«Hay que pelear por los sueños y no rendirse nunca»

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Así podría resumirse una vida, varias vidas, las de los protagonistas de la última novela de Fernando Benzo, Los viajeros de la Vía Láctea, publicada por Editorial Planeta. Un grupo de jóvenes universitarios que, en los años 80, comparten tiempo y sueños en Madrid. Un retrato de esa generación cargado de la música del momento que imprime un ritmo especial a la narración, a la descripción de los personajes y a los diálogos. Charlamos con el autor para adentrarnos en una historia que bien podría ser la de muchos de nosotros.

 

La Vía Láctea, como refiere el título, nos lleva más allá del emblemático bar de los 80 en la capital. ¿Quiénes son esos viajeros?

La referencia al bar es casi anecdótica, porque enlaza con la propia narración de la novela que parte de una celebración de un cumpleaños con un grupo de jóvenes. Pero sobre todo he querido crear un título que fuese evocador. Los viajeros de la Vía Láctea son viajeros a través de la galaxia, a través del tiempo, y a través de la vida. Ese es el viaje del que habla el libro. Un viaje sobre todo sentimental, emocional.

 

Un viaje que se cuenta a través de diferentes tiempos, de diferentes momentos narrativos. ¿Por qué?  

Sí, cuento tres historias en paralelo de los personajes. Que era para mí la dificultad técnica que tenía la historia tal y como la quería contar. Efectivamente la historia del grupo de amigos va evolucionando en tres momentos. Cuando tienen 20 años, que son jóvenes llenos de ilusión, de sueños, de esperanzas y que también empiezan a sufrir las primeras decepciones que a esa edad son fundamentalmente de tipo amoroso. Las relaciones que se crean con 20 años son, tal vez, de una intensidad excesiva y por eso también las decepciones son enormemente intensas. Después les retomo a los treinta y tantos años cuando ya han recorrido un camino y empiezan a  hacerse algunas preguntas sobre cómo está yendo su vida o cómo quieren que sea el futuro. Y, por último, hay un tercer momento narrativo que es cuando ya han alcanzado una cierta madurez, aunque aún les queda mucha vida por delante. Porque, con cincuenta y tantos años ya pueden mirar a buena parte de ese viaje y empezar a hacer un poco balance de lo que han sido sus vidas.

 

“Soy un gran defensor de la nostalgia”

 

Para hacer ese balance es necesario mirar hacia atrás. ¿Crees que no es malo volver al pasado?

No. Yo he escrito una novela deliberadamente sentimental, deliberadamente nostálgica. Soy un gran defensor de la nostalgia, aunque si dices esto parece que eres más débil y creo que no es así. Creo que es bueno mirar atrás, que es bueno repasar la vida de uno en algunos casos para celebrar lo que se ha hecho bien y, en otros casos, para pensar en los errores o fracasos que uno haya podido tener. La vida de todos está formada por claroscuros, por luces y por sombras, y es bueno saber sacar conclusiones de ambas. En esta novela yo he querido demostrar eso, que la vida de un grupo de personajes tiene momentos muy alegres, muy felices, pero también momentos muy dramáticos, tristes, duros. Y de todos ellos se compone la vida.

 

En el libro refieres que con 20 años todo es presente, pero ¿eso no quiere decir que con 50 sea mayoritariamente pasado?

No. Con cincuenta y tantos años se ha recorrido ya un trecho importante, por lo que es un buen momento para empezar a analizar cómo han ido las cosas, pero no es ni mucho menos el final. Es otra etapa más, queda mucho por delante, mucho por vivir. Las grandes preguntas que tienes a los 20 años, al llegar a los 50 curiosamente siguen estando ahí, siguen sin contestar. No llegas a una determinada edad y tienes todas las respuestas. Así se refleja en la historia del libro. Ahí cuento la vida de unos personajes sin dar respuestas, simplemente recorriendo sus vidas hasta un punto determinado en el que las preguntas siguen abiertas. De hecho, yo creo que no se responden nunca, en realidad.

“La vida tiene que ser entretenida»

 

En ese viaje hay algo que se mantiene a pesar de todo, la amistad. ¿Cuál es su poder?

La amistad es un eje fundamental en la historia de la novela. Y con los años, cuando hago balance de mi propia vida, llego a una de las pocas conclusiones a las que hoy capaz de llegar, que la amistad tiene una gran importancia. Estamos siempre con los ojos puestos y dándole vueltas al amor, y por supuesto es muy importante en la vida de todos. Pero tanto hablar del amor, tanto escribir sobre el amor a veces hace que nos olvidemos de ese otro sentimiento que también es crucial en la vida que es la amistad. En esta historia que recorre 30 años en la vida de este grupo de personajes, la amistad se mantiene como deseo y como sentimiento, aunque es normal que vaya alterándose. Los amigos a veces nos decepcionan, a veces se alejan, a veces vuelven, pero el lazo que deja la amistad es tan importante, tan decisivo y marca tanto nuestras vidas como puede marcar el amor.

 

¿Hay que tenerle miedo al paso del tiempo?

Claro que no. Sobre todo porque es inevitable, así que es mejor no tenerle miedo y afrontarlo con valentía y con alegría. Hay que mirar al futuro siempre con optimismo. Y a pesar de que antes te decía que la nostalgia es válida, también es cierto que no podemos vivir de espaldas ni al presente ni al futuro. Hay que mirar al futuro a partir del camino que hemos recorrido, de ese pasado que nos marca, pero lo que importa es siempre el futuro. En el momento en el que abandonas el futuro y solo miras al pasado, ya no hablamos de nostalgia sino de una renuncia al futuro, y es cuando tu vida empieza a terminarse.

 

¿Nunca es tarde para encontrar lo que se busca, para intentar que tu vida sea como tú quieres?

Por supuesto. Nunca es tarde para nada. Lo que hay que tener claro es que la vida tiene que ser por encima de todo entretenida, en el mejor sentido de la palabra. Igual que he querido hacer una novela entretenida contando la historia de estos personajes, porque creo que lo triste y lo divertido, las risas y las lágrimas de nuestra vida hacen posible ese entretenimiento. La vida tiene que ser entretenida y eso significa pelear por nuestros sueños, perseguirlos y no rendirse nunca. Creo que esa es la clave de la nostalgia con la que tenemos que analizar nuestro pasado y también la clave de cómo debemos afrontar nuestro futuro.

 

¿Por qué llega este libro ahora?

Es de esas historias que uno tiene en la cabeza desde hace tiempo. Realmente son muchas historias. La que ese personaje que se quiere hacer rico a toda costa, la de aquel que va vendiendo a todo el mundo que es un gran benefactor de la humanidad con una ONG en África y que luego, a lo mejor, las cosas no son exactamente cómo las cuenta. O la historia de otro personaje que quiere ser un gran escritor y al final no hay manera de que lo consiga y lo único que hace es vivir atascado en un amor del pasado. Es un grupo de historias que tenía en la cabeza y que la suma de todas ellas a mí me parecía un retrato de mi generación, del mundo, las personas y el ambiente que he conocido. Puse todo en una coctelera, llegó el confinamiento, me vi como todos encerrado en casa y fue el momento de tirar del hilo y ponerme a escribir poniendo en orden esas historias. De alguna manera me ha ayudado a sobrellevar el confinamiento hacer ese repaso a la gente de edad, de mi generación.

«Hay que mirar al futuro a partir del camino que hemos recorrido”

 

Como joven en los ochenta, pero con la edad que tienes ahora, si miras a los que hoy son jóvenes, ¿cuáles son las diferencias más notables que encuentras?

La juventud se define por una regla fundamental: hay que ser transgresor y un poco revolucionario, dentro de la sensatez y de la responsabilidad al mismo tiempo. Siempre hay que plantearse si el mundo en el que te ha tocado vivir te gusta o si quieres cambiarlo, si lo puedes mejorar de alguna manera. Hubo una época en la que ese deseo, ese sentimiento de cambiar y de mejorar era muy intenso en los jóvenes de nuestro país, como en aquellos años 80, sin mitificarlo ni pensar que eran perfectos. Pero sí hubo un ánimo transgresor, un ánimo muy positivo de mejorar las cosas. Quizá eso ahora ha cambiado un poco,  al margen de la pandemia y de cómo les ha afectado a ellos. Ahora estamos todos un poco acogotados por lo que estamos viviendo pero a veces se les encajona a los jóvenes en unas exigencias de ser muy políticamente correctos que asfixian. Hay que intentar romper un poco, liberarse e intentar ser un poco transgresor.

 

 

 

 

 

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