¿Deseas querer mejor a tus hijos?

0
4175
hija

Te propongo esta vez un ejercicio de reflexión a propósito de tu infancia. ¿Qué recuerdos te vienen? ¿Cómo te sientes al volver a esa etapa, desde tu perspectiva de adulto?

 

Se dice que la infancia es toda una vida, de modo que puede convertirse en tu patrimonio. Si hay niños en tu entorno, o si eres padre o madre, te invito ahora a que conectes con ellos y te preguntes si deseas quererlos aún mejor de lo que ya lo haces. Desde el Coaching te doy algunas pistas.

Empiezo por mí, sin ir más lejos, compartiendo contigo mi propia experiencia: mi infancia la recuerdo como una etapa apasionante, plena de descubrimientos, motivación, alegría, ilusión y una gran sensibilidad no exenta de sufrimiento.

Aunque no era la mayor, desde pequeña se me asignó la tarea de cuidar de mis dos hermanas más pequeñas, tanto en el colegio, donde debía estar pendiente de que comieran bien y de que volvieran repeinadas a las clases de la tarde, como en casa, cuando nuestros padres se ausentaban.

Recuerdo que me llamaban la “madre chiquitina”, lo que en aquel momento me llenaba de orgullo y, sin saberlo, determinaba mi alto grado de responsabilidad y compromiso para el resto de mi vida ¿o quizás no?

“Hay lugares en los que el eslabón de la infancia no existe”, dice Alain Vigneau, Clown Esencial y autor del libro Vida de Clown. La tragicomedia del Ser.

Para este experto, que ha participado en el Seminario Virtual del Eneagrama, organizado por la psicólogga Diana Zicer, “éste es un tema cada vez más presente en mi trabajo, el de tener una infancia difícil, donde las personas no desean volver ni siquiera para rescatar a su niño interior”.

No obstante, según Vigneau, trabajar esa relación con nuestro niño o niña interior “nos convierte en adultos más completos”.

quererles más

Quererles aún más es posible

Se dice que “se mira al mundo sólo una vez, en la infancia; el resto es memoria”, así que te propongo el reto de remirar en esa dirección, para poner el foco en lo que necesitan los más pequeños de la casa, tus hijos, sobrinos o nietos; ¿deseas quererlos mejor?

“Los aprendizajes que dejemos a nuestros hijos durante los seis primeros años tendrán gran importancia para el resto de sus vidas, pues ahí se asentarán sus sistemas de valores y de creencias”, dice Elisa Molina (@educarencalma), maestra de Educación Infantil y coach de Familia; “por esto es relevante que atendamos a la infancia como necesita y requiere”

La fundadora de la escuela Educar en Calma dice que “como padres es preciso hacerlo lo mejor posible desde el amor incondicional, desde el respeto mutuo y empleando el sentido del humor”.

Para empezar, Molina propone “cambiar la mirada hacia la infancia, proporcionándoles entornos de seguridad con el acompañamiento que requieren, mientras van adquiriendo esa libertad progresiva con responsabilidad”.

Son esas habilidades y recursos “que les permitirán ser adultos formados y con capacidad de aprender a aprender”, para lo cual, “hemos de ser los guías de esos niños, el faro en el que puedan mirarse y encontrar la luz”, dice Molina.

Claro que para ello los adultos hemos de darnos un repaso interior: “Educar en Calma es una filosofía de vida centrada no sólo en la relación con nuestros hijos, sino también en las relaciones interpersonales y con nosotros mismos”.

“El respeto mutuo y la dignidad son las bases de tales relaciones, como merecemos, además de servir de modelo a la infancia”, dice esta experta.

 

hijos

Cómo amarles mejor

“La infancia comienza con las heridas de nuestros propios padres”, dice Alain Vigneau; “la entrega, el espíritu amoroso o la paciencia hacia los hijos es algo que algunos padres no están capacitados para dar, simplemente porque ellos, a su vez, no lo han recibido”.

Por eso este Clown Esencial propone que, para acompañar a la infancia, “lo primero es devolver la legitimidad a nuestro propio niño o niña interior”

En el entretanto, Elisa Molina comparte el decálogo Educar en Calma y deja en el aire una pregunta: “¿Cómo quieres que te recuerden tus hijos cuando ya no estés?”

  • Quiérelo siempre y de modo incondicional. Hay momentos en los que creemos que los niños se “portan mal” para molestarnos, retarnos o quedar por encima; sin embargo, la neurociencia aporta datos al respecto: un niño que se comporta mal es porque se siente mal.

“Quiéreme cuando menos lo merezca, porque será cuando más lo necesite”.

  • Trabaja su autoconcepto. Es importante que ellos conozcan sus debilidades, sus capacidades, sus puntos de mejora y que puedan explorar el mundo conociéndose y experimentándolo con seguridad y tranquilidad.

“Tu hijo es un ser humano único y especial, no hay dos como él; es como un diamante en bruto, por lo que intenta no limar demasiado sus aristas, ayudándole a que brille”.

  • Equivocarse es normal. El error va a estar en ellos y es normal durante su proceso de aprendizaje. Equivocarse es una oportunidad para sentir la humildad y la vulnerabilidad.
  • Olvida las etiquetas, pues no las hay ni buenas ni malas; sólo afectan y determinan su crecimiento.

padre e hijos

“Deja que tus hijos brillen mediante el talento que traen, para llegar adonde estén llamados a ser”.

  • Ponte a su altura para hablar con tus hijos. Es importante que veas cómo es su mundo, cómo perciben ellos las cosas; de esta manera te será posible conectar.
  • Confía en él, en sus capacidades, talentos y en los aprendizajes que sea capaz de hacer por sí mismo y con tu ayuda, pues aumentará su autoestima.

“Las personas somos resilientes por naturaleza, sólo necesitamos alas para volar y raíces para volver”.

  • Modela con tu ejemplo. Si deseas que tu hija sea empática, empatiza con ella. Si quieres que sea respetuosa, empieza por respetarla.

“Son valores que ha de percibir en su vida diaria a través de tu ejemplo”.

  • Las emociones se sienten. Acompáñalo en todas y cada una de sus emociones, las cuales no se gestionan, sino que se sienten y se viven, para así canalizarlas y expresarlas de forma respetuosa con los demás y con uno mismo.
  • Educa a largo plazo. Evita castigos y chantajes que, aunque tengan efecto a corto plazo, no lo tendrán con el tiempo, pues ¿te van a servir cuando tu hija tenga 10, 15 ó 25 años? ¿en qué posición te va a dejar? ¿qué recursos estás dando a tu hija para cuando sea adolescente? ¿qué le estás enseñando?
  • Educar implica conexión, humor y amor. Potencia ese amor incondicional que sientes por tus hijos, y ellos por ti, sin traicionar ni debilitar ese vínculo.

“Entiende sus necesidades y las tuyas, valida sus emociones y las tuyas y acompáñalos en los momentos en los que estén enfadados, sientan frustración, también alegría”; “celebra la vida con ellos, el amor sin poner condiciones”.

No somos adultos perfectos, pero sí conscientes e intentando hacerlo lo mejor posible”, dice Elisa Molina, que propone: “sé tú ese cambio que deseas ver para poder educar a tu hijo o hija desde la conexión, el respeto, el amor incondicional, desde la libertad y la responsabilidad, siendo la madre o el padre que ellos necesitan”

Si has llegado hasta aquí, te comparto esta preciosa cita del Clown Alain Vigneau: “como adultos sabemos que estamos enfermos por falta de amor y es precisamente en el amor donde está la cura”.

¡Feliz Entrenamiento para Quererlos Mejor! ¡Feliz Coaching!

 

 

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí