Cómo enfrentarte a la fibromialgia

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Unas 900.000 personas sufren fibromialgia en nuestro país. Una patología marcada por el dolor con la que sí “es possible convivir”. Así lo afirma Mar Gómez a través de su libro Libérate de la fibromialgia y alivia el dolor persistente, donde narra su experiencia personal con esta enfermedad, publicado por Edaf. Una obra “eminentemente práctica” que ofrece herramientas para manejar los “moduladores del dolor”, por lo que su lectura beneficiará a pacientes con fibromialgia y también a personas con dolor crónico.

 

Mar, en el año 2002 te diagnostican de fibromialgia. ¿Cómo cambia tu vida entonces?

Cambia y mucho. Yo tenía entonces 31 años y acababa de tener a mi hija. A los pocos meses de nacer, empecé a sentir todos los dolores. Era un dolor en todo el cuerpo, horroroso. Aunque la verdad es que yo tuve suerte y con pocas visitas me derivaron al traumatólogo y en seguida me dijeron lo que tenía. Digo que tuve suerte porque no tuve que hacer ese periplo de viaje que hace muchísima gente, a quienes les lleva años recibir un diagnóstico. Lo mío fue bastante rápido y me cambió la vida totalmente. En ese momento tenía mi trabajo, hacía poco que me había Casado, y tenía mis expectativas de future. Cuando me dieron el diagnóstico llegué a plantearme muchas cosas.

 

¿Por qué es, para muchos, una de las enfermedades más incomprendidas que hay?

Por la naturaleza del dolor. Desde la experiencia que cada uno de nosotros temenos del dolor, es muy difícil entender a otra persona que te dice que cada día tiene dolor, ahora aquí, ahora allí, que es un dolor que se mueve constantemente, con intensidades diferentes. Es bastante incomprensible. Nosotros estamos acostumbrados a un dolor que normalmente tiene una causa orgánica, una lesión, un daño y que tiene una progression. En el caso de la fibromialgia no es así, y es algo que es también incomprensible para nosotros, porque no lo entendemos.

 

¿Cómo afecta la fibromialgia, por tanto, a la vida, en todos los órdenes?

A todos los niveles. Cuando empecé a leer, a investigar sobre la enfermedad, no recibía demasiadas respuestas. Solo pude comprender que mi fibromialgia, como la de cada persona, es completamente diferente. Lo que, al mismo tiempo, me ayudó bastante a disipar mis miedos. Entendí que todo me llevaba al dolor. Y commence a adentrarme en la neurociencia para entender qué era el dolor, de dónde provenía, cómo hacerle frente… Poco a poco fui entiendiendo que el dolor es bastante complejo y que existen muchísimos factores que lo pueden modular, como los hábitos de vida, las creencias, factores emocionales, aprendizajes, expectativas, cultura, contexto, factores sociales, etc. Y cuando eres consciente de que uno o varios factores están influenciando en tu dolor, ya sabes que puedes trabajar esos aspectos. Y hablo de dolor en general, no solo de fibromialgia.

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Por lo que dices, ¿es el dolor tu aliado más que tu enemigo?

Sí, porque el dolor es un mecanismo de defensa, de protección. El dolor te está diciendo que pasa algo en tu cuerpo, nos avisa, llama nuestra atención sobre algo que está pasando. El dolor es una sensación y una emoción desagradable que activa nuestro cerebro para promover en nosotros un comportamiento. Cuando el cerebro considera que la alarma ha pasado, se desconecta, el peligro ha pasado. Pero, ¿qué ocurre con el dolor persistente? Pues que puede tener otro origen. El cerebro entiende que el peligro continua, que no ha terminado, y mantiene la alarma activad. Eso produce muchos cambios ya que el dolor provoca cambios importantes a nivel bioquímico, a nivel emocional, físico… Esta situación hace que ese dolor afecte directamente a tu salud y, por tanto, a todas las esferas de tu vida.

 

Mencionabas anteriormente que el ejercicio físico es uno de los moduladores del dolor. ¿Cómo nos ayuda?

Cuando temenos dolor pensamos que lo mejor es reposo, no movernos. Y esto no es así. Tenemos que entender en la fibromialgia no existe ningún dolor de la enfermedad, que se trata de una alteración en el sistema nervioso, la percepción como la modulación y transmisión. Como no hay daño corporal, me puedo mover. El hecho de descansar va deteriorando la musculatura, se va debilitando, por lo que después me costará mucho más moverme porque mi musculature estará más débil. Por eso es aconsejable hacer ejercicio, porque trabajamos la musculatura y porque estamos generando endorfinas, que son un opiáceo natural, que también ayuda. Poco a poco, a medida que practicas ejercicio, vas a ir comprobando que la intensidad del dolor se alivia, que el cuerpo va respondiendo.

 

Otro de los moduladores a trabajar es la alimentación.

Sí, aunque en este libro es de lo que menos hablo porque es muy particular de cada persona. Siempre aconsejo que se recurra a un nutricionista porque cada uno debe abordarlo en función de las necesidades que tenga. Sí que Podemos decir, en general, que la alimentación es importante para todos, aunque los enfermos de fibromialgia no necesitan de una alimentación diferente.

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Y las emociones ¿cómo nos ayudan a enfrentar el dolor?

Cuando tienes un dolor, por ejemplo de cabeza, tu estado anímico cambia. Cuando aparece el dolor hay algunas emociones que hay trabajar especialmente. Por ejemplo, la tristeza, porque piensa que en la fibromialgia hay muchísimas pérdidas por el camino. Desde amistades porque no puedes seguir sus planes, al trabajo, pérdidas en la capacidad de movimiento funcional, etc. Hay que aprender a manejar estas emociones. Y en el libro hablo de hacerlo a través de pequeñas herramientas que nos ayudan a sentirnos un poquito mejor, como de la risa o los abrazos.

 

Si antes te preguntaba cómo te cambió la vida en el 2002, ahora te pregunto: ¿Cómo ha cambiado tu vida desde entonces, después de recorrer todo este camino?

Muchísimo. Porque poco a poco he ido entendiendo lo que iba pasando en mi cuero y analizándolo a su vez. Todos los escollos que he ido superando me han hecho encontrar una forma diferente de hacer las cosas, de enfocarlas, y al final encuentras muchas soluciones para hacer lo mismo pero hacerlo de otra manera. Al final, puedes llevar una vida bastante normal y no privarte de casi nada. Es más, yo puedo decirte que en mi caso la persona que era antes a la que soy ahora no se parecen en nada. A la de antes ya no la quiero porque soy más sólida ahora. El dolor me ha ayudado a crecer, a supercar muchas barreras. Ahora soy una persona más segura.

 

 

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