Cuidar y cuidarse: cómo acompañar sin olvidarse de uno mismo.
Cuando un familiar necesita apoyo continuado, el cuidado puede convertirse en un desafío emocional y físico para quienes lo acompañan. Esta reflexión invita a reconocer la importancia del autocuidado, pedir ayuda y confiar en recursos profesionales que alivian y sostienen a las familias.
Acompañar a una persona mayor implica dedicación, afecto y, en muchos casos, decisiones difíciles. Sin embargo, ese compromiso puede hacer que quienes cuidan releguen su propio bienestar, algo que a largo plazo genera cansancio físico, carga emocional e incluso sensación de culpa.
Desde Ballesol, una entidad con más de 44 años de experiencia en el acompañamiento a residentes y familias y con más de 55 residencias para mayores repartidas por todo el país, recuerdan que cuidar bien empieza por cuidarse uno mismo. Por ello, insisten en la importancia de reservar pequeños espacios personales, pedir ayuda sin miedo y aprender a gestionar las emociones que surgen a lo largo del proceso. Descansar, practicar actividad física suave o mantener hobbies contribuye a reducir el estrés diario; compartir responsabilidades evita el desgaste.
Los cuidadores, habitualmente la familia, suelen ser el sostén emocional del residente, pero para ofrecer estabilidad es imprescindible atender también sus propias emociones. Reconocer los límites personales, ponerlos en práctica y buscar espacios con profesionales, resulta fundamental para sostener el proceso de manera saludable.
En Ballesol explican que ofrecen orientación para que el acompañamiento emocional sea más ligero y no recaiga únicamente sobre los hombros del familiar. Contar con apoyo profesional especializado no solo mejora la calidad de vida de la persona mayor, sino que permite a la familia recuperar el vínculo sin la presión del cuidado diario. Por eso, su labor no se centra únicamente en el residente, sino también en proporcionar tranquilidad, escucha activa y soluciones a quienes lo acompañan.
Además del cuidado sociosanitario integral, Ballesol dispone de programas avanzados de fisioterapia y rehabilitación para mayores que favorecen la autonomía, la movilidad y la comodidad de la persona mayor, generando un impacto directo en el bienestar emocional de su entorno. Entre estos recursos destacan la magnetoterapia, una terapia útil para tratar el dolor crónico, inflamaciones o problemas articulares, y el Thera-Trainer, un sistema de ejercicio asistido que permite trabajar fuerza, coordinación y movilidad incluso en personas con limitaciones significativas. Estas terapias físicas, combinadas con las terapias emocionales, como las actividades de animación sociocultural, la alimentación y nutrición personalizada y pensada según los gustos del residente, las terapias psicológicas… todo ello bajo el seguimiento de sus equipos profesionales, ayudan a que las familias sientan alivio, confianza y la seguridad de no estar solas.
Desde la entidad subrayan que cuidar es un proceso compartido. Por ello, escuchan las necesidades de cada familia, acompañan en los momentos de duda o cansancio y facilitan los recursos necesarios para que el cuidador mantenga su salud emocional.
Porque cuando un familiar está bien atendido, quienes lo quieren también pueden descansar, respirar y reconectar consigo mismos.
En Ballesol, afirman, el objetivo es claro: acompañar siempre.
“Nosotros: nos conocemos, nos cuidamos, nos queremos”
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