Se dice que la amabilidad es un acto sutil de amor hacia el otro. Ser atento, educado, afable, cordial, correcto, cortés, considerado e incluso cívico es ser amable, cualidad que tiene que ver con querer a otras personas. De ahí que la amabilidad auténtica, la que brota del corazón, sea siempre genuina, nunca forzada, al igual que el amor.
Tengo una amiga que es casi siempre muy solícita. Parece tener la palabra justa en cada momento y, en determinadas situaciones difíciles, opta por una actitud cortés que encaja a la perfección con el protocolo social, si bien no deja ver qué es lo que realmente está sintiendo y pensando.
La clave está en lo que para cada uno es ser amable. La amabilidad es un término relacionado con la afabilidad, esto es, la cualidad de ser agradable y dulce en el trato, con una conversación suave.
Implica también ser amoroso y cariñoso en la manera que tenemos de relacionarnos con otras personas e incluso llegar a la complacencia, en el sentido de agradar al otro, aunque no a cualquier precio emocional.
La amabilidad comporta la empatía, ese saber ponerse en el lugar de la otra persona; también implica asertividad, esto es, expresar de manera firme pero respetuosa y con un lenguaje neutro aquello que deseamos comunicar al otro. No obstante, quizá te preguntes cómo puedes mejorar tu nivel de amabilidad.
Te sugiero el siguiente decálogo. Puedes empezar por el punto que consideres más interesante; te invito a que lo enuncies como un reto y te entrenes.
“La revolución silenciosa que necesitamos es el civismo”, dice Álex Rovira, fundador de la Escuela de Transformación Vital y Liderazgo; “las pequeñas cortesías transforman sociedades enteras”.
Para el autor de La brújula interior y Cuento para quererte mejor, el civismo forma parte de la amabilidad; “seamos conscientes de nuestro estado emocional y de cómo afecta a quienes nos rodean”; “tratemos los espacios públicos como lo haríamos con nuestra propia casa, pues esto es un índice del nivel de desarrollo, madurez y humanidad de un país”.
“El civismo no es un lujo de sociedades avanzadas, es la herramienta que las hace avanzadas”, dice Rovira; “cada acto de cortesía es una inversión en el banco de confianza social; por ejemplo, cuando cedes el paso, cuando dices gracias, cuando recoges una basura que no arrojaste, estás depositando crédito en una cuenta comunitaria de la que todos podremos retirar”.
Y es que, para este experto, “civismo es reconocer que vivimos interconectados y que nuestras acciones, por pequeñas que sean, afectan al bienestar colectivo”.
Sin embargo, “hemos normalizado la grosería como si fuera inevitable, la descortesía como si fuera autenticidad y el sálvese quien pueda como si fuera realismo”, dice Rovira.
“Las sociedades más prósperas y felices del mundo comparten un secreto que no aparece en las estadísticas económicas: han cultivado el civismo como una forma de arte colectivo”, dice Álex Rovira; “no es sólo buena educación, sino la tecnología social más poderosa que existe”.
“Estas sociedades tienen menos criminalidad, más cooperación y mayor bienestar colectivo, lo cual no es casualidad, sino una relación de causa-efecto”, dice Rovira.
Si has llegado hasta aquí, te cuento un poco más acerca de la conducta de mi amiga Beatriz. Ella se desvive por los demás, en el sentido más estricto del término; sin embargo, aunque sonría, hay ocasiones puntuales en las que deja ver un poco su trasfondo de tristeza.
Al ser tan amable, tan cortés, solícita y educada, los conceptos se funden y confunden, llegando ella a pagar lo que personalmente creo que es un precio muy alto en sus relaciones, al olvidarse de la amabilidad que se debe a sí misma.
Ya te decía al principio que la amabilidad está imbricada, como escamas de pez, en el amor y que éste es genuino cuando brota directamente del corazón.
Además, lo que vemos afuera tiene mucho que ver con lo que construimos dentro de nosotros; de ahí que la amabilidad, al igual que la evitación de juicio, la comprensión, la compasión o la empatía funcionan de puertas para afuera, con los demás, si las entrenamos primero de puertas adentro, hacia nosotros mismos.
Desde el Coaching, te propongo algunas claves para entrenar la auto amabilidad:
Esta vez cierro con una frase atribuida a Henry James (escritor y crítico literario estadounidense,1843-1916): “Hay tres cosas importantes en la vida; la primera, ser amable; la segunda, serlo siempre y la tercera, nunca dejar de serlo”.
Pues eso, te convido a amar mejor a través de la amabilidad.
¡Feliz Amor Amable! ¡Feliz Coaching!
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