NUESTROS MAYORES

Centros de día como centros de vida

Los centros de día, como herramienta para luchar contra la soledad no deseada, son “centros de vida”. Así los define Mª Ángeles, hija y cuidadora de su madre que es usuaria de un centro de día en Madrid. Ella nos confiesa que, desde el mismo instante en el que su madre acude al centro, todo ha cambiado porque entienden cómo se siente y ha encontrado la seguridad que da saber que su familiar está cuidado. Este testimonio confirma que los centros de día son herramientas útiles no solo para promocionar el envejecimiento activo, también para luchar contra la soledad no deseada.

La trabajadora Social del Equipo de Trabajo del Área de Servicios de Proximidad de Ilunion Sociosanitario, Patricia Campos, partiendo de la subjetividad que marca a la soledad, “porque cada uno la vive de una manera”, reivindica que el papel del profesional se base en la “escucha activa, en el vínculo, en la observación”. El profesional tiene que distinguir, “estar alerta a lo que nos dice el usuario, porque cuando llegas a una casa y esa persona te dice, por ejemplo, eres la primera persona que veo en una semana, o no tengo con quién ir al médico… son indicadores claros de que existe soledad”. De ahí la necesidad de la escucha activa como herramienta eficaz para detectar qué persona puede estar viviendo situaciones de soledad.

Julia Sacedo, a la izquierda, y Patricia Campos, a la derecha, en el programa Palabras Mayores.

Las situaciones de soledad no deseada que puedan vivir las personas mayores, tienen importantes consecuencias para su salud, como confirman ya numerosos estudios. Por eso es tan importante afrontar esas situaciones con recursos profesionales que les ayuden a eludir esas consecuencias, con recursos como los centros de día o los servicios de ayuda a domicilio. Fernando López, psicólogo del Centro de Día José Villarreal (uno de los centros que gestiona Ilunion Sociosanitario para el Ayuntamiento de la capital), cree que estos servicios son esenciales contra la soledad. “En el centro tenemos una gran ventaja a la hora de afrontar la soledad, ya que así lo posibilita la estructura horaria, las actividades que se programan, la estimulación que se consigue, porque afecta muchísimo al estado de ánimo”, refiere el psicólogo. Las actividades a realizar son un acicate, un revulsivo incluso para que las personas que puedan estar viviendo situaciones de soledad encuentren la fuerza suficiente para salir de sus casas, acercarse al centro, y compartir tiempo y actividades que otras personas mayores.

La profesora del departamento de Psicología Experimental, Procesos Cognitivos y Logopedia de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid, Mª Luisa Delgado, reconoce que es muy importante sensibilizar de esta realidad a la población en general. Además, “debemos entender la soledad desde la trayectoria personal de cada persona”, como sentimiento subjetivo que es. “Hay que apostar por sensibilizar a la población sobre los efectos que puede llegar a tener la soledad no deseada en las personas».

La profesora trabaja mano a mano con los expertos de Ilunion Sociosanitario, ya que el grupo residencial ha puesto en marcha un proyecto de investigación junto a la universidad madrileña. Un proyecto que nace con objetivos muy claros: «conocer cómo estamos realizando los procesos de atención en el ámbito de la soledad no deseada en nuestros Centros de día y Servicios de Proximidad, revisando los protocolos para crecer y mejorar, allí donde se detecte necesario, en los apoyos y cuidados que permitan la mejor calidad de vida a las personas mayores”. Así lo confirma la técnico de proyectos y Desarrollo de Ilunion Sociosanitario, Julia Sacedo.

 

Las protagonistas opinan

Quien mejor puede opinar sobre la validez o no de los centros de día para terminar con situaciones de soledad, son los propios usuarios. Usuarias en este caso: Paula García y Socorro González, usuarias del centro de día Arganzuela. Ambas se muestran encantadas no solo por las actividades que realizan, sino también “por el empeño que todos los profesionales ponen en nosotros”. La vida les ha cambiado, para bien, desde que acuden al centro, han ganado en movilidad, en compañía y han podido “superar momentos muy difíciles gracias a ellos”, aseguran.

Es la opinión que comparten con Mª Ángeles (hija y cuidadora). “Yo me he encontrado con gente muy profesional, personas con las que poder comentar el proceso que está viviendo mi madre, y eso ayuda mucho. Porque tanto los usuarios del centro como sus familiares necesitamos ayuda”. Esta cuidadora, que se siente comprendida y acompañada por los profesionales del centro día, desearía que “cada vez esté más integrado este concepto de acompañarnos todos, divulgar la idea de que estos son en realidad centros de vida”.

 

 

 

REDACCIÓN SENIOR 50

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