¿Sabes qué es lo que te distrae? ¿Conoces qué mecanismos emplea tu cerebro para apartarte de lo que has de hacer? ¿Cómo huyes de ti?
Según los expertos, sólo el 10% de las distracciones proceden del exterior; el resto tienen que ver con tu nivel de ansiedad, con el aburrimiento, el estrés, la soledad o con el hecho de huir de sensaciones incómodas. Ten en cuenta que aquello que no planeabas hacer y, sin embargo, realizas, es una distracción
Me las tomo a broma. Me refiero a las mil excusas que, en forma de distracciones, empleo para aplazar lo inaplazable, en un bucle de posposición o procrastinación que cumple con un objetivo: huir.
¿De qué huyo? De diversas cosas. Por ejemplo, de responder a ese mail en el que he de comprometerme con una fecha de entrega concreta, de esa conversación difícil que debo tener con alguna de mis personas favoritas para poner algún que otro límite, o de esa soledad que siento cuando me enfrento a mí misma, a mi interior.
“Huimos de aquello que no queremos mirar de frente y, sin darnos cuenta, vivimos huyendo de nosotros mismos”, dice Neus Monfort, coach especializada en el desarrollo de la autoestima; “nos sumergimos en el móvil, en el trabajo, en los tengo que, creyendo que estamos ocupados, aunque, en realidad, nos estamos evitando”.
No obstante, para Monfort la distracción puede ayudarte, “evitamos mirar hacia dentro, atender a esa verdad que insiste en hablarnos bajito”. “La escuchamos, porque toda evasión te trae un mensaje, como que algo en ti necesita atención, presencia o cuidado, por lo que es una guía que te lleva a dónde quieres llegar”.
Dice esta socióloga que “aprendemos a ver esas distracciones como mensajeras, de modo que detrás de ellas hay una incomodidad que sientes cuando ignoras una parte de ti que quiere ser escuchada”; “gestionarla te guía a ese encuentro”.
“No se trata de dejar de hacer cosas, sino de hacerlas conscientemente, es decir, de vivir en vez de huir”, dice Neus Monfort; “en este sentido, distráete, mira video juegos, tus correos, series o tik tok, aunque hazlo en el horario que tú hayas decidido, ya que el tiempo que planeas perder no es tiempo perdido”.
¿Cómo ser consciente de lo que realmente deseas o debes hacer? ¿Cuáles son los pasos para hacer conscientes esos distraíbles y aprovechar las señales que nos están dando?
Esta coach propone lo siguiente:
“Una poderosa herramienta para gestionar la incomodidad es la regla de los 10 minutos”, dice Monfort; “consiste en que, cuando sientas que vas a distraerte de lo que estás haciendo, pongas una alarma para esperar, durante diez minutos, y seguir haciendo la tarea que hacías”.
“Pasado ese tiempo, o bien sigues con lo que estabas haciendo, o aceptas que es una distracción transitoria a la que dedicarás un tiempo corto, por lo que, pasada la sensación incómoda, regresarás a la tarea”.
¿Cómo planeamos el día? Utiliza una técnica de gestión del tiempo, anota todo lo que quieres hacer ese día, fija un período de tiempo específico para completar una tarea o alcanzar un objetivo, si te percatas que no puedes con todo, empieza a delegar.
“No eres adicto al móvil, sino a huir de ti”, dice Miguel Navarro, CEO de Productividad Feroz; “por eso, cada vez que hay un silencio, buscas ruido, cada vez que hay un vacío, buscas estímulo y, cada vez que algo duele, haces scroll”.
Para el autor de La pirámide de la influencia y Manifiesto para la calma “cuando revisas Instagram no lo haces por curiosidad, sino que posiblemente lo haces para no sentir, para no estar contigo, para no escuchar esa voz que susurra esto no es lo que quieres”.
Dice este coach que las pantallas no son el problema, sino “lo que estás evitando al usarlas: el aburrimiento, la incomodidad, la ansiedad, la tristeza, el pensamiento que no quieres pensar o la emoción que no sabes nombrar”.
“Cuando dejas el móvil lejos, te das cuenta de algo más inquietante, como es que no sabes estar contigo”, dice Navarro, para quien “la libertad no es apagar el móvil, sino poder tenerlo cerca y no necesitarlo”.
La forma de romper la adicción a la huida de ti mismo consiste en poner presencia, “haz espacio para lo incómodo y, la próxima vez que sientas el impulso, detente, cierra los ojos, respira y pregúntate qué emoción estás evitando ahora mismo, en este momento”; “esa es la conversación que más necesita tu atención”.
Si has llegado hasta aquí, te cuento algo más de mis huidas de mí misma. En mi caso se trata de la soledad, sensación que evito a toda costa. Evitaba, ya que he empezado a entrenar tanto la estrategia de los diez minutos como dirigir mi atención a los pequeños detalles.
A esta última la denomino, con humor, la Técnica de Poirot, en referencia al inmortal y atildado personaje creado por la escritora británica Agatha Christie (1890-1976).
Y es que una de las mayores habilidades de sus “pequeñas células grises” consistía en la observación de los detalles, hasta los más pequeños, en la escena de cualquier delito o crimen.
La atención al detalle me permite centrarme en el presente, que es donde no hay espacio ni para la angustia del pasado, ni tampoco para la incertidumbre del futuro.
Es así como doblego mi estrés ante la soledad y, paso a paso, empiezo a acercarme a esas señales que me daban antes mis distracciones.
Y tú, ¿deseas evitar huir de ti?
¡Feliz Vuelta a Ti Mismo! ¡Feliz Coaching!
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