¿Te ha pasado alguna vez que, de repente, sientes una molestia en un brazo, en la cabeza o en la espalda para la que no tienes una causa clara? Es posible que se deba a una postura forzada, a un exceso en el gimnasio o a un entrenamiento algo intenso. Sin embargo, hoy te propongo una lectura nueva: ¿y si ese dolor o malestar tuviera, además del origen físico, otro que podríamos denominar emocional?
Hace unos días empezó a molestarme uno de mis dedos índices. Su intensidad iba en aumento, a pesar de tratar de aliviarlo con masajes y crema.
Lo que empezó siendo una molestia sólo en el dedo índice, pronto migró al dedo corazón, amenazando al resto de mi mano derecha.
“Muchas veces nos pasa que sentimos dolencias en nuestro cuerpo y decidimos ignorar de dónde vienen y por qué se manifiestan”, dice Sami Osorio, de Escuela de Libertad Cuántica; “es importante que escuches lo que tu alma intenta transmitirte, porque son mensajes de amor, mensajes cuyo único propósito es que tu alma evolucione y cumplas tu misión”.
Y es que nuestro cuerpo habla, nos indica cuándo existe algún desequilibrio. Otra cosa distinta es que sepamos escucharlo.
“El cuerpo alberga información difícilmente accesible sólo desde la cabeza”, dice José Manuel Sánchez, director del programa Coaching somático y corporalidad, en el Centro de Estudios del Coaching (CEC); “el desarrollo corporal y el movimiento son llaves del autoconocimiento, por lo que adentrarse en uno mismo desde el cuerpo trae descubrimientos que pueden transformar tu forma de relacionarte contigo mismo y con los demás”.
“Creemos que tenemos un cuerpo, pero la realidad es que somos un cuerpo”, dice Sánchez; “Liberar tensiones, descubrir patrones, conectar con la intuición o entender comportamientos y cambiarlos; nada de esto se puede hacer sin el cuerpo, porque somos cuerpo”.
Dolor dorsal, tensión elevada, molestias en el hombro, en la muñeca o tortícolis son sólo algunas de las manifestaciones de las que se vale tu cuerpo para que lo escuches.
Desde el Coaching te propongo el siguiente decálogo para elevar la consciencia partiendo de tu propio cuerpo:
Manuel Requena, creador de la técnica ATS (Acción Transformadora desde el Síntoma) propone “entender la función de esa parte del cuerpo que presenta la molestia o dolor, ya que nos da pistas”.
Por ejemplo, la rodilla tiene la función de doblarse, por lo que, si no podemos hacerlo quizá sea porque no deseamos doblegarnos.
Otra lectura relaciona los fluidos humanos con las emociones, por lo que, si existe retención, es posible que esté ocurriendo algo similar con nuestros sentimientos.
Aclara Osorio que aceptar el síntoma no implica que no hagamos nada, sino que cambiamos el lugar desde el que lo hacemos; “es entender que todo lo que me pasa me lleva a un lugar mejor y para ello, el cuerpo es mi herramienta”.
Osorio nos propone llevarlo a cabo “sin exigirme ni obligarme, seguir lo que me diga mi alma, ya que cada parte de mi cuerpo me dice algo sobre el amor”. Para ello, propone las claves siguientes: “confía en ti, abraza tus defectos, perdona y da lo que deseas”.
Si has llegado hasta aquí, te cuento algo más a propósito de mi duelo de dedos. Ya he comentado que la molestia iba en aumento y, al afectar al siguiente dedo, estaba decidida a pedir cita con el médico, sospechando algún tipo de síndrome relacionado con mi trabajo de periodista (horas ante el ordenador).
Sin embargo, recordé que hay ocasiones en las que el cuerpo expresa lo que no le (me) permito decir, generalmente relacionado con emociones y sentimientos. Enseguida asocié el término rigidez a mi molestia. Repasé cómo habían sido mis reacciones ante distintos eventos ocurridos durante las dos últimas semanas. Así es como hice consciente casi todas mis rigideces que, por cierto, estaban asociadas a creencias de mi infancia.
De nuevo el ego me visitaba y me decía que, para sobrevivir, debía responder de una manera firme y perfecta.
Aunque, esta vez, a mi ego se le vio el plumero; así que me di cuenta de que la flexibilidad era la alternativa a mi propio malestar.
Y, ¿sabes qué? Pues funcionó y, a las pocas horas, ya no sentía dolor o molestia en ninguno de mis dedos.
Es verdad que la emocionalidad no es la responsable única de las manifestaciones de nuestro cuerpo, no obstante, te invito a que, cuando el síntoma o señal empiece, lo observes y trates de relacionarlo con el mensaje que te está dictando tu organismo.
¡Feliz Conexión con tu Cuerpo! ¡Feliz Coaching!
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