Principales errores al utilizar los protectores de estómago

protector

Llamar protectores de estómago a algunos medicamentos antiulcerosos puede llevar al error de usarlos para prevenir digestiones pesadas.

El verano suele traer consigo un cambio en los hábitos: aumentan las temperaturas, llegan las vacaciones y los viajes, y con ellos también los excesos. Comidas copiosas, más grasas, azúcares, sal e incluso alcohol se convierten en protagonistas de la mesa, lo que puede derivar en digestiones pesadas.Aunque no suelen ser graves, estas molestias digestivas pueden afectar al día a día. Entre los síntomas más habituales destacan la sensación de pesadez, estreñimiento, hinchazón abdominal, gases, eructos, reflujo, ardor estomacal, náuseas leves y somnolencia tras las comidas.

El Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos de España recuerda que en las farmacias comunitarias existen medicamentos de venta sin receta que ayudan a aliviar estas molestias, siempre bajo la orientación de un profesional.

Tratamientos disponibles en farmacias

  • Hinchazón y gases: pueden utilizarse siliconas como la simeticona o la dimeticona, que favorecen la eliminación de gases, o carbón activado, que los absorbe en el intestino.

  • Estreñimiento: si la dieta y los hábitos no son suficientes, se puede recurrir a laxantes, que aceleran el tránsito intestinal y ablandan las heces.

  • Reflujo o ardor estomacal: hay cuatro grupos de medicamentos disponibles:

    • Alginatos, que forman una barrera protectora en el estómago.

    • Antiácidos (como el almagato), que neutralizan el ácido.

    • Antagonistas H2 (como la famotidina), que reducen la secreción gástrica.

    • Inhibidores de la bomba de protones (IBP), como el omeprazol, que bloquean la producción de ácido.

  • Dolor cólico: en casos puntuales, el farmacéutico puede recomendar butilescopolamina, que reduce los espasmos gastrointestinales.

El mal uso del “protector de estómago”

Los farmacéuticos advierten del uso incorrecto del término “protector gástrico” para referirse a los IBP como el omeprazol. Esta denominación puede llevar a un consumo indebido, al entenderse como prevención general de problemas digestivos, cuando en realidad su función es controlar la secreción de ácido.

Un uso prolongado o a dosis altas puede provocar efectos adversos, como la reducción de vitamina B12, magnesio o calcio, lo que aumenta el riesgo de anemia, debilidad muscular u osteoporosis. Por ello, se recomienda emplearlos siempre bajo supervisión profesional, a la dosis mínima eficaz y durante el menor tiempo posible.

En el caso del omeprazol sin receta, la pauta es de 20 mg una vez al día, media hora antes del desayuno, con una duración máxima de 14 días. Si tras siete días no hay mejoría, es necesario acudir al médico.

Consejos para prevenir digestiones pesadas

Antes de recurrir a los fármacos, los expertos insisten en la importancia de mantener unos buenos hábitos:

  • Evitar comidas abundantes, picantes o muy grasas.

  • Hacer 4 o 5 comidas ligeras al día en horarios regulares.

  • Priorizar frutas, verduras de temporada y alimentos ricos en fibra.

  • Reducir ultraprocesados, fritos y rebozados, optando por la plancha o el vapor.

  • Comer despacio, masticando bien, y dedicar al menos 20 minutos a la comida.

  • Mantener una correcta hidratación (1,5 a 2 litros de agua diarios).

  • Practicar ejercicio físico moderado, con precaución ante las altas temperaturas.

En definitiva, disfrutar del verano sin renunciar a la salud digestiva es posible si se combina prevención, moderación y, cuando sea necesario, el consejo profesional en la farmacia.

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