Me gusta cuando el cine imita a la vida y al revés, cuando es la vida la que cuenta cosas bonitas. En la sala oscura, simbolizando el útero materno (de ahí que esté regido por el signo de Cáncer, astrológicamente hablando) hay espacio y oportunidad para volver a nuestro ser más auténtico y genuino.
Tal es el mix de la película francesa La brigada de la cocina, que se estrena mañana en cines, y que te propongo que veas, escuches, remires y, sobre todo, sientas. Te cuento, sin hacer espóiler.
Cathy Marie, interpretada por la actriz Audrey Larry, es una cocinera que sueña con poner en marcha su propio restaurante. Para ello acepta una oferta de trabajo en un centro de acogida de los chicos conocidos como MENA (Menores Extranjeros No Acompañados).
Lo que es en principio un trabajo ocasional sirve para imbricar las vidas de quienes hacen posible ese centro, incluida la propia Cathy Marie. En este escenario no hay nadie que se vaya sin su propio aprendizaje, también los espectadores. Te doy algunos puntos acerca de cuál ha sido mi experiencia:
En una acción paralela, imitando la vida al cine, nos fue ofrecido un cóctel al término del pase, en el que participaron los estudiantes de gastronomía de la ONG Cesal, un proyecto solidario a cargo del chef Chema de Isidro como director gastronómico, con un menú inspirado en la película.
Curiosamente, el tema que más se resistió fue el de la conexión con las emociones propuestas, de forma clara y concisa, a lo largo de la película. Alguien dijo que no profundizaba en casi nada, lo que me llevó a reflexionar a propósito de ello.
Creo que vivimos tiempos en los que a muchos les da miedo profundizar. El temor a la crítica del «mucho texto» pesa en el oficio de contar historias.
No obstante, la película ofrece lo que se quedó en la caja, al fondo, cuando Pandora la abrió: esperanza, la creencia en que casi todo puede enfocarse mejor, que es posible que las cosas se hagan con amor ¿por qué no decirlo?
En estos casos, cuando veo filmes que cuentan estas grandes historias humanas, las que te hacen vibrar en alta frecuencia, suelo ponerles una bonita leyenda-etiqueta: «película para terminar el día e irte a la cama con la certeza de que todo lo bueno también es posible»
Me permito, ahora sí, hacerte un espóiler y es que todo comienza… al trocear una cebolla.
¡Feliz Cine! ¡Feliz Coaching!
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