Envejecer es renacer: «La vejez es el futuro»

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Inexplicablemente, un día al despertar, nos vemos en el espejo para darnos cuenta de que somos ancianos. La juventud que creímos eterna ya no está, sentimos que los años se nos vinieron encima de una sola vez, y aun cuando a lo largo de nuestra vida, la jubilación lucía como algo lejano, remoto y distante, vemos con sorpresa y preocupación, que ese día ya llegó, y por más que decíamos que estábamos preparados para este momento, de pronto nos damos cuenta de que en realidad, no es así.

Nos repetimos una y otra vez: ¡No es posible, si estoy mejor que nunca, tengo salud, estoy en forma, aún estoy activo y tengo tanto para dar! Sin embargo, el entorno se encarga de recordarnos a cada instante, con cada gesto y cada palabra, que hemos alcanzado la también llamada, «edad dorada», es entonces, cuando no nos queda más remedio que aceptar, que nos llegó el momento de iniciar una cruzada para vencer al tiempo que hasta ayer sentimos como aliado, y que ahora creemos que ya no está de nuestro lado.

Este miedo que de pronto nos embarga, no es producto de la casualidad, ya que, en nuestro transitar ha habido gran cantidad de elementos y estereotipos que, por más subliminales que hayan sido, han estado allí para alimentarlo, y la resistencia que sentimos hoy es la consecuencia lógica, que nos impide asumir que aunque seamos ancianos, «ahora es cuando, hay vida para rato«.

Nuestra cultura promueve y exalta la juventud, como sinónimo de vitalidad, belleza, alegría, éxito y realización, dejando a la vejez, en un último plano, olvidando que también está colmada de retos, logros, aprendizajes, experiencias y satisfacciones.

Tememos a la senectud porque a lo largo de la historia ha sido estigmatizada y la asumimos como sinónimo de soledad, depresión, dolencias y enfermedad, por lo que no es de extrañar que sea difícil de aceptar y menos aún de disfrutar.

Cada etapa tiene su encanto, y envejecer no es la excepción, por lo que nos llega el momento de asumir la responsabilidad de elegir, como la queremos vivir, bien sea con amargura y con dolor, o con aplomo y aceptación.

La concepción de la vejez, también engloba un fenómeno socio cultural, ya que mientras que la Organización de las Naciones Unidas, (ONU), establece la edad de 60 años, para considerar que una persona es adulta mayor, en los países desarrollados, indican que la ancianidad, empieza a los 65, y en países como España, se está extendiendo gradualmente, hasta los 67 años.

El envejecimiento de la población, constituye un éxito de las políticas de salud pública y el desarrollo socioeconómico, ya que dicho segmento, no solo está creciendo demográficamente, sino también en su franja etaria de mayor edad. Esto se explica, gracias a los logros alcanzados desde mediados del siglo pasado, en diversos campos, tales como: el científico, social, tecnológico, médico, farmacéutico, educativo y otros, que han incrementado la expectativa y calidad de vida, además de, disminuir las tasas de natalidad y mortalidad, hechos considerados como hitos de la humanidad.

No obstante, esta realidad también representa retos importantes, ya que implica crear circunstancias idóneas, que contribuyan al pleno desarrollo de los adultos mayores, garantizando su seguridad e integridad, debido a que la sociedad actual está obligada a valorar y reconocer la importancia del aporte y legado de quienes hoy son ancianos, para alcanzar las condiciones de vida que hemos logrado.

Al negar nuestra vejez, nos negamos un mundo de posibilidades y oportunidades, olvidando lo afortunados que somos, gracias al privilegio que nos dan los años. Por más que creemos haber fracasado, ¡hemos triunfado!

En la actualidad, una de cada diez personas es mayor o cercana a los 60 años, por lo que se infiere que para el 2030, la generación llamada los Baby Boomer, nacidos entre 1946 y 1964, serán ancianos y representarán aproximadamente el 25% de la población mundial.

Se estima, que para el año 2050, el número de personas con edades superiores a los 60 años, aumente de 600 millones a 2.000 millones, generando así, el respectivo impacto político, económico y social, motivo por el cual podemos asegurar que: La longevidad es el futuro.

El mundo está colmado de experiencias de personas exitosas, que lograron el triunfo a su avanzada edad, son líderes, que nos inspiran y motivan a seguir su ejemplo, un sinfín de artistas, escritores, inventores, empresarios, deportistas e innovadores, que habiendo iniciado sus carreras en el ocaso de la vida, obtuvieron grandes éxitos y reconocimientos al descubrir sus dones y talentos.

En la actualidad también hay personas que están rompiendo los esquemas, como es el caso de Andrés García-Carro, un abuelo gallego de 88 años, quien es considerado uno de los mejores modelos españoles, y antes de hacerse famoso, nunca había pisado una pasarela. Su popularidad en las redes sociales le ha brindado múltiples oportunidades, ya que además de haber posado para la revista American Express, y ser la imagen del equipo de fútbol francés Red Star, el pasado mes de agosto apareció en un video del cantante y actor español Arón Piper, y pronto también lo hará en un clip del artista madrileño C. Tangana. Señala que aún tiene un sueño por cumplir, que es el de rodar junto a Quentin Tarantino y ser el malo de la película.

Otro ejemplo reciente es, el de Benedicta Sánchez, la anciana actriz gallega, quien sin experiencia alguna en el cine, obtuvo el Premio Goya 2020, como Mejor Actriz Revelación, a los 84 años de edad, por su papel en la película, Lo que arde.

También hay gran cantidad de ejemplos de personajes famosos que siendo reconocidos por sus trayectorias y logros, con el transcurrir de los años se animaron a explorar otras áreas de sus vidas que habían quedado pendientes de experimentar, tal es el caso de, Marie Curie, quien después de haber ganado dos premios nobel, a los 50 años, disfrutó del placer y la alegría que le significó el aprender a nadar.

Otra importante lección, la recibimos del escritor León Tolstoi, quien después de haber perdido a su hijo de siete años, aprendió a conducir bicicleta como terapia para superar el dolor.

La invitación es a seguir a esa legión de personas que tarde en sus vidas, se dedican a transitar nuevos caminos y experiencias, así como también a aquellos quienes optan por dedicarse a estudiar y aprender, para satisfacer un deseo y sed de conocimiento, más que para obtener un grado o título académico.

Afortunadamente, esta inquietud va en aumento, prueba de ello, es que actualmente en España, hay una población universitaria de alrededor de 25.000 estudiantes seniors, mayores de 55 años, altamente motivados y con los mejores resultados. Es en esta edad, cuando podemos dedicarnos a aquello que realmente nos gusta, eso que siempre quisimos y nunca pudimos, o no nos atrevimos. Se trata de vencer las barreras autoimpuestas y superar el paradigma del: «Ya estoy viejo para eso».

Más allá de los compromisos, deberes y las obligaciones, todo cuanto hagamos ahora debe ser para ratificar nuestro sentido de autonomía y libertad. Ha llegado el momento de la liberación y la emancipación, esta es la oportunidad para realizar y alcanzar nuestros sueños de anhelos y felicidad.

Busquemos en nosotros esa pieza de mármol que deseamos esculpir, para dejar salir nuestro David como obra maestra de nuestro existir, dejemos fluir nuestra inspiración y llegará la pasión y la motivación. Es tiempo de descubrir nuestros dones y talentos para ir a su encuentro.

El arte de envejecer es renacer a una nueva vida, para nacer a lo que nunca fuimos, alcanzar lo que siempre quisimos y trascender al infinito.

Nancy América Pérez Barreiro.

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