El grupo Albia ha publicado Enséñame a despedirme, una iniciativa que busca mejorar la gestión del duelo y facilitar, al mismo tiempo, el acompañamiento emocional para las personas mayores que han perdido a un ser querido. Porque, según los datos con los que cuenta el grupo, los mayores que enviudan tienen más riesgo de fallecer en los tres primeros meses tras la pérdida.
Concretamente, el riesgo de morir o de que la salud empeore notablemente, es un 66 % superior en los tres primeros meses de viudez, ya que la soledad, sobre todo en contextos de aislamiento, incrementa los síntomas depresivos y el sufrimiento emocional.
A partir de los 65 años, las personas experimentan importantes alteraciones vitales en áreas como el trabajo (con la jubilación), la salud o el bienestar emocional (con el fallecimiento de seres queridos). Por ello, la capacidad de adaptación continua es fundamental, también, en esta etapa. De hecho, los estudios indican que el riesgo de morir o de empeorar la salud del cónyuge aumenta en un 66% en los tres primeros meses de viudez; es el llamado “efecto de la viudedad”.
Este efecto cobra especial importancia en el contexto actual provocado por la COVID-19, que ha sido especialmente duro con el colectivo senior. De hecho, según los últimos datos del Ministerio de Sanidad, el 86,3% de las defunciones se han registrado entre los mayores de 70 años. “A pesar de que en personas mayores la cercanía a la muerte se acepta de manera más natural que en personas de menor edad, pueden brotar sentimientos de tristeza y preocupación en casos o circunstancias concretas como el aislamiento o la dependencia física, socioeconómica o familiar”, recuerda Marian Carvajal, Responsable de Atención Emocional de Albia.
Con el paso del tiempo se hace cada vez más necesario contar con entornos conocidos y acogedores que ofrezcan seguridad y que faciliten la comunicación con otras personas. Eso, en condiciones normales, lo proporciona la familia, los amigos, el círculo habitual, el barrio, los vecinos, la residencia o los centros de día, “pero cuando alguien fallece, no se produce solo una pérdida sino, también, la alteración del equilibrio vital que esa persona contribuyó a crear. Por esta razón es necesaria una adaptación en diversos ámbitos”, apunta Carvajal.
En Enséñame a despedirme encontramos algunas pautas que ayudan a decir adiós y ayudan a gestionar emocionalmente el duelo a los mayores de 65 años:
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