¿Eres de las personas que se sienten incómodas cuando alguien les hace un elogio? ¿Te castigas ante la crítica que hace de ti un familiar? ¿Eres capaz de dejar que otros te cuiden? ¿Confías en tus propias decisiones o sientes dudas a cada momento? ¿Tienes miedo a hacer daño a otras personas con tus acciones y comentarios? ¿Eres de los que pide disculpas a todas horas? Tus respuestas trazan un perfil que te lleva a conocer mejor tu culpa y, desde el Coaching, hoy te propongo un entrenamiento para vivir sin ella.
¿Sabias que hay creencias, traumas e incluso emociones que, al igual que la culpa, se transmiten de forma silenciosa?
En la base de este sentimiento se encuentran la autoexigencia y, sobre todo, el miedo, que la retroalimenta. Porque son algunas de nuestras creencias junto al propio entorno sociocultural lo que contribuye a construirla.
Sin embargo, tal y como dice Sonia Rico, coach especializada en Programación Neurolingüística, “la culpa no tiene poder por sí sola, sino que es el significado que le damos lo que la hace tan pesada”.
La autora de Querida culpa, gracias, pero adiós, distingue entre una culpa mórbida y otra saludable, siendo ésta la que “nos ayuda a darnos cuenta de nuestros errores, a pedir disculpas y ayudar a los demás”.
Y es que esta culpa buena “actúa como una brújula interna que nos lleva a parar, reflexionar y actuar con mayor conciencia”, dice Rico; por el contrario, la culpa disfuncional “nos mantiene atrapados en un círculo de autocrítica y castigo constantes, sin permitirnos avanzar”.
¿Cómo convertir esta última en saludable? “Al reconocer que nuestras culpas y errores forman parte de nosotros, aunque no nos definen, abrimos un espacio de sanación”, dice Sonia Rico; “se trata de dejarnos transformar por lo que hemos vivido, por lo que las cicatrices emocionales, lejos de ser signos de debilidad, son marcas que reflejan nuestra resiliencia y nuestro poder de reconstrucción”.
“En nuestro interior existen dos voces: la de la culpa y la de la paz”, dice Majo Cascales, entrenadora mental, emocional y espiritual; “la voz de la culpa nos hace seguirla de modo automático, aunque mediante el discernimiento es posible seguir la voz de la paz, la cual nos da el poder”.
Dice esta experta, que recientemente ha organizado el curso virtual gratuito Entrena tu Paz, que se trata de dos idiomas: “el de la culpabilidad opera desde la carencia, desde el problema, desde la creencia de que no eres suficiente”. “La voz del ego sólo te habla de las dificultades, de las carencias”, dice Cascales; “tal es su funcionamiento y está programada para la supervivencia física, por eso predice lo peor que puede pasar, para que sobrevivamos”. “No se puede salir de la autovía de la culpa desde este sentimiento, pues, hagas lo que hagas, nunca es suficiente, pues siempre falta algo”.
Manejando el idioma de la culpa, “la mente no tiene calma, pues estamos entre el pasado y el futuro, yendo de uno a otro”, dice Majo Cascales; “este sistema mental coloca el poder en todo lo de fuera, es decir, lo externo es lo que te domina y te condiciona”.
“Esto nos lleva a quedarnos en la apariencia, creyendo que sólo somos un cuerpo físico con autonomía propia”, dice Cascales; “por ello, sentimos que todo nos ataca y que lo que nos ocurre nos pasa como fatalidad”.
Para esta experta, “la clave está en aceptar que somos parte creativa de esos procesos”.
El traductor o lenguaje de la paz pregunta qué puedes aprender, qué es lo mejor que te puede pasar, “es el aprendizaje”.
“Sensaciones de expansión, vibración en alta frecuencia, la mente en calma, serenidad y te abres al silencio”, dice la autora de Es fácil dejar de sufrir si sabes cómo o El poder de tu paz; “este idioma te devuelve todo el poder, el sentido vertical, por lo que no te trasladas ni al pasado, ni al futuro, sino que permaneces en el presente”; “es el fin de la victimización y el camino a la libertad”.
“Si la culpa es la voz de la perfección, respóndele con la voz de la compasión”, dice Sonia Rico; “no te exige nada, sólo te abraza tal y como eres”.
¿Cómo puedes transformar tu sentimiento de culpa disfuncional en funcional, en aprendizaje? De la mano de Rico y Cascales te propongo el siguiente entrenamiento por pasos:
Si has llegado hasta aquí, te cuento un poco acerca de mi propio proceso con las culpas.
Reconozco que no es un término que me guste pronunciar mucho, llegando incluso a sustituirlo por el de responsabilidad.
Desde que era una niña aprendí pronto que debía esforzarme si deseaba tener mi lugar en el círculo familiar. Es cierto que no recibía presión alguna de mis padres, al menos conscientemente. Aunque cada día procuraba mostrar mi mejor versión ante los demás.
Varias décadas de responsabilidad extrema, perfeccionismo sin fin y autoexigencia superlativa me llevaron a un punto en el que sólo oía las carencias, sólo veía problemas y, en mi afán por superarme, no tenía las horas suficientes para lograr la perfección.
Paso a paso he ido dándome cuenta de que la empatía, la comprensión, la compasión y la generosidad han de entrenarse y aplicarse, en primer término, a una misma.
Es así como he podido escuchar mi voz de paz, centrándome en el presente y aprendiendo que mis errores son, en realidad, ocasiones para seguir creciendo.
“La culpa es una oportunidad para reflexionar sobre el impacto de nuestras acciones”, dice Sonia Rico. “Puedes utilizar ese sentimiento para mejorar personalmente y también para contribuir a mejorar la vida de los demás”.
Y tú, ¿te aventuras en el mundo de la dis-culpa?
¡Feliz Vida sin Culpas! ¡Feliz Coaching!
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