ese es precisamente el papel de la experiencia y lo que podemos aportar a las nuevas generaciones en lo relativo a las nuevas tecnologías, pequeños valores que les permitirán defenderse de un mundo enorme en el que hay intereses que ellos no comprenden y no pueden prevenir.
