Es acercarse a la ventana. Mirar el cielo. Aunque los árboles escondan la mitad del horizonte otra mitad veré mañana.
Cierro los ojos, sintiendo los labios en las nubes que me quieren besar. Mezclo orilla con arena, oído con verbena, tan cerca de las olas que tan lejos están.
Saltó mi corazón de un tercero. Sin escaleras, sin ascensor, quedando el cuerpo tumbado cerquita de un jardín con una sola flor.
Ahora puedo mirarte y beberme ese orujo…Miajadas, canto a la mirada un solo ojo y sin querer, devuelve por puro placer sonrisas al amanecer con sus pies de lunas blancas.
Una, luna y descalza nómbrame de madrugada y a sorbos responderé por ti mirándote fijamente, como humo saliendo de mis caladas.
Ahora es la hora de los valientes, de los que escriben sin pensar bajando el río con su corriente, mirándote fijamente dejé mi vida pasar.