Más de dos millones de personas sufren el síndrome de piernas inquietas

piernas inquietas

Con motivo del Día Mundial del Síndrome de Piernas Inquietas (SPI), que se conmemora cada 23 de septiembre, la Sociedad Española de Neurología (SEN) recuerda que esta patología afecta a más de 2 millones de personas en España. A pesar de su elevada prevalencia, se estima que hasta un 90% de los casos permanecen sin diagnosticar.

El síndrome de piernas inquietas es un trastorno neurológico caracterizado por la necesidad imperiosa de mover las extremidades inferiores debido a sensaciones molestas —hormigueo, picazón, dolor o inquietud— que aparecen o se intensifican en reposo, sobre todo por la tarde-noche. Estos síntomas interfieren con el descanso y son una causa frecuente de insomnio y mala calidad del sueño.

El SPI puede aparecer a cualquier edad, aunque su frecuencia aumenta con los años. Se calcula que afecta hasta a un 10 % de la población adulta y al 4 % de los niños y adolescentes, siendo en la infancia donde existe un mayor infradiagnóstico, ya que los síntomas iniciales suelen confundirse con el crecimiento u otros trastornos como el TDAH. En adultos, a menudo se confunde con enfermedades reumáticas o problemas circulatorios, lo que en muchos casos retrasa el diagnóstico más de una década.

El trastorno es el doble de frecuente en mujeres, especialmente en aquellas con déficit de hierro o alteraciones metabólicas relacionadas con la menstruación abundante o el embarazo. Entre un 11 % y un 30 % de las mujeres desarrollan SPI durante la gestación, sobre todo en el tercer trimestre. Aunque los síntomas suelen remitir tras el parto, en más de la mitad de los casos reaparecen en embarazos posteriores o se hacen crónicos.

Impacto y tratamiento

Aunque el déficit de hierro es uno de los principales factores vinculados al SPI, no es el único. Cerca del 65 % de los pacientes presenta antecedentes familiares, lo que apunta a una base genética. Además, la enfermedad se asocia a patologías como diabetes, insuficiencia renal crónica y determinadas neuropatías

“El SPI no solo afecta a la salud física, sino que también repercute de forma significativa en el bienestar mental y emocional del paciente. Hasta un 60% de las personas con SPI presentan dificultades para relajarse o incluso permanecer sentados. Es, además, una de las causas más comunes de insomnio”, explica Celia García Malo, Coordinadora del Grupo de Estudio de Trastornos de la Vigilia y Sueño de la SEN.

La experta subraya la importancia de preguntar por estos síntomas en pacientes con problemas de sueño, ya que existen tratamientos específicos y eficaces. Entre ellos, la suplementación con hierro cuando está indicada, así como diversas opciones farmacológicas que mejoran de forma significativa la calidad de vida y el descanso nocturno. No obstante, al tratarse de una enfermedad crónica y fluctuante, se requiere un seguimiento periódico por parte del neurólogo para ajustar la medicación en cada etapa y garantizar la seguridad del paciente.

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