«La felicidad plantea un ideal que no existe»

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La tienda de la felicidad es el título de la última novela del escritor Rodrigo Muñoz Avia, publicado por Alfaguara. Y, a pesar del título, o incluso con motivo del mismo, el autor reconoce que la palabra felicidad «plantea un ideal que no existe«. Se trata de una obra con formato de novela epistolar, recorrida por un sentido del humor «imprescindible» para Rodrigo Avia, que nos acerca a algunas de las cualidades más notorias del ser humano. Y lo hace a través de Carmelo Durán, un hombre muy peculiar, «excesivo», autoconfinado, cuyo hobbie es responder todo tipo de correos electrónicos.

 

La tienda de la felicidad lleva muy poco tiempo en las librerías y todo son críticas positivas. Rodrigo, ¿satisfecho con la respuesta de los lectores?

Yo estoy un poco abrumado porque tanto la editorial como yo confiábamos mucho en esta novela, pero la generosidad y el cariño que recibimos por parte del lector es enorme. Se han encariñado con el protagonista de una manera especial, de Carmelo. Estoy feliz, encantado.

¿Cómo es Carmelo Durán, el protagonista?

Es un tipo muy excesivo, muy verborréico, que aunque crees que podría llegar a caer mal, la gente le tiene mucho cariño. Es un tipo un poco quijotesco, un poco contracorriente que vive muy encerrado en su vida, en su mundo, en su casa. Un tipo casi “autoconfinado” antes de este confinamiento que estamos viviendo porque la novela transcurre en el año 2019. Carmelo es bastante solitario, cuyo principal hobbie es que se dedica a responder e-mails de todo tipo. Fíjate que es capaz de responder a los correos de spam, que es lo último que se le ocurre a cualquiera (sonríe), y que se dedica a llamar la atención y a protestar en los servicios de atención al cliente de su supermercado. En fin, un tipo con un carácter huraño, un poco gruñón, que va quieriendo poner a la gente en su sitio, pero en el que notas que hay mucha ternura de fondo, mucha necesidad de comunicación. Enseguida el lector va descubriendo la necesidad que tiene Carmelo de comunicarse, de relacionarse con los demás y de tender una rueda a su alrededor.

Dices que escribiste la novela, mostrando a un hombre “autoconfinado”. Una vez que llega la crisis sanitaria, ¿te sentiste un poco visionario a tenor de lo que hemos vivido todos después?

Claro que se me pasó por la cabeza porque cuando estalló todo esto estaba acabando la novela y entré un poco en crisis porque pensé que la historia ya no tenía sentido. Es cierto que es un signo de nuestro tiempo esa tendencia de no relacionarnos tanto con los demás, pero de repente todo eso adquirió un matiz tan distinto cuando nos obligaron a quedarnos en casa, Aunque enseguida entendí que, en el fondo, casi jugaba a mi favor, porque esta situación ya estaba en el personaje. A Carmelo la vida le colocó ahí, aunque a él le gustaría tener más oportunidades de salir y de relacionarse. Y de hecho, cuando las tiene las aprovecha. Es un personaje muy paradigmático de nuestro tiempo y de la sociedad en la que vivimos.

El contrapunto a Carmelo es Mari Carmen. ¿Cómo es este personaje?

Mari Carmen es la interlocutora de Carmelo, no digamos mucho más (sonríe). Cuando empecé a escribir la novela vi que tenía un protagonista muy potente pero quería que el resto también tuvieran mucha personalidad y fueran igualmente interesantes. Es un personaje que, en principio, está como más tapada, pero que poco a poco el lector va descubriendo. Para seguir a Carmelo era necesario que tuviese bastante ironía y, a la vez, capacidad de distanciarse. Es una chica que es capaz de llevar a Carmelo con mano izquierda. Se crea una relacióon muy bonita entre ellos. Mari Carmen es un personaje muy divertido que complementa muy bien a Carmelo.

¿Dónde crees que está la clave de la acogida que ha tenido la novela? ¿Crees que el hecho de que se trate de una novela epistolar ha influido en ello?

El hecho de que se trate de una novela epistolar, articulada en este caso en torno a correos electrónicos, en principio podría parecer que te hace la lectura un poco difícil, o que puedas echar de menos a un narrador que te va contando las cosas. Pero no es así. Enseguida te metes en la trama, y esos correos llegan a ser un poco adictivos. Rápidamente tienes ganas de saber qué se van respondiendo unos personajes a otros, tienes ganas de ver el siguiente correo electrónico, porque además son correos ágiles, cortos. Yo creo que esto influye, que el formato anima a la lectura. Y también esa parte casi de “voyeur” que tienes como lector. Estás accediendo a la cuenta de correo de una persona, viendo cómo se comunica con los demás, esto creo que lo hace muy interesante. Y, por otro lado, el protagonista que es un personaje muy de verdad, muy peculiar, al que yo adoro.

Pero además de esto, hay otra constante en todas tus obras, también en esta, que es el sentido del humor. ¿Por qué es tan necesario siempre?

Porque yo lo llevo conmigo. Me parece la mejor manera de afrontar las cosas y de relacionarme. Y eso que soy una persona que tiende a ser tímida en mi vida. La ironía como manera de afrontar los problemas, las discusiones, las rencillas. El humor es un síntoma de inteligencia, algo propio del ser humano (seguramente exclusivo), y además me parece una buena manera de conocer la realidad. Creo que, a veces, las bromas son una forma estupenda para decir verdades. Y es algo que vemos en el personaje de la novela. Hay cosas que a veces no te atreves a decir, pero con ironía, con la broma, las puedes decir y estar revelando un aspecto de la realidad. Es genial poder reirse, más en la época en la que estamos. Estoy feliz de haber podido darle al lector una novela en la que, por lo que dicen, se ríen a carcajadas.

Si siempre la lectura enriquece, aporta, en este momento aún más.

Claro. La situación que estamos viviendo, que ha sido dramática, y vimos que la publicación de la novela coincidió con la tercera ola, aunque puede ser malo para muchas cosas, yo me alegro de que un libro así, que facilita las carcajadas y hace feliz durante un buen rato al lector, cuando ahora la lectura es una de las pocas cosas que podemos hacer sin limitaciones, me hizo pensar que en el fondo salía en un buen momento.

No vamos a desvelar qué se puede comprar en esta tienda de la felicidad, pero sí queremos saber qué es para ti eso, la felicidad.

Creo que es una palabra que, en general, es bastante dañina. La aspiración es bastante dañina y creo (sonríe) que es una palabra que habría que quitar del diccionario porque a mucha gente le perjudica. Te plantea un ideal que en realidad no existe. Lo importante es disfrutar de cada momento, estar agusto cada uno consigo mismo y con las cosas que hace, en la medida en la que la vida te deja, pero no plantearse listones o utopías inalcanzables, que es lo que parece que encierra la felicidad. El título, más allá de lo que luego averigua el lector que es la tienda de la felidad, es algo irónico para recordarnos que la felicidad no se vende. Nadie puede comprarla. Si alguien vende felicidad es que te está haciendo alguna trampa.

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