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hogar feliz

20¿Qué puedes hacer para mejorar el ambiente de tu casa? ¿Sabes que ventilando tu hogar cada mañana consigues mejorar la calidad del aire que respiras? ¿Conoces lo que es la biohabitabilidad? ¿Cuáles son las cinco claves para tener un hogar sano y vivir desde la calma? Desde el Coaching te propongo seguirnos en este apasionante proceso del Hygge.

 

En Dinamarca existe un término referido al arte de crear un hogar acogedor y feliz, denominado Hygge; “Es la sensación del hogar”, dice Meik Wiking, autor de Hygge Home; “Necesitamos aceptar que los espacios y los lugares pueden tener un efecto positivo en nuestro bienestar, que podemos mejorar nuestra calidad de vida modificando los entornos que nos rodean y diseñar en pos de la felicidad”.

“En términos de salud, el código postal influye más que el código genético”, dice Elisabet Silvestre, doctora en Biología y experta en Biohabitabilidad; “El hogar donde vivimos tiene un papel relevante en todo ello”.

Según esta experta, que ha participado recientemente en el congreso virtual Salud 360º, organizado por la Fundación Vivo Sano, existen estudios recientes que confirman que el aire presente en nuestras viviendas podría estar entre ocho y diez veces más contaminado que el de la calle.

“Los materiales de construcción, especialmente aquéllos con los que entramos en contacto como pinturas, pavimentos, moquetas, cortinas o mobiliario, pueden contener en su composición sustancias orgánicas volátiles derivadas de la industria del petróleo, las cuales ensucian el aire de nuestro hogar”, dice Silvestre.

A esto hay que sumar los productos de limpieza de la casa y los que usamos para nuestra higiene personal, habida cuenta de que “pasamos entre el 80% y el 90% del tiempo en espacios interiores”, dice esta especialista en Biohabitabilidad.

¿Cuáles son los efectos de la calidad del aire en la salud de las personas? Elisabet Silvestre destaca que, cuando respiramos un mal aire, “los sistemas biológicos del cuerpo se desestabilizan, produciendo irritación y sequedad en ojos, garganta y nariz, alergias, dolor de cabeza y cansancio, además de fatiga, falta de memoria, dificultad para la concentración e insomnio”.

¿Cómo lo detectamos? Silvestre dice que la mayor hermeticidad de los edificios, sumada a la tecnificación a partir del cableado puede llevar al síndrome del edificio enfermo, para el que basta con que entre el 20% y el 30% de sus ocupantes refieran algún problema de salud. En los hogares, más de lo mismo: cuando uno de los convivientes del domicilio tenga algún problema de salud. Existen otros detectores:

  • Reformas y mudanzas. Si los ocupantes de una casa se encuentran bien y, tras una de las dos acciones anteriores empiezan con los síntomas, se puede pensar en factores ambientales. “Se da también el caso contrario”, dice Silvestre; “desapareciendo los síntomas en las personas que conviven en el hogar, tras realizar una reforma o mudanza, por utilizar materiales más saludables”.
  • Consciencia. Aprender cómo inciden los materiales, las formas, los colores y la distribución en el bienestar mental y físico. “Podemos crear esos cambios generadores de salud y equilibrio”, dice Elisabet Silvestre.
  • Biohabitabilidad. Es un enfoque centrado en que damos forma a los edificios y éstos terminan por darnos forma a nosotros, a quienes los habitamos.

alimentos frescos

Hábitos diarios para el hogar saludable

La experta Elisabet Silvestre dice que existen diversos abordajes para vivir en un hogar sano y ella escoge el relativo a los hábitos del día a día:

  • Respirar aire limpio. La composición de los productos de limpieza, ambientadores y elementos decorativos afectan a la calidad del aire, pues, aunque sea en dosis muy bajas, se da de forma continuada. “La paradoja es que, al limpiar de microorganismos, ensuciamos con sustancias tóxicas”, dice Silvestre.

Propone esta experta algunas alternativas naturales, elaboradas con bicarbonato, limón y vinagre, “evitando las lejías, amoniaco y salfumanes, que no son necesarios cuando se mantiene una higiene habitual”.

Elisabet Silvestre invita a “ventilar de forma habitual y generosa” el hogar, siendo un indicador para ello el medidor de CO2.

  • Cocina libre de tóxicos. En este punto son cuatro los hábitos destacados por Silvestre: “hemos de eliminar los envases de plástico para los alimentos, optando por los de vidrio tanto para su almacenaje como para atemperarlos para su consumo”.

“Hemos de evitar la preparación de los alimentos a altas temperaturas, así como el consumo de productos de latas y briks, por encontrarse en el interior de estos envases los disruptores endocrinos”, dice Silvestre, en relación a las sustancias químicas capaces de alterar el funcionamiento del cuerpo, lo cual afecta negativamente a nuestra salud.

formitorio

La citada experta recomienda el consumo de alimentos frescos, locales y de producción ecológica; “Hay listas de los alimentos más propensos a acumular los restos de pesticidas, como las manzanas y las fresas, o los que menos, como los aguacates y las cebollas, que son los más limpios”.

  • Baño con menos químicos. “Observar la composición de los productos que empleamos en nuestra higiene personal”, dice Elisabet Silvestre, que nos propone elaborar una lista con el total de referencias que utilizamos a diario para “estar más limpios”. Ella defiende que existen alternativas naturales.
  • Dormitorio.  Lo usamos para el descanso, que sirve, a su vez, para la regeneración del organismo, mediante la eliminación de sustancias tóxicas. Este espacio de salud se mantiene a partir de varios hábitos, tales como evitar las luces azules (cambiarlas por otras más cálidas), dejar las pantallas a un lado al menos dos horas antes de ir a dormir (para poner el cerebro en modo descanso), mantener una temperatura idónea (18,2º a 18,5º C es la que permite un descanso reparador. Si sentimos frío es mejor dormir abrigados), eliminar las radiaciones artificiales de baja frecuencia en la cabecera de la cama (equipos electrónicos), poner a dormir todos los sistemas inalámbricos como WiFi (evitar la exposición 24/24 horas, poniéndolo en marcha cuando se necesite) y localizar el mejor lugar para ubicar la cama (reducir el exceso de radiaciones naturales).
  • Estrés crónico. Evitarlo, aprendiendo a vivir desde la calma mediante la exposición a la luz natural del día, en aquellas horas de menor incidencia solar, durante al menos 20 minutos (ayuda a regular los ritmos biológicos); rodearnos de materiales naturales y sencillos, escogiendo colores y elementos que nos transmitan la calma y nos conecten con el verde del bosque, el amarillo del sol o el azul del mar. Silvestre nos propone también potenciar la biofilia “ver plantas es pura medicina, incluso contemplar cuadros o imágenes con motivos de vegetación es algo que el cerebro interpreta como positivo”.

Para quienes habéis llegado hasta aquí, os invito a la lectura de Hygge Home. Cómo hacer de tu hogar un espacio feliz; su autor es Meik Wiking, la editorial es Libros Cúpula y su precio, IVA incluido, es de 16,95 €.

En él Wiking recoge un propósito: “Nuestros hogares, nuestros lugares de trabajo y nuestras ciudades deberían ser espacios que garantizaran no sólo nuestra salud física y comodidad, sino nuestro bienestar mental y social; ¿y si pudiéramos construir edificios que nos ayudaran a prosperar en dichas áreas?; ¿y si, gracias a vivir en hogares más estimulantes y felices, pudiéramos tener conversaciones más sustanciales y relaciones más sólidas?

¿Qué piensas del reto formulado por Meik Wiking? ¿Convertirás tu hogar en tu aliado, tal y como nos propone Elisabet Silvestre?

¡Feliz Alianza con tu Hogar! ¡Feliz Coaching!

 

 

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