Las vacaciones ofrecen un espacio fundamental para recargar energía, cuidar la salud mental y fortalecer los vínculos personales después de periodos de alta exigencia laboral. Sin embargo, muchas personas descubren que, al volver al trabajo, el agotamiento no desaparece. ¿Por qué el burnout no desaparece tras las vacaciones?
Según Cristina Marinela Goilean, profesora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la Universitat Oberta de Catalunya, UOC, la reincorporación suele estar marcada por sobrecarga, tareas acumuladas y demandas urgentes, lo que hace que los beneficios del descanso se desvanezcan en pocos días.
Diversas investigaciones señalan que, si los factores de estrés laboral se mantienen, el descanso no logra compensar sus efectos. Además, cuando el nivel de agotamiento previo ya era alto, la recuperación es aún más difícil.
Más que la duración de las vacaciones, importa su calidad: desconexión real, relajación, actividades gratificantes y tiempo compartido con personas cercanas. “Cuanto mejor logremos desconectar, mayores serán los beneficios para la salud y el bienestar”, apunta Goilean.
Los beneficios de las vacaciones dependen de la capacidad de dejar de pensar en el trabajo. Revisar correos o atender llamadas laborales impide una recuperación genuina. También influyen factores externos, como conflictos familiares o tensiones personales, que pueden restar calidad al descanso.
En el plano organizacional, la vuelta suele traer consigo sobrecarga, falta de recursos o incertidumbre, lo que erosiona rápidamente la energía recuperada.
La American Psychological Association recomienda sumar actividades que refuercen la sensación de logro, como aprender algo nuevo, practicar deporte o iniciar un hobby. Estas “experiencias de dominio” ayudan a contrarrestar el agotamiento, aunque muchas personas optan por priorizar solo la relajación.
Cuando el agotamiento no desaparece tras las vacaciones, es necesario actuar en dos frentes:
A nivel individual: reforzar la desconexión diaria, entrenar estrategias de afrontamiento del estrés, cuidar el sueño y establecer límites claros.
A nivel organizacional: reducir la sobrecarga, dar más autonomía, reconocer los logros, promover la equidad, fomentar un clima laboral saludable y alinear valores individuales con los de la empresa.
Las políticas de desconexión digital, el liderazgo cercano y la participación de los empleados en la toma de decisiones son pasos clave. Como concluye Goilean, no se trata solo de pedir al trabajador que se adapte, sino de transformar las condiciones que generan el malestar.
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